Sin una palabra

Así que no había muchas más opciones a tener en cuenta aparte de casarse. Y enseguida.

 

Un par de meses después ella dice que no se siente bien, y que va a concertar una cita con su médico, el doctor Gibbs. Va sola a la consulta, y al volver le cuenta que lo ha perdido. Ha perdido al bebé. Montones de lágrimas. Un día Clayton está en una cafetería y ve al doctor Gibbs, se acerca a él y le dice:

 

—Ya sé que no es el mejor sitio para preguntarle esto, pero el hecho de que Enid haya perdido el bebé y demás, ?podría afectarla para quedarse de nuevo embarazada?

 

—?Cómo? —exclama el doctor Gibbs.

 

Así que ahora ya sabe a lo que se enfrenta: a una mujer que diría lo que fuera, que contaría cualquier tipo de mentira para conseguir lo que quiere.

 

Debería haberla abandonado en ese momento. Pero Enid le dice que lo siente mucho, que creía que estaba embarazada pero le daba miedo ir al médico a confirmarlo, y luego resultó que se había equivocado. Clayton no sabe si creerla, y de nuevo le preocupa el bochorno que sentirá su familia si decide separarse de Enid y empieza los trámites del divorcio. Y más o menos por entonces Enid cae enferma y debe guardar cama. Quizá fuera verdad, quizá fingido. Clayton no está seguro, pero sabe que no puede dejarla en ese estado.

 

Y cuanto más tiempo se queda, más difícil se le hace marcharse. No tarda en darse cuenta de que cualquier cosa que Enid desea, la consigue, y cuando no es así, lo hace pagar caro. Ataques de histeria, objetos que vuelan por los aires… Un día Clayton está sentado en la ba?era y Enid está también en el ba?o con su secador, y empieza a bromear con dejarlo caer en el agua. Pero hay algo en sus ojos, algo que sugiere que sería capaz de hacerlo, así sin más, sin pensárselo dos veces.

 

él decide poner en práctica lo que ha aprendido en la universidad y consigue un empleo como comercial para tiendas de máquinas y fábricas. Eso le obligará a viajar por todo el país, desde Chicago hasta Nueva York pasando por Buffalo. Su futuro jefe le advierte que va a pasar mucho tiempo fuera de casa. Eso termina de decidir a Clayton. Poder alejarse de las discusiones, los gritos, las extra?as miradas que a veces ella le dirige y que sugieren que los engranajes de su cabeza no funcionan como deberían. Siente pavor cada vez que vuelve a casa después de un viaje de trabajo, preguntándose la lista de agravios que Enid le tendrá preparada en cuanto abra la puerta. Que no tiene bastante ropa bonita, o que él no trabaja lo suficiente, o que la puerta de atrás chirría cuando la abres y eso la está volviendo loca. La única cosa que vale la pena de sus regresos a casa es la posibilidad de ver a su setter, Flynn. éste siempre sale corriendo hacia el coche de Clayton para recibirle, como si hubiera estado sentado en el porche desde que él se marchó esperando el momento en que volviera.

 

Y entonces ella se queda embarazada. Y esta vez es verdad. Un ni?o, Jeremy. ?Cómo le quiere ella! Clayton también le quiere, pero no tarda en darse cuenta de que se trata de una competición. Enid quiere el amor del chico en exclusiva, y cuando Jeremy apenas anda, empieza su campa?a para envenenar la relación entre padre e hijo. Enid le explica que si cuando sea mayor quiere ser fuerte y tener éxito debe seguir su ejemplo, y que es una lástima que no haya ningún modelo masculino fuerte en esa casa. Le cuenta que su padre no se preocupa lo suficiente por ella, y que es una pena que Jeremy se parezca a él, pero ésa es una desventaja que puede aprender a superar, con tiempo y esfuerzo.

 

Clayton quiere marcharse.

 

Pero hay algo en Enid, algo siniestro, que hace que no haya manera de predecir cómo reaccionaría ante el mero hecho de sacar el tema del divorcio, incluso de algún tipo de separación.

 

Una vez, antes de marcharse en un largo viaje de negocios, le dice que quiere hablar con ella sobre algo serio.

 

—No soy feliz —le confiesa—. Creo que esto no funciona.

 

Ella no se echa a llorar. No pregunta qué es lo que no funciona. No pregunta qué es lo que podría hacer ella para salvar el matrimonio, para hacerle feliz.

 

Lo que hace es acercarse mucho a él y mirarle fijamente a los ojos. él quiere desviar la mirada pero es incapaz, como si estuviera hipnotizado por su maldad. Mirar en sus ojos es como mirar el alma del diablo. Y todo lo que ella dice es:

 

—No me abandonarás nunca.

 

Y luego sale de la habitación.

 

él piensa sobre todo esto a lo largo del viaje. Ya veremos qué pasa, se dice a sí mismo. Ya veremos.

 

Cuando regresa a casa, su perro no sale a recibirle. Abre la puerta del garaje para aparcar el Plymouth y se encuentra a Flynn, con una cuerda atada alrededor del cuello, colgado de las vigas del techo.

 

—Suerte que sólo era el perro —es todo lo que dice Enid.