La lista de los nombres olvidados

Jacob asiente con la cabeza.

 

—Sí, eso creo, pero ?cómo le voy a echar la culpa? Quería a Rose, quería a Josephine y la consideraba hija suya. Llevaba una vida agradable con ellas. Si Rose se hubiese enterado de que yo había sobrevivido, tal vez él se habría quedado sin nada. Hizo lo que pudo para proteger a su familia y no puedo censurarlo por eso. ?Acaso yo no había hecho lo mismo? Tomé decisiones para proteger a las personas que más quería. Todos decidimos y nos sacrificamos por lo que nos parece que será lo mejor.

 

Trago saliva, a pesar del nudo que tengo en la garganta.

 

—Pero, si eso es lo que ocurrió, impidió que mi abuela y tú estuvierais juntos. Os mantuvo alejados durante setenta a?os.

 

—No, querida —dice Jacob—. Fue la guerra la que nos mantuvo alejados. El mundo se volvió loco y tu abuelo no fue más responsable que yo o que Rose de lo ocurrido. Todos tomamos decisiones y todos hemos tenido que vivir con nuestros pesares.

 

—Lo siento mucho —digo.

 

Me da la impresión de que me disculpo ante Jacob por lo que hizo mi abuelo y porque no se merecía la mano que le tocó. él se limita a mover la cabeza de un lado a otro.

 

—No lo sientas —dice—. Justo antes de expirar, tu abuela me pidió que la perdonara: le parecía que, al casarse con Ted, me había traicionado. Le dije que no había nada que perdonar, porque no había hecho nada malo. Nada en absoluto. Hizo lo que hizo porque creyó que era lo mejor para nuestra hija. Lo importante es que Rose vivió y Josephine también. Y tú y Annie. Dejando aparte lo ocurrido, Rose salvó al ser que habíamos creado juntos, la máxima declaración de nuestro amor, y le brindó la vida que siempre habíamos so?ado: una vida de libertad.

 

—Pero tú te pasaste la vida esperándola.

 

Sonríe.

 

—Y ahora que la he encontrado, estoy en paz. —Me vuelve a coger las manos y se queda un buen rato mirándome a los ojos—. Vosotras, Annie y tú, sois nuestro legado. Debéis hacer honor a vuestra procedencia, ahora que la conocéis.

 

—Pero ?cómo?

 

—Haciendo lo que os dicte el corazón —dice Jacob—. La vida se vuelve más difícil, las circunstancias nos separan, las decisiones marcan nuestro destino, pero tu corazón nunca dejará de mostrarte el verdadero norte. Tu abuela siempre lo supo.

 

Agacho la cabeza.

 

—Pero ?cómo sé lo que tengo que hacer?

 

No sé cómo explicarle que mi corazón no ha hecho más que acarrearme problemas.

 

—Lo sabrás —dice Jacob—. Limítate a prestarle atención. Las respuestas están en tu interior.

 

A la ma?ana siguiente, cuando me estoy preparando para marcharme a la panadería, entro en el salón y encuentro a Jacob mirando por la ventana, exactamente donde lo había dejado la noche anterior. Me pregunto si estará mirando las estrellas, como hacía Mamie.

 

—Hola, Jacob —le digo y cojo las llaves de la mesa de la cocina—. Me voy. Si te apetece, pásate después por la panadería y te haré un Star Pie.

 

Como no responde, me acerco a la silla y me arrodillo a su lado.

 

—?Jacob?

 

Tiene los ojos cerrados y en su rostro se dibuja una sonrisa plácida, como si estuviera en mitad de un sue?o del que no quisiera salir. Me pregunto si estará pensando en mi abuela.

 

—?Jacob? —repito.

 

Le toco el brazo con suavidad y así me doy cuenta.

 

—Jacob —murmuro en voz baja y las lágrimas me empiezan a surcar las mejillas.

 

Tiene el brazo frío y la mejilla también, cuando se la toco con suavidad. Se ha ido. En cierto modo, no me sorprende lo más mínimo. Se ha pasado la vida tratando de encontrar a Mamie y ahora dispone de toda la eternidad para recuperar todos aquellos a?os.

 

No lo muevo. No despierto a Annie ni a Alain. No me marcho a la panadería. Me limito a sentarme a su lado, junto a aquel hombre cuyo valor me dio la vida hace tantos a?os, mucho antes de nacer siquiera, y lloro. Lloro por todo lo perdido y lo hallado. Lloro por mi abuela y por mi madre, que nunca supo la historia de sus orígenes. Lloro por Annie, que ha tenido que sufrir más pérdidas de lo que uno debería soportar a tan tierna edad. Y lloro también por mí misma, porque no sé cómo salir adelante. No sé cómo encontrar las respuestas que, según cree Jacob, aparentemente están en mi corazón.

 

Tras pensárnoslo con mucho detenimiento, Alain y yo decidimos enterrar a Jacob junto a mi abuela. Después de todo, no tiene familiares en ninguna parte y no se nos ocurre otro lugar en el mundo en el que preferiría estar, si no es junto al amor de su vida.

 

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