—Quizás estuvo allí y no se dio cuenta de que era ese lugar. Tal vez algún día iba con alguien en coche y fueron allí a… bueno, a aparcar o algo así.
—No. No había estado nunca allí. Es un viaje de dos horas, por Dios. Incluso aunque un chico y yo hubiéramos querido ir con el coche a algún sitio para hacer manitas, no habríamos conducido dos horas para llegar ahí.
—?Y usted, se?or Archer?
—?Yo? No. Y hace veinticinco a?os no conocía a nadie de la familia Bigge. No soy de la zona de Milford. Conocí a Cynthia en la universidad y fue entonces cuando me enteré de lo que le había pasado a su familia.
—Muy bien, miren —dijo Wedmore sacudiendo la cabeza—. Tengo algunos problemas con todo esto. Una nota, escrita en su casa, con su máquina de escribir —me miró— nos ha llevado directamente al lugar en que encontramos el coche de su madre —miró a Cynthia— veinticinco a?os después de que desapareciera.
—Se lo he dicho —insistió Cynthia—. Alguien estuvo aquí.
—Bien, quienquiera que fuera, no fue esa persona la que intentó esconder esa máquina de escribir. Fue su marido quien lo hizo.
—?Debería haber un abogado presente cuando nos pregunte estas cosas? —pregunté.
Wedmore apretó con la lengua la parte interior de su mejilla.
—Supongo que deberían preguntarse si creen que pueden necesitar uno.
—Aquí las víctimas somos nosotros —intervino Cynthia—. Han asesinado a mi tía, han encontrado el coche de mi madre en un lago, y usted habla con nosotros, conmigo, como si fuéramos criminales. Bien, los criminales no somos nosotros. —Sacudió la cabeza, exasperada—. Es como… es como si alguien lo hubiera planeado todo para que parezca que estoy loca o algo así. Primero la llamada de teléfono, luego alguien deja aquí el sombrero y escribe la nota con nuestra máquina. ?Es que no lo ve? Es como si alguien quisiera que pensaran que estoy perdiendo la cabeza, que todo lo que me ha ocurrido en el pasado me hace hacer estas cosas, imaginar estas cosas ahora.
La lengua se desplazó de una mejilla a otra.
Finalmente Wedmore dijo:
—Se?ora Archer, ?ha pensado en hablar con alguien? ?Sobre esta conspiración que parece rodearles?
—Estoy viendo a una psi… —Cynthia se detuvo.
Wedmore sonrió.
—Eso es muy interesante.
—Creo que ya es suficiente por hoy —intervine.
—Estoy segura de que volveremos a hablar —dijo Wedmore.
Y resultó ser muy pronto. Justo después de que encontraran el cuerpo de Denton Abagnall.
Supongo que yo había pensado que si se producía algún avance en la búsqueda del hombre al que habíamos contratado para encontrar a la familia de Cynthia, nos enteraríamos primero por la policía. Pero estaba oyendo la radio en nuestro estudio, sin prestarle mucha atención, hasta que capté las palabras ?investigador privado?. Enseguida subí el volumen.
—La policía ha encontrado su coche en un parking cerca del centro de Stamford —dijo el locutor de las noticias—. Los due?os del aparcamiento se dieron cuenta de que el coche llevaba ahí varios días, y cuando se lo notificaron a la policía dijeron que el nombre del registro coincidía con el del hombre que la policía estaba buscando también desde hacía días. Al forzar el maletero, encontraron dentro el cuerpo de Denton Abagnall, de cincuenta y un a?os. La causa de la muerte, un golpe contundente en la cabeza. La policía está revisando los vídeos de seguridad como parte de la investigación. No se ha querido especular sobre los motivos, o sobre si el asesinato podría estar relacionado de algún modo con un tema de bandas.
Un tema de bandas. Ojalá.
Encontré a Cynthia en el lugar más apartado del jardín trasero; estaba allí de pie sin hacer nada, con las manos en los bolsillos de su chaqueta y mirando la casa.
—Necesitaba un poco de aire —dijo mientras yo me acercaba—. ?Va todo bien?
Le conté lo que había oído por la radio.
No sabía cómo iba a reaccionar Cynthia, pero no me sorprendió mucho que no tuviera ninguna reacción. Por un momento no dijo nada.
—Me estoy quedando entumecida, Terry —dijo finalmente—. Ya no sé qué sentir. ?Por qué nos está pasando todo esto? ?Cuando terminará? ?Cuándo podremos recuperar nuestras vidas normales?
—No te preocupes —dije, rodeándola con mis brazos—. Volveremos a tener una vida normal.
Pero lo cierto era que Cynthia no había tenido una vida normal desde los catorce a?os.
Cuando Rona Wedmore vino a vernos de nuevo, fue directa al grano.
—?Dónde se encontraban la noche que desapareció Denton Abagnall? La noche que se fue de aquí, la última noche que se supo de él. ?Qué hacían alrededor de las ocho?
—Estábamos cenando —respondí—. Y luego fuimos a visitar a la tía de Cynthia y la encontramos muerta. Llamamos a la policía y estuvimos con ellos casi toda la noche. Así que supongo que la policía es nuestra coartada, detective Wedmore.