Sin una palabra

Por primera vez Wedmore pareció avergonzada, como si la hubieran pillado en falta.

 

—Claro —se excusó—. Debería haberme dado cuenta. El se?or Abagnall entró en el aparcamiento a las 20.03, según el tique que encontramos en el salpicadero.

 

—Entonces —dijo Cynthia en un tono glacial— supongo que estamos fuera de toda sospecha en este tema.

 

Mientras acompa?aba a Wedmore hacia la puerta, le pregunté:

 

—?Llevaba Abagnall algo encima? ?Algún sobre vacío?

 

—Por lo que sé —me respondió Wedmore— no había nada… ?Por qué?

 

—Sólo me lo preguntaba —dije—. Lo último que nos comentó Abagnall fue que iba a investigar a Vince Fleming, que estaba con mi mujer la noche que su familia desapareció. ?Sabe quién es Vince Fleming?

 

—Conozco el nombre —se limitó a decir.

 

Al día siguiente Wedmore se presentó de nuevo en casa.

 

Cuando la vi subir por el camino de entrada le dije a Cynthia:

 

—Quizá nos ha relacionado con el secuestro de Lindbergh[5].

 

Abrí la puerta antes de que llamara.

 

—?Qué ocurre ahora? —pregunté.

 

—Tengo novedades —dijo—. ?Puedo entrar?

 

Su tono era menos áspero de lo habitual aquel día. No estaba seguro de si eso era una buena noticia o es que nos estaba tendiendo una trampa.

 

Acompa?é a Wedmore a la sala de estar y la invité a tomar asiento. Cynthia y yo también nos sentamos.

 

—Antes que nada —empezó—, yo no soy una investigadora científica. Pero conozco los principios básicos, y voy a intentar explicárselos.

 

Miré a Cynthia, que hizo un gesto de asentimiento hacia Wedmore para que continuara.

 

—Las posibilidades de obtener una muestra de ADN de los restos que encontramos en el coche de su madre… y había sólo dos cuerpos, no tres… eran escasas, aunque no nulas. A lo largo de los a?os el proceso natural de descomposición había eliminado los… —Se detuvo—. Se?ora Archer, ?puedo hablar con claridad? Sé que no es agradable oír esto.

 

—Continúe —dijo Cynthia.

 

Wedmore asintió.

 

—Como pueden suponer, el proceso de descomposición, que incluye las enzimas que segregan las células humanas al morir, las bacterias y en esta ocasión los microorganismos acuáticos, habían destruido toda la carne de los cuerpos. La descomposición de los huesos habría sido aún peor en caso de que se tratara de agua salada, pero no lo era, así que eso nos ha dado alguna posibilidad. —Se aclaró la garganta—. Bien, teníamos los huesos y teníamos los dientes, así que intentamos conseguir registros dentales de su familia, pero no tuvimos éxito. Su padre, por lo que hemos podido averiguar, no tenía dentista, aunque el juez de instrucción determinó enseguida, basándose en la estructura ósea de las dos personas que había en el coche, que ninguna de ellas correspondía a un hombre adulto.

 

Cynthia parpadeó. Así pues, ninguno de los cadáveres del coche era el de Clayton Bigge.

 

—Por lo que se refiere al dentista al que iban su madre y su hermano, murió hace muchos a?os; su consulta se cerró y se destruyeron todos los historiales.

 

Miré a Cynthia. Parecía estar preparándose para una decepción. Quizá no íbamos a descubrir nada que fuera definitivo.

 

—Pero el hecho es que aunque no tuviéramos historiales dentales, aún teníamos dientes —continuó Wedmore—. De los dos cuerpos. En el esmalte no es posible encontrar ADN que sirva para las pruebas, pero en el centro del diente, las raíces están tan protegidas que es posible encontrar células nucleares.

 

Supongo que Cynthia y yo pusimos cara de no entender nada, así que Wedmore se explicó.

 

—Bien, resumiendo, digamos que si el equipo forense puede llegar hasta ahí y obtener esas células, y extraer suficiente ADN, los resultados muestran un perfil único para cada individuo, incluido el sexo.

 

—?Y? —preguntó Cynthia conteniendo la respiración.

 

—Se trata de un hombre y una mujer —respondió Wedmore—. Los análisis, incluso antes de la prueba de ADN, sugieren que se trata de un hombre de alrededor de quince a?os y una mujer al final de los treinta, quizá de cuarenta y pocos.

 

Cynthia me lanzó una mirada y luego volvió a mirar a Rona Wedmore.

 

ésta continuó.

 

—Así pues, en el coche había un chico joven y una mujer. La pregunta ahora era si había algún tipo de relación entre ellos.

 

Cynthia esperó.

 

—Los dos perfiles de ADN sugieren que hay una relación familiar estrecha, probablemente materno-filial. Los resultados del forense, junto con lo que encontró el juez de instrucción, apuntan a que se trata de una madre y su hijo.

 

—Mi madre —susurró Cynthia—. Todd.

 

—Bien, ésa es la cuestión —continuó Wedmore—. Se ha establecido una relación entre los dos cadáveres; sin embargo no sabemos con certeza que se trate de Patricia y Todd Bigge. Si usted conservara todavía algo perteneciente a su madre, un viejo cepillo de pelo, por ejemplo, con algunos pelos entre las púas…