Alain me escudri?a el rostro por un instante.
—Jacob lo era todo —dice con sencillez—. Jacob fue el que me dijo que, si venía la policía, saliera corriendo. Jacob fue el que me dijo que tratara de convencer a mi familia. Jacob fue quien me salvó, porque, cuando la policía vino a buscarnos para llevarnos, me subí a la ventana de atrás, salté al suelo desde un tercer piso y eché a correr.
Baja la vista y se queda un buen rato contemplándose las manos, nudosas y llenas de marcas. Al final, respira hondo y continúa.
—Dejé morir a mi familia, porque estaba asustado. —Alza los ojos para mirarme y veo que están llenos de lágrimas—. No me esforcé lo suficiente para convencerlos. No me llevé conmigo a Danielle y a David, los más peque?os. Estaba asustado, muy asustado, y por eso han desaparecido todos.
Una lágrima le surca la mejilla. Sin darme tiempo a pensármelo siquiera, cruzo la sala para abrazarlo. Se pone tenso por un momento, pero después siento que me rodea con los brazos. Le tiembla todo el cuerpo.
—Tenía usted once a?os —murmuro—. No es culpa suya.
Me aparto y él suspira.
—No importa de quién sea la culpa. El caso es que toda mi familia fue asesinada y yo sigo aquí, setenta a?os después. He vivido toda la vida con ese peso en el corazón.
Me vuelvo a echar atrás en el asiento y siento mis propios ojos anegados en lágrimas.
—?Y cómo lo sabía el tal Jacob? ?Cómo lo sabía para decirle que saliera corriendo?
—Pertenecía a un movimiento clandestino contra los nazis —dice Alain—. Creyó en los rumores sobre los campos de la muerte y creyó que nos estaban exterminando de forma sistemática. Estaba en minoría, pero Rose le creyó y, como Jacob era mi héroe, yo también le creí. Debió de salvarla él.
—Pero ?cómo? —pregunto con voz queda.
Alain se me queda mirando un buen rato.
—No lo sé, pero ella era el amor de su vida y él habría hecho cualquier cosa para protegerla. Cualquier cosa.
Parpadeo.
—?Y ella le correspondía?
Asiente con la cabeza.
—Con una fuerza que nunca pensé que pudiera tener —dice y se queda un buen rato con la mirada perdida—. Por eso, durante todos estos a?os, siempre estuve convencido de que ella había muerto, porque, si hubiese estado viva, seguro que habría vuelto a buscarlo.
—Ella debió de pensar que él también había muerto —murmuro—. ?Figuraba su nombre en el H?tel Lutetia?
Alain parece perplejo.
—Claro que sí —dice—. él esperaba contra toda esperanza que ella se hubiese salvado, que hubiese sobrevivido, a pesar de los rumores que nos habían llegado. El nombre de él siempre figuró allí, para que, si ella regresaba, lo pudiese localizar.
—Pero mi abuelo volvió en 1949 para averiguar lo que había sido de la familia de mi abuela. Eso me dijo ella.
—Pero yo no figuraba en ningún registro —dice Alain—. Seguramente fue por eso que no me encontró. Jacob, en cambio, hizo de todo para que lo incluyeran, por si Rose hubiese sobrevivido, de alguna manera.
Trago saliva y me pregunto qué querrá decir esto. ?No le habría dado Mamie a mi abuelo el nombre de Jacob? ?O habría encontrado mi abuelo el nombre de Jacob en la lista de supervivientes, pero le dijo que no, porque se daba cuenta de lo mucho que ella —aparentemente— lo amaba y quiso proteger la vida que ya había comenzado con ella? Me estremezco sin querer.
—?Y escapó este Jacob como usted y mi abuela? —pregunto a Alain—. ?Antes de la redada?
Alain mueve la cabeza de un lado a otro y respira hondo.
—Jacob estuvo en Auschwitz —dice con sencillez—. Sobrevivió porque estaba segurísimo de que Rose se encontraba a salvo en alguna parte y había jurado encontrarla. La última vez que nos vimos me dijo que no podía creer que ella estuviera muerta, porque lo habría sentido en el corazón. Fue la esperanza de reunirse con ella la que lo mantuvo vivo en aquel infierno.
Capítulo 13
TARTA DE QUESO CON LIMóN Y UVAS
INGREDIENTES
1 ? taza de harina de galletas integrales
1 taza de azúcar granulado, en dos partes
1 cucharadita de canela
6 cucharadas de mantequilla sin sal, fundida
2 tarrinas de 250 gramos de queso crema
? de taza de zumo de uva blanca
el zumo y la ralladura de un limón
2 huevos
PREPARACIóN
Precalentar el horno a 190 grados. Mezclar la harina de galletas, la mitad del azúcar, la canela y la mantequilla fundida hasta que quede homogéneo. Extender de forma pareja y compacta en una fuente para tartas de 20 centímetros de diámetro.
Hornear 6 minutos. Retirar del horno y dejar enfriar.
Bajar la temperatura del horno a 150 grados.
En un bol mediano, batir el queso crema con la batidora eléctrica hasta que quede homogéneo. Incorporar poco a poco la otra media taza de azúcar. A?adir gradualmente el zumo de uva, el zumo y la ralladura de limón y los huevos y batir hasta que quede cremoso y sin grumos.