—No, mi amor. Estamos en el cabo Cod.
Mamie parece confundida un momento y después escudri?a la habitación. Posa los ojos empa?ados primero en mí, después en Annie y Gavin y, por último, en su hermano.
—?Alain? —susurra.
—Sí —dice él con sencillez—. Sí, Rose. Soy yo.
Vuelve a mirar a Jacob atónita, sin poder creérselo.
—Alain… ?vivo? Tú, Jacob… ?estás vivo? —le susurra.
—Sí, amor mío —dice Jacob—. Tú me salvaste.
A Mamie se le arrasan los ojos de lágrimas que se derraman por sus mejillas como torrentes.
—Yo no… Yo no te salvé —susurra—. ?Cómo puedes decir…? —Hace una pausa, toma aire y se estremece—. Te pedí… que regresaras. Es… culpa mía.
—No —dice Jacob—. Nada de eso fue culpa tuya, querida Rose. Sobreviví porque siempre creí que te volvería a ver. Has sido tú, durante setenta a?os, la que me ha mantenido con vida. Nunca dejé de buscarte.
Ella sigue mirándolo fijamente.
—Alguien debería ir a buscar al médico —susurra Gavin a mi lado.
—Ajá —digo, distraída.
Sin embargo, ninguno de nosotros se mueve.
Al cabo de un momento, Mamie mueve un poco la cabeza hasta que centra su atención en mí.
—?Hope?
—Sí, Mamie —digo y doy un paso hacia ella.
—?Por… por qué lloras? —pregunta con voz entrecortada.
—Porque… —Me doy cuenta de que no sé cómo explicárselo, pero al final me decido—: Porque te he echado tanto de menos.
En aquel momento me doy cuenta de que así lo siento de verdad.
Mira otra vez a Jacob.
—?Cómo…? —pregunta.
él la comprende y asiente.
—Hope me encontró —dice—. Hope y Annie y su amigo, Gavin.
—?Gavin? —pregunta.
Vuelve a hacer el esfuerzo de mirarnos a todos y escruta el rostro de Gavin, confundida.
—?Quién es Gavin? ?Tú?
—Sí, se?ora —responde él—. Nos hemos visto un par de veces. Hago trabajos de reparación en la zona. Soy… soy amigo de su nieta.
—Sí —murmura Mamie—. Ahora recuerdo.
Cierra los ojos un momento y, cuando vuelve a abrirlos, mira fijamente a Jacob un buen rato, antes de volver a mirarme a mí.
—?Cómo… cómo has hecho para encontrar a mi Jacob? —susurra.
—Por la lista que me diste —le digo—. La que me hizo ir a París.
Parece confundida y me doy cuenta de que no sabe a qué me refiero. Con la emoción del momento, casi me olvido de su alzheimer.
—Pero estaba en los cuentos de hadas —a?ado, al ver que me mira fijamente—. Fueron tus cuentos de hadas los que finalmente nos condujeron hasta él. No sabía que eran de verdad.
—Son de verdad —murmura Mamie, pero, cuando lo dice, mira a Gavin—. Desde luego. Siempre de verdad.
Posa los ojos en Alain y se le vuelven a llenar de lágrimas.
—?Alain? —dice en voz baja.
—?Cómo me has reconocido, después de tantos a?os? —pregunta él.
—Tú… mi hermano —dice con claridad. Va recuperando un poco el ritmo de su discurso, como si fuera recordando las palabras a medida que vuelve en sí—. Te reconocería… en cualquier sitio.
—Lamento no haberte encontrado antes —dice él—. No sabía… No sabía que estabas viva. Tantos a?os perdidos.
Mamie cierra los ojos un instante. Se ha puesto a llorar otra vez.
—Te creí… muerto —dice ella—. En Auschwitz. Aquel lugar. Lo imaginé… millones de veces.
—Yo también creí que habías muerto —murmura Alain.
A continuación, Mamie vuelve la mirada hacia Annie.
—?Leona? —pregunta.
Annie deja caer los hombros y se me parte el corazón: sé que sufre cuando su bisabuela no la reconoce.
—No, Mamie —dice Annie—. ?Quién es Leona?
Esta vez es Jacob el que responde.
—Leona era mi hermana peque?a. —Mira a Annie de hito en hito—. Dios mío, Annie, te pareces tanto a ella.
Annie vuelve a mirar a Mamie con los ojos bien abiertos.
—Hace meses que me llamas Leona —dice—. ?Te referías a ella?
Mamie parece confundida.
Annie se vuelve hacia Jacob.
—?Qué ha sido de Leona?
Jacob me echa un vistazo y yo hago un leve movimiento de cabeza. Annie ya tiene edad para saberlo.
—Ha muerto, querida —dice él—, en Auschwitz. Creo que no sufrió demasiado, Annie. Me parece que se fue plácidamente.
Los ojos de Annie se llenan de lágrimas.
—Lo siento —le murmura a Jacob—. Lamento mucho lo de su hermana.
él le sonríe con cari?o.
—La veo en ti —dice— y me alegro.
Se vuelve hacia Mamie y se inclina otra vez hacia ella.
—Rose, Leona murió hace muchos a?os. Esta jovencita que ves aquí es Annie, tu biznieta. —Hace una pausa y a?ade—: Bueno, nuestra biznieta.
Annie me mira de golpe y caigo en la cuenta de que aún no se lo he dicho. No le he dicho que Jacob se casó con Mamie hace mucho y que era el verdadero padre de mi madre. Alargo la mano y aprieto la suya.
—Después te lo explico todo —susurro.
Parece confundida y un poco asustada, pero asiente con la cabeza.
Mamie se ha puesto a examinar a Annie.
—Annie —dice por fin y en sus ojos veo despuntar el reconocimiento—, la más peque?a.