—?Qué quieres decir?
—Exactamente lo que he dicho. No les conté nada. Eso es algo que aprendí de mi padre, Dios lo tenga en su gloria: Nunca contestes a las preguntas de los polis. Incluso aunque seas cien por cien inocente. Nunca ha mejorado la situación de nadie después de hablar con la poli.
—Pero podrías haberla ayudado a aclarar lo que ocurrió.
—No era problema mío.
—Pero ?eso no les hizo sospechar que tenías algo que ver? ?El hecho de que te negaras a hablar?
—Quizá. Pero no pueden condenarte por una sospecha, necesitan pruebas. Y no tenían ninguna. Si hubieran tenido alguna prueba, probablemente no estaría aquí ahora sentado manteniendo una agradable charla contigo.
Tomé un sorbo de café.
—?Uau! —exclamé—. Es excelente.
Era cierto.
—Gracias —dijo Vince—. Y ahora ?puedo ser franco contigo sin que tú me agarres el pelo? —Sonrió.
—No creo que tengas que preocuparte por eso —dije.
—Lamento lo que ocurrió. Lamento no haber podido ayudar a Cynthia. Porque ella era… No me gustaría ofenderte, ya que eres su marido…
—Está bien.
—Era una chica muy muy agradable. Un poco jodida, como todos los chicos de su edad, pero nada comparada conmigo. Yo ya me había metido en problemas con la poli. Supongo que pasó una fase en la que se sentía atraída por los chicos malos, antes de conocerte a ti —lo dijo como si de algún modo fuera una humillación para él—. No es mi intención ofender.
—Para nada.
—Era una chica dulce, y me sentí fatal por lo que le ocurrió a su familia. Jesús, imagínate que un día te levantas y toda tu jodida familia ha desaparecido. Y a mí me hubiera gustado hacer algo por ella, ?sabes? Pero mi padre me dijo que me alejara de una chica como ella. Que no necesitaba esa clase de problemas. Con el curriculum que tenía, con un padre metido en la mierda en la que estaba metido el mío, la poli ya iba a fijarse suficientemente en mí como para que me liara con una chica cuya familia probablemente había sido asesinada.
—Supongo que puedo entenderlo —elegí las palabras con cuidado—. Tu padre vivía bien, ?verdad?
—?Te refieres al dinero?
—Sí.
—Sí, vivía bien. Mientras pudo. Antes de que lo asesinaran.
—Algo he oído sobre eso —comenté.
—?Qué más has oído?
—He oído que la gente que se supone que lo hizo recibió su merecido.
Vince esbozó una sonrisa oscura.
—Lo recibieron —regresó al presente y dijo—: ?Y qué querías decir con lo del dinero?
—?Crees que tu padre… crees que podría haberse compadecido de Cynthia, de la situación en la que se encontró? ?Hasta el punto de haber ayudado a pagar su educación para que pudiera ir a la universidad?
—?Cómo?
—Sólo pregunto. ?Crees que es posible que pensara que de algún modo tú eras responsable, que quizás habías tenido algo que ver con el hecho de que su familia desapareciera, y que entregara anónimamente dinero a la tía de Cynthia, Tess Berman, para ayudar a cubrir los gastos de su formación?
Vince me miró como si me hubiera vuelto loco.
—?Dices que eres profesor? ?Dejan a gente con la cabeza tan jodida que ense?e en la escuela pública?
—Podrías contestar simplemente que no.
—No.
—Porque —dije mientras me debatía conmigo mismo sobre si compartir o no esa información; pero a veces tienes que dejarte llevar por la intuición— alguien lo hizo.
—No me jodas —dijo Vince—. ?Alguien le daba dinero a su tía para pagar la escuela?
—Así es.
—?Y nadie sabía quién era?
—Eso es.
Vince Fleming se retrepó en la silla, alzó la vista al techo un momento, volvió a inclinarse hacia delante y apoyó los codos en la mesa. Dejó escapar un largo suspiro.
—Bueno, te voy a decir algo —dijo finalmente—. Pero sólo si no se lo cuentas a la poli, porque si lo haces yo afirmaré que nunca dije nada. Los muy hijos de puta aún encontrarían una forma de usarlo en mi contra.
—De acuerdo.
—Quizá podría habérselo contado a ellos y la información no se habría vuelto en mi contra, pero no podía arriesgarme. No podía admitir que estaba donde estaba y a esa hora, a pesar de que podría haber ayudado a Cynthia. Supongo que en algún momento a los polis se les pasó por la cabeza que ella tenía algo que ver con el asesinato de su propia familia, aunque yo sabía que ella era incapaz de algo así. No quería verme arrastrado.
Sentía la boca seca.
—Cualquier cosa que pudieras contarme ahora sería bienvenida.
—Esa noche —continuó, cerrando los ojos un momento, como si estuviera viendo la imagen—, después de que su viejo nos encontrara en el coche y se la llevara a casa, yo conduje tras ellos. No los seguí exactamente, pero supongo que me preguntaba hasta qué punto se había metido en un marrón y pensé que quizá podía ver si su padre empezaba a gritarle o algo así. Pero lo cierto es que casi no vi nada.