La lista de los nombres olvidados

También hay un hombre que debes conocer: un hombre llamado Jacob Levy. No pronuncio su nombre desde 1949, el a?o en que tu abuelo regresó para decirme que Jacob había muerto en Auschwitz. Desde entonces, todos los días lo busco en el firmamento, pero no lo encuentro.

 

Jacob, mi querida Hope, fue el gran amor de mi vida. También quise a tu abuelo —no lo dudes ni por un instante—, pero creo que en la vida solo se puede tener un gran amor y el mío fue Jacob. Muchas personas no encuentran ni siquiera eso. Y me he dado cuenta, a medida que me he hecho mayor, de que, al cerrar mi propio corazón, tal vez te he quitado la oportunidad de encontrar ese tipo de amor, como se la quité a tu madre. Si no te ense?an a amar, cuesta aprender a hacerlo por ti misma. No permitas que este sea mi legado para ti.

 

Sé que lo hice todo mal. Cerré mi corazón cuando me enteré de que Jacob había muerto y no supe —tal vez no quise— volver a abrirlo; por ese motivo, no quise a tu madre como debía y eso cambió el curso de su vida y el de la tuya. Nunca podré decirte lo mucho que lo lamento. Os fallé a las dos. Solo espero que no sea demasiado tarde para que tú corrijas esos errores en tu propia vida.

 

Jacob murió sin tener ocasión de conoceros a tu madre, a ti o a Annie y en eso creo que el destino nos jugó a todos una mala pasada. Es que tu madre es hija suya y tú eres su nieta. Ted, a quien siempre conociste como tu abuelo, lo sabía y, sin embargo, os crio a las dos como suyas. Cuando me conoció, ya sabía que, por una herida de guerra, no podría tener hijos. Me brindó una nueva vida y yo le proporcioné una familia. Fue un intercambio que los dos hicimos a sabiendas y nunca me he arrepentido. Era un hombre extraordinario, mejor de lo que me merecía. Te ruego que no permitas que lo que te revelo le haga perder importancia ante ti, porque, si eso ocurre, habré fracasado en mi última misión importante. Ha sido y siempre seguirá siendo tu abuelo.

 

Hasta 1949, no supe con seguridad que Jacob había muerto, aunque, antes de que me casara con tu abuelo, muchas personas me habían dicho que lo habían matado en Auschwitz. De todos modos, no lo creía. Me negaba a creerlo. Estaba convencida de que lo habría sabido en el fondo de mi corazón y no era así. Entonces, te preguntarás, si creía que Jacob todavía podía regresar, cómo pude casarme con tu abuelo.

 

Eso es lo más cruel que he hecho en la vida. Tu abuelo nunca supo que Jacob y yo nos habíamos casado en secreto, unos meses antes de que me marchase de París. Nunca supo que tu madre había sido concebida en nuestra noche de bodas. Cuando tu abuelo me pidió que me casara con él, no entendía que, si Jacob hubiese vuelto, nuestro matrimonio habría sido nulo. Yo estaba dispuesta a hacerle eso a tu abuelo y eso es algo con lo que siempre he tenido que vivir. Si Jacob hubiese vuelto, lo habría abandonado en un santiamén y eso, desde luego, era tremendamente injusto para con él. Sin embargo, si me casaba con Ted antes de dar a luz a tu madre, ella nacería como estadounidense y sería libre. Nadie podría llevársela a un campo de concentración. Aquella, por encima de todo, era mi mayor responsabilidad. No podía darme el lujo de rechazar la proposición de matrimonio de un estadounidense. Tenía que salvar a tu madre, porque era hija mía y, además, porque era lo último que me quedaba de Jacob.

 

Tu abuelo y yo fuimos felices juntos y lo quise mucho, aunque de forma diferente a como quise a Jacob. Lo quería sobre todo por la clase de padre que fue para Josephine y, después, por la clase de abuelo que fue para ti. Os mostró a las dos la clase de amor del cual yo era incapaz. Creo que, si no lo hubiese tenido totalmente congelado desde hacía tantos a?os, se me habría partido el corazón cada vez que lo veía contigo. Sin querer, me abstuve de quererlo a él, a tu madre, a ti y a Annie.

 

Y me temo que este sea el legado que dejo: la frialdad de corazón.

 

Sé que solo me has conocido de esta forma, pero quiero que sepas que no siempre he sido así. Hubo un tiempo en el que era feliz y libre, una época en la que amaba sin reservas, porque no sabía cuánto da?o podía hacer el amor. Ojalá me hubieses conocido entonces y ojalá hubieses conocido a Jacob, porque él también te habría querido con la misma intensidad. Estaría muy orgulloso de ti. Yo, en cambio, he cometido todos los errores posibles y, al final, me voy de este mundo sin nada.

 

Lo que más deseo para ti es un destino diferente del mío. Deseo que aprendas a abrir tu corazón. He mantenido el mío cerrado durante tantos a?os porque tenía miedo y eso ha sido un error. La vida es una sucesión de oportunidades y hay que tener valor para aprovecharlas antes de que pasen los a?os y nos quedemos sin nada más que lamentos.

 

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