Sin una palabra

—Porque si algo le ocurriera a Cynthia, la herencia sería para cualquier hijo que ella tuviera… Está todo estipulado.

 

Noté cómo todo el cuerpo me empezaba a temblar. ?Cuántas horas hacía que no hablaba con Cynthia? Aquella ma?ana habíamos charlado un momento, mi única conversación con ella desde que se había marchado con Grace en plena noche.

 

?Acaso sabía con certeza que Grace y ella estaban vivas en este momento?

 

Saqué mi teléfono móvil. Se me ocurrió que probablemente se suponía que no debía llevarlo en el hospital, pero puesto que nadie sabía que me encontraba allí, me imaginé que no había problema si lo usaba.

 

Marqué el número de casa.

 

—Por favor, por favor, coge el teléfono —dije en voz baja.

 

El teléfono sonó una, dos, tres veces. Al cuatro timbre, saltó el contestador.

 

—Cynthia —dije—. Si vas a casa, si oyes esto, tienes que llamarme de inmediato. Es una emergencia.

 

Colgué y probé con el número de su móvil. El buzón de voz saltó de inmediato. Le dejé más o menos el mismo mensaje, y a?adí: —Es absolutamente necesario que me llames.

 

—?Dónde está? —preguntó Clayton.

 

—No lo sé —repliqué preocupado.

 

Por un momento me planteé la posibilidad de llamar a Rona Wedmore, pero la descarté y marqué otro número. Sonó cinco veces antes de que contestaran.

 

El sonido de alguien levantando el auricular y aclarándose la garganta, y luego un so?oliento: —?Sí?

 

—Rolly —dije—. Soy Terry. Siento llamar a estas horas.

 

Al oír el nombre, Clayton parpadeó.

 

—Ah, hola —saludó—. No te preocupes por la hora. ?Has encontrado a Cynthia?

 

—No. Pero he encontrado a otra persona.

 

—?Qué?

 

—Mira, no tengo tiempo para explicártelo, pero necesito que encuentres a Cynthia. No sé qué decirte ni por dónde empezar. Pasa por casa para ver si está el coche, y si está, golpea la puerta, rómpela si hace falta, para comprobar si Cynthia y Grace están ahí. Llama a los hoteles, no lo sé, cualquier cosa que se te ocurra, ?vale?

 

—Terry, ?qué sucede? ?A quién has encontrado?

 

—Rolly, he encontrado a su padre.

 

Al otro lado de la línea había un silencio total.

 

—?Rolly?

 

—Sí, estoy aquí. Es sólo que… no me lo puedo creer.

 

—Yo tampoco.

 

—?Qué te ha dicho? ?Te ha explicado lo que ocurrió?

 

—Acabamos de empezar. Estoy en el norte de Buffalo, en un hospital. No está en muy buen estado.

 

—?Puede hablar?

 

—Sí. Ya te lo contaré todo cuando pueda. Pero tienes que buscar a Cynthia. Si la encuentras, dile que me llame inmediatamente.

 

—Muy bien, cuenta con ello. Voy a vestirme.

 

—Ah, y Rolly —dije—, deja que sea yo quien se lo cuente. Lo de su padre. Va a tener un millón de preguntas que hacer.

 

—Claro. Te llamaré si descubro alguna cosa.

 

Pensé en otra persona que podía haber visto a Cynthia. Pamela llamaba a casa tan a menudo que yo había memorizado su número del identificador de llamadas. Marqué y dejé sonar el teléfono varias veces, hasta que alguien contestó.

 

—?Hola?

 

Pamela sonaba tan dormida como Rolly. De fondo se oyó una voz masculina: —?Qué pasa?

 

Le dije a Pamela quién era y me disculpé rápidamente por llamar a aquellas horas.

 

—Cynthia ha desaparecido —le expliqué—. Con Grace.

 

—?Dios! —exclamó Pamela; ahora sonaba completamente despierta—. ?Las han secuestrado o algo?

 

—No, no, nada por el estilo. Se ha ido. Quería marcharse un tiempo.

 

—Ayer o anteayer, no sé… ?qué día es hoy?… me dijo que posiblemente no vendría, así que cuando no apareció no me extra?ó.

 

—Sólo quería pedirte que estés alerta por si te enteras de algo, y si llama, dile que se ponga en contacto conmigo. Pam, he encontrado a su padre.

 

Por un momento no se oyó nada al otro lado de la línea.

 

—?Joder! —exclamó al fin.

 

—Ya —dije.

 

—?Está vivo?

 

Miré al hombre de la cama.

 

—Sí.

 

—?Y Todd? ?Y su madre?

 

—ésa es otra historia. Escucha, Pamela, tengo que dejarte. Si ves a Cynthia, dile que me llame, pero deja que le explique yo las novedades.

 

—Mierda —soltó Pamela—. Como si fuera tan fácil mantener en secreto una noticia así.

 

Terminé la llamada y me di cuenta de que la batería del móvil se estaba terminando. Me había marchado de casa tan deprisa que no tenía nada para recargarla, ni siquiera en la ranchera.

 

—Clayton —retomé la conversación después de las llamadas—, ?por qué crees que Cynthia y Grace pueden estar en peligro? ?Por qué crees que les puede haber pasado algo?

 

—Por el testamento —respondió Clayton—. Porque se lo dejo todo a Cynthia. Es la única manera que se me ocurre de compensarla por lo que ocurrió. No es suficiente, ya lo sé, sé que esto no la compensa de nada, pero ?qué más puedo hacer?

 

—Pero ?qué tiene que ver eso con que estén vivas? —pregunté, aunque lo cierto es que estaba empezando a intuirlo.