Sin una palabra

Esperé.

 

—Les vi subir por el camino de entrada y entrar juntos en la casa. Ella andaba tambaleándose, ?sabes? Había bebido un poco, los dos habíamos bebido, pero a esas alturas yo ya había desarrollado una buena tolerancia al alcohol. —Esbozó una sonrisita—. Fui un adolescente precoz.

 

Tenía la sensación de que Vince se estaba acercando a algo importante y no quería entorpecer su discurso con mis comentarios estúpidos.

 

—En cualquier caso —continuó—, aparqué en la calle pensando que quizás ella volvería a salir después de que sus padres le echaran la bronca. Creí que saldría toda cabreada y cagándose en todo, y entonces yo podría acercarme y recogerla, pero no fue así. Y al cabo de un rato pasó otro coche por mi lado, muy lentamente, como si alguien intentara ver el número de la casa, ?sabes?

 

—Sí.

 

—No le presté mucha atención, pero cuando llegó al final de la calle dio media vuelta y entonces aparcó en el otro lado de la calle, dos casas por debajo de la de Cynthia.

 

—?Pudiste ver quién iba en el coche? ?Qué clase de coche era?

 

—Era una mierda de ésas, un AMC, creo. Un Ambassador o un Rebel o algo así. Azul, creo. Parecía que dentro hubiera sólo una persona. La verdad es que no pude distinguir quién era, pero diría que era una mujer. No me preguntes por qué, pero ésa fue la sensación que tuve.

 

—Había una mujer aparcada frente a la casa. ?La vigilaba?

 

—Eso parecía. Y recuerdo que la matrícula no era de Conecticut, sino del estado de Nueva York, donde por aquella época eran anaranjadas. Bueno, seguro que alguna vez has visto alguna, están por todas partes.

 

—?Cuánto rato se quedó el coche allí?

 

—Bueno, al cabo de un rato, no mucho, la verdad, la se?ora Bigge y Todd, el hermano, salieron de la casa y se metieron en el coche de la madre, ese Ford amarillo, y se largaron.

 

—?Sólo ellos dos? El padre, Clayton Bigge, ?no estaba con ellos?

 

—No. Sólo la madre y Todd. él se metió en el lado del acompa?ante; creo que aún no tenía el carné, pero no lo sé seguro. El caso es que fueron a algún lado, no sé adónde. En cuanto giraron por la esquina, las luces del otro coche se encendieron y éste les siguió.

 

—?Y tú qué hiciste?

 

—Me quedé ahí sentado. ?Qué otra cosa iba a hacer?

 

—Pero ese otro coche, ese Ambassador o lo que fuera, ?siguió a la madre y al hermano de Cynthia?

 

Vince me miró.

 

—?Estoy yendo demasiado deprisa?

 

—Qué va, qué va, es sólo que estoy seguro de que durante veinticinco a?os Cynthia nunca ha sabido nada de esto.

 

—Bueno, es lo que vi.

 

—?Hay algo más?

 

—Supongo que me quedé ahí sentado unos tres cuartos de hora más o así; y justo cuando empezaba a preguntarme qué cojones hacía allí y estaba a punto de irme a casa, la puerta delantera de la casa se abre de golpe y el padre, Clayton, sale corriendo como si tuviera un cohete en el culo. Se mete en el coche, sale marcha atrás como a ochenta por hora y desaparece a toda pastilla.

 

Me tomé un momento para asimilar la información.

 

—Así que pese a todo podía salirme con la mía, ?no? Todo el mundo se había ido menos Cynthia. Así que me acerqué con el coche y llamé a la puerta, imaginándome que podría hablar con ella. La aporreé media docena de veces, con fuerza, pero no obtuve respuesta, así que supuse que ya estaría durmiendo la mona. O sea que me jodí y volví a casa.

 

Se encogió de hombros.

 

—Alguien estaba ahí —dije—. Vigilando la casa.

 

—Sí. No sólo yo.

 

—?Y nunca le has contado esto a nadie? ?No se lo dijiste a Cynthia?

 

—No, y como te he dicho tampoco se lo dije a la poli. ?Crees que habría sido muy inteligente contarles que esa noche había pasado un rato sentado frente a la casa?

 

Miré por la ventana, hacia el estrecho y la isla de Charles en la distancia, como si todas las respuestas que había estado buscando, las respuestas que Cynthia buscaba, se encontraran siempre más allá del horizonte, fuera de nuestro alcance.

 

—?Y por qué me lo cuentas ahora? —le pregunté a Vince.

 

Se pasó la mano por la barbilla y arrugó la nariz.

 

—Joder, no lo sé. Supongo que todos estos a?os deben de haber sido duros para Cyn, ?no?

 

Saber que Vince se había dirigido a Cynthia con la misma expresión cari?osa que yo me sentó como una patada.

 

—Sí —dije—. Muy duros. Sobre todo últimamente.

 

—?Y por qué se ha ido?

 

—Tuvimos una discusión. Y está asustada por todo lo que ha pasado durante las últimas semanas y por el hecho de que la policía no parezca fiarse de ella. Está asustada por nuestra hija. La otra noche había alguien en la calle, observando nuestra casa. Su tía está muerta. El detective que contratamos ha sido asesinado.

 

—Humm —asintió Vince—. Menudo desastre. Ojalá pudiera hacer algo por ayudar.

 

Ambos nos sobresaltamos cuando la puerta se abrió otra vez. Ninguno de los dos había oído a nadie subir por las escaleras.

 

Era Jane de nuevo.