Sin una palabra

—No —dijo Cynthia—, no tengo nada parecido.

 

—Bueno, tenemos su muestra de ADN, y estamos a la espera de recibir informes de más pruebas que puedan determinar cualquier relación entre usted y los cuerpos del coche. Una vez hayamos analizado su muestra, y ya están trabajando en ello, podremos establecer la probabilidad de maternidad en relación con la mujer, y fraternal en relación con el hombre.

 

Wedmore hizo una pausa.

 

—Pero si nos basamos en lo que tenemos hasta ahora, el hecho de que ambos cuerpos estén relacionados, que se trate de una madre y de su hijo, que el coche sea el de su madre… la hipótesis más probable es que hayamos encontrado a su madre y a su hermano.

 

Cynthia parecía aturdida.

 

—Sin embargo —continuó Wedmore—, su padre no ha aparecido. Me gustaría hacerle algunas preguntas sobre él para saber cómo era, qué clase de persona.

 

—?Por qué? —preguntó Cynthia—. ?Qué es lo que insinúa?

 

—Creo que debemos considerar la posibilidad de que él los asesinara a ambos.

 

 

 

 

 

Capítulo 29

 

 

—?Si?

 

—Soy yo —dijo él.

 

—Estaba pensando en ti —dijo ella—. Hace tiempo que no llamabas. Espero que todo vaya bien.

 

—Quería esperar a ver qué pasaba —explicó él—. Qué es lo que descubrían. Ha salido en las noticias. Imágenes del coche. En la tele.

 

—Oh, Dios…

 

—Han ense?ado una foto de cuando se lo llevaban de la cantera. Y hoy salía en los periódicos un artículo sobre las pruebas de ADN.

 

—Oh, es tan excitante… —dijo ella—. Ojalá estuviera ahí contigo. ?Qué decía?

 

—Bueno, decía algunas cosas y otras no, claro. Tengo el periódico justo aquí. ?Las pruebas de ADN indican que hay una conexión genética entre los dos cuerpos del coche, que eran madre e hijo.?

 

—Interesante.

 

—?Las pruebas forenses aún no han determinado si los cuerpos están relacionados con Cynthia Archer. La policía, sin embargo, trabaja con la hipótesis de que se trata de los cuerpos de Patricia Bigge y Todd Bigge, desaparecidos veinticinco a?os atrás?.

 

—Así que el artículo tampoco afirma taxativamente de quién eran los cuerpos del coche… —dijo ella.

 

—No del todo.

 

—Ya sabes lo que dicen de las hipótesis. Te hacen quedar como un idiota y…

 

—Ya lo sé, pero…

 

—Aun así, es increíble lo que pueden hacer hoy en día, ?no?

 

Su voz sonaba casi alegre.

 

—En aquel entonces, cuando tu padre y yo nos deshicimos del coche, ?quién había oído hablar de pruebas de ADN? Es alucinante, eso es lo que es. ?Todavía estás nervioso?

 

—Un poco.

 

Parecía estar dominado por ella.

 

—Incluso cuando eras peque?o ya te preocupabas por todo, ?sabes? Yo, en cambio, me hago cargo de la situación y me ocupo de ella.

 

—Bueno, supongo que tú eres la fuerte.

 

—Creo que has hecho un trabajo maravilloso; puedes estar orgulloso. Pronto estarás en casa y podrás llevarme ahí. No me perdería esto por nada del mundo. Cuando llegue el momento, quiero ver la expresión de su cara.

 

 

 

 

 

Capítulo 30

 

 

—?Cómo lo lleva? —preguntó la doctora Kinzler a Cynthia—. Me refiero al descubrimiento de los cuerpos de su madre y su hermano…

 

—No estoy segura —respondió Cynthia—. No me siento aliviada.

 

—No, ya me imagino por qué.

 

—Y además está el hecho de que mi padre no estuviera con ellos. La detective Wedmore piensa que quizás él los matara.

 

—Si resulta que es verdad —dijo la doctora Kinzler—, ?cree que será capaz de asumirlo?

 

Cynthia se mordió el labio y miró fijamente las persianas, como si tuviera visión de rayos X y pudiera ver la autopista a través de ellas. Aquel día nos tocaba sesión, y había tenido que convencer a Cynthia para ir porque ella quería cancelarla. Pero ahora que la doctora Kinzler se había lanzado a plantear aquel tipo de preguntas, que a mí me parecía que abrían más heridas de las que curaban, me preguntaba si había hecho bien.

 

—Ya he tenido que hacerme a la idea de que quizá mi padre no era la persona que yo creía que era —dijo Cynthia—. El hecho de que no haya ningún registro sobre él, ni número de la Seguridad Social, ni carné de conducir… —Hizo una pausa—. Pero la idea de que él los matara, de que matara a mi madre y a Todd… No puedo creerlo.

 

—?Cree que fue él quien dejó el sombrero? —preguntó la doctora.

 

—Es una posibilidad —respondió Cynthia.

 

—?Por qué iba su padre a entrar en su casa, dejar un mensaje como ése y escribir una carta en su máquina de escribir con un mapa que les permitiera encontrarlos?

 

—?Quizá porque está… intentando resolver las cosas?

 

La doctora Kinzler se encogió de hombros.

 

—Sólo le pregunto qué es lo que piensa usted.