Sin una palabra

—Voy a ir a acostarme con Grace —dijo ella.

 

—Claro —respondí sin levantar la cabeza de la almohada. Luego a?adí sin mirarla—: Cynthia, te quiero. Los dos nos queremos. Lo que está ocurriendo ahora nos está rompiendo, nos está separando. Necesitamos trazar algún plan, alguna manera de salir de esto juntos.

 

Pero ella se escurrió de la cama sin contestar. Un rayo de luz del pasillo cruzó el techo como un cuchillo cuando abrió la puerta, y se desvaneció al cerrarla.

 

Muy bien, pensé. Estaba demasiado cansado para pelear, para intentar arreglarlo. No tardé en quedarme dormido.

 

Al levantarme por la ma?ana Cynthia y Grace ya no estaban.

 

 

 

 

 

Capítulo 31

 

 

Incluso aunque no hubiéramos discutido, no me habría extra?ado que Cynthia no estuviera en nuestra cama a la ma?ana siguiente. Cuando me desperté a las seis y media me imaginé que se habría quedado dormida en la cama de Grace y habría pasado la noche allí. Así que no me arrastré por el pasillo de inmediato para ver si era así.

 

Me levanté, me puse mis tejanos y me dirigí al ba?o de la habitación para lavarme la cara. Había tenido días mejores. El estrés de las últimas semanas se estaba cobrando su peaje. Tenía bolsas oscuras debajo de los ojos, y de hecho creo que había perdido algunos kilos. Me lo podía permitir, pero lo cierto es que hubiera preferido que no fuera debido al estrés. Tenía los ojos rojos, y no me habría ido mal un corte de pelo.

 

El toallero está junto a la ventana que da sobre el camino de entrada. Mientras alargaba la mano para agarrar la toalla noté que había algo distinto en el panorama que se percibía por detrás de la persiana. Por los espacios que hay entre ellas normalmente se ven manchas de blanco y plateado, el color de nuestros dos coches. Pero en esta ocasión sólo había plateado y el color del asfalto.

 

Abrí los porticones. El coche de Cynthia no estaba en el camino.

 

Murmuré algo del tipo ??Qué co?o??.

 

Entonces avancé por el pasillo, descalzo y sin pantalones, y abrí de par en par la puerta de la habitación de Grace. A esas horas nunca estaba despierta, y tenía todos los motivos para esperar encontrarla en la cama.

 

Pero ésta estaba hecha, y vacía.

 

Podría haber gritado el nombre de mi mujer, o el de mi hija, allí de pie en lo alto de las escaleras, pero aún era muy pronto, y si cabía la posibilidad de que hubiera alguien en casa conmigo, y que estuvieran durmiendo, no quería despertarlas.

 

Saqué la cabeza por la puerta del estudio y lo encontré vacío, así que bajé a la cocina.

 

Tenía el mismo aspecto que la noche anterior. Todo limpio y ordenado. Nadie había desayunado allí antes de marcharse.

 

Abrí la puerta del sótano, y esta vez no me importó gritar.

 

—?Cyn!

 

Ya sé que era estúpido, puesto que su coche no estaba en el camino de entrada, pero como nada de aquello tenía ningún sentido supongo que actué así al considerar la posibilidad, por peque?a que fuera, de que lo hubieran robado.

 

—?Estáis ahí abajo? —Aguardé un instante, y luego grité—: ?Grace!

 

Cuando abrí la puerta principal, el periódico estaba ahí, esperándome.

 

En ese momento fue difícil no verme dominado por la sensación de estar viviendo un episodio de la vida de Cynthia.

 

Pero en esta ocasión, no como veinticinco a?os atrás, había una nota.

 

Estaba doblada y apoyada en la mesa de la cocina, entre el salero y el pimentero. Alargué la mano para cogerla y la desdoblé. Estaba escrita a mano, y sin duda era la letra de Cynthia. La leí.

 

Terry:

 

Me voy.

 

No sé adónde, ni por cuánto tiempo. Sólo sé que no puedo quedarme ni un minuto más.

 

No te odio, pero cuando veo la duda en tus ojos, me destroza. Me siento como si me estuviera volviendo loca, como si nadie me creyera. Sé que Wedmore aún no sabe qué pensar.

 

?Qué será lo próximo que ocurra? ?Quién va a entrar en nuestra casa? ?Quién estará observándonos desde la calle? ?Quién será el próximo en morir?

 

No quiero que sea Grace, así que me la llevo conmigo. Supongo que tú puedes cuidar de ti mismo. Quién sabe, quizá si yo ya no estoy en casa te sentirás más seguro.

 

Quiero buscar a mi padre, pero no tengo ni idea de por dónde empezar. Creo que está vivo. Quizás eso es lo que descubrió el se?or Abagnall después de ver a Vince. No lo sé.

 

Todo lo que sé es que me hace falta espacio. Grace y yo necesitamos ser una madre y una hija que no se preocupen de nada más que de ser una madre y una hija.

 

No encenderé el móvil muy a menudo. Sé que pueden hacer esa cosa, triangular, para encontrar a la gente. Quizás en algún momento tenga ganas de hablar contigo. Pero no ahora.

 

Llama a la escuela y diles que durante una temporada Grace no irá. Y deja que Pamela piense lo que quiera.

 

No me busques.

 

Todavía te quiero, pero no necesito que me encuentres por ahora.

 

Con cari?o, Cyn.