Sin una palabra

Me imaginé a un extra?o merodeando por las habitaciones de nuestra casa, observando nuestras cosas, tocándolas, haciéndose una idea de quienes éramos, y sentí un escalofrío.

 

—Tratamos de acordarnos de cerrar la casa con llave siempre que salimos. Y solemos hacerlo, aunque puede que en alguna ocasión nos hayamos dejado algo abierto. La puerta trasera, por ejemplo; puede que no le prestemos mucha atención, sobre todo si Grace entra y sale y nosotros no nos enteramos. —Me acordé de la llave que había desaparecido, e intenté recordar cuándo me había dado cuenta de que no estaba colgada en el clavo—. Pero estoy seguro de que cerramos bien todas las puertas y ventanas la noche que fuimos a ver a esa vidente pirada.

 

—?Vidente? —se sorprendió Rolly.

 

Le puse al corriente.

 

—Cuando refuerces las medidas de seguridad —me pidió Rolly—, acuérdate de esas barras que se pueden poner en las ventanas de los sótanos. Muchas veces entran por ahí.

 

Me quedé callado unos momentos. Aún no había sacado el tema del que quería hablarle.

 

—La cosa es que hay algo más —dije finalmente.

 

—?Sobre qué?

 

—Cynthia está tan frágil mentalmente que hay cosas que no puedo contarle. —Rolly arqueó una ceja—. Sobre Tess.

 

Rolly le dio otro sorbo a su cerveza.

 

—?Qué pasa con Tess?

 

—Para empezar, no está bien. Me ha dicho que se está muriendo.

 

—Oh, mierda —exclamó Rolly—. ?Qué tiene?

 

—No quiso darme detalles, pero imagino que debe de ser cáncer o algo así. No tiene muy mal aspecto, sólo parece cansada, ya sabes. Pero no va a mejorar. Al menos es lo que parece por ahora.

 

—Esto destrozará a Cynthia. Están muy unidas.

 

—Ya lo sé. Y creo que es Tess quien debe contárselo, yo no puedo hacerlo; no quiero hacerlo. Y no tardará mucho en ser obvio que algo le pasa.

 

—?Y cuál es la otra cosa?

 

—?Cómo?

 

—Hace un segundo has dicho ?para empezar?, así que ?qué más hay?

 

Dudé un momento. Me parecía mal contarle a Rolly lo de los pagos secretos antes que a Cynthia, pero ésa era una de las razones por las que se lo explicaba a él: para que me aconsejara sobre cómo decírselo a mi mujer.

 

—Durante unos a?os, Tess estuvo recibiendo dinero.

 

Rolly dejó la cerveza en la mesa y apartó la mano del vaso antes de preguntar: —?Qué quiere decir que recibió dinero?

 

—Alguien dejaba dinero para ella. En efectivo, dentro de un sobre. Unas cuantas veces. La primera vez el dinero iba acompa?ado de una nota que explicaba que era para los estudios de Cynthia. Las cantidades variaban, pero en total fueron más de cuarenta mil dólares.

 

—?Joder! —exclamó Rolly—. ?Y nunca te había dicho nada?

 

—No.

 

—?Te ha dicho quién se lo dejaba?

 

Me encogí de hombros.

 

—ésa es la cuestión. Tess no tenía ni idea y sigue sin tenerla; pero dice que quizá los sobres en los que estaba el dinero, la nota, que quizás aún podrían encontrarse huellas dactilares en ellos, después de todos estos a?os; o ADN, mierda, ?y yo qué co?o sé! El caso es que no puede evitar creer que eso está relacionado con la desaparición de la familia de Cynthia. Porque, ?quién iba a darle el dinero, aparte de su familia o alguien que se sintiera responsable por lo que le había ocurrido a su familia?

 

—?Joder! —repitió Rolly—. Esto es muy gordo. ?Y Cynthia no sabe nada?

 

—No —respondí—. Y tiene derecho a saberlo.

 

—Claro, por supuesto que sí. —Agarró de nuevo el vaso de cerveza, se la terminó y le hizo una se?al a la camarera para que le trajera otra—. Supongo.

 

—?Qué quieres decir?

 

—No lo sé; estoy tan preocupado como tú. Imagínate que se lo cuentas, ?qué pasará?

 

Removí la sopa con la cuchara. No tenía mucho apetito.

 

—ésa es la cuestión. Todo esto abre más interrogantes de los que responde.

 

—E incluso aunque eso significara que alguien de la familia de Cynthia estaba vivo entonces, no quiere decir que siga estando vivo ahora. ?Cuándo dejó de llegar el dinero?

 

—Más o menos cuando acabó la universidad —dije.

 

—?Cuánto hace de eso, veinte a?os?

 

—No tanto. Pero hace mucho tiempo.

 

Rolly movió la cabeza pensativamente.

 

—No sé qué aconsejarte. Vaya, sé lo que haría si estuviera en tu lugar, pero tienes que decidir tú solo cómo manejar esto.

 

—Dime —le pedí—. ?Qué harías tú?

 

Juntó los labios y se inclinó sobre la mesa.

 

—Echaría tierra sobre el asunto.

 

Supongo que me sorprendió.

 

—?De verdad?

 

—Al menos por ahora. Sólo hará que Cynthia se atormente más. Seguro que piensa que si por aquel entonces hubiera sabido lo del dinero quizá podría haber hecho alguna cosa; que si hubiera planteado las preguntas correctas y hubiera prestado atención habría podido encontrarlos, que habría podido descubrir lo que ocurrió. Pero quién sabe si eso es posible ni siquiera ahora.

 

Pensé en lo que decía, y decidí que tenía razón.

 

—Y no sólo eso —continuó—. Justo cuando Tess va a necesitar todo el apoyo y el cari?o de su sobrina por su estado de salud, Cynthia se va a enfadar con ella.