La lista de los nombres olvidados

En el infierno oscuro de su estado de coma, las imágenes de sus seres queridos flotaban frente a ella como una película. Tantas veces había imaginado lo que les podía haber ocurrido que ahora lo visualizaba como si lo hubiese visto con sus propios ojos.

 

A la deriva en aquel mundo oscuro y submarino entre la vida y la muerte, veía cuando separaban violentamente a Danielle y a David de su madre —sus caritas surcadas de lágrimas, los ojos como platos por la confusión— y sus alaridos le resonaban en los oídos. Se preguntaba cómo habrían muerto. ?Allí mismo, en el Vel’ d’Hiv, a pocas manzanas de la torre Eiffel, a cuya sombra habían vivido toda su corta vida? ?O después, api?ados en los vagones de tren donde faltaba el aire, de camino a campos como Drancy, Beaune-la-Rolande o Pithiviers? ?O habrán llegado incluso hasta Auschwitz, para ser conducidos enseguida, en una fila ordenada, a una cámara de gas, donde, sin duda, habrán exhalado, aterrorizados, los últimos suspiros? ?Habrán gritado? ?Habrán comprendido lo que les estaba ocurriendo?

 

Maman y papa. ?Los habrán separado en el Vel’ d’Hiv o habrán seguido juntos hasta que los deportaron de Francia? ?Cómo habrá aguantado papa que lo separasen violentamente de la familia que siempre había protegido con u?as y dientes? ?Los habrá defendido? ?Lo habrán golpeado los guardias para castigar su obstinación? ?O se habrá marchado voluntariamente, resignado ya al ver que todo era inútil? ?Habrá quedado sola maman, con los ni?os api?ados alrededor y consciente de la terrible verdad: que ya no podría protegerlos? ?Qué sentiríamos si nos diésemos cuenta de que ya no podemos controlar nuestro destino, que ya no está en nuestras manos proteger a los hijos por los que estaríamos dispuestos a morir?

 

Hélène. A Rose se le partía el corazón cada vez que pensaba en su hermana mayor. ?Y si se hubiese esforzado más para tratar de hacerla entrar en razón? ?Habría podido salvarla, si hubiese logrado convencerla de que el mundo había perdido toda lógica y se había vuelto loco? ?Se habrá arrepentido Hélène en sus últimos momentos de no creer lo que le decía Rose? ?O se habrá aferrado hasta el final a la esperanza de que tal vez solo se los llevaban para trabajar, en lugar de para morir? En cierto modo, Rose siempre se la imaginaba yéndose mientras dormía, sola y en paz, aunque por los ?fantasmas? sabía que su fin había sido, probablemente, muy diferente. Cada vez que pensaba que, según lo que le habían contado, la habían matado a golpes solo porque estaba demasiado enferma para trabajar, Rose tenía que ir corriendo al cuarto de ba?o para vomitar y después tardaba días en volver a retener los alimentos.

 

Claude. Aunque solo tenía trece a?os, se había esforzado mucho por parecer un adulto, por aparentar que comprendía como un adulto, pero era un crío la última vez que Rose lo vio. ?Se habrá vuelto el adulto que quería ser en los pocos días que pasó en el Vel’ d’Hiv? ?Se habrá visto obligado a comprender cosas que no debería haber sabido hasta muchos a?os después? ?Habrá tratado de proteger a sus hermanos menores, a su hermana mayor o a su madre? ?O habrá seguido siendo un crío, aterrorizado por lo que estaba ocurriendo? ?Habrá llegado a ser trasladado a Auschwitz? ?Habrá sobrevivido allí por un tiempo o lo habrán puesto en fila en cuanto llegó, por considerarlo demasiado joven o demasiado menudo para trabajar, y lo habrán enviado enseguida a la cámara de gas? ?Qué habrá dicho con su último suspiro? ?Qué habrá sido lo último que pensó?

 

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