Fuera de la ley

—Pruébate esto —le dije entregándole una enorme chaqueta de vestir de color negro.

 

—Es demasiado grande —respondió agarrándola. En aquel momento el único hechizo que llevaba era el terrenal, que le había puesto el pelo gris, y aquel tono plateado le confería una apariencia mucho más distinguida.

 

—Se supone que tiene que ser grande. Tú póntela —refunfu?é mirando la chaqueta de lino vuelta del revés que me pasaba. Despedía un intenso olor, y yo inspiré profundamente. Era una mezcla de menta y canela… con un punto de hojas aplastadas y ?oh! ?Aquello era un toque de cuero de los establos? ?Maldita sea! ?Qué bien olía!

 

Intentando que no se notara que la estaba olfateando, coloqué la chaqueta encima de uno de los percheros con amuletos y me giré para ver cómo le que-daba la negra. Las mangas le llegaban hasta la segunda falange de los dedos; evidentemente, era demasiado larga. La austeridad del tejido negro no quedaba demasiado bien con su tono de piel, pero cuando hubiera acabado con él, estaría perfecto.

 

Trent empezó a quitársela, pero yo le hice un gesto con la mano para que se detuviera.

 

—Pruébate esto —le ordené entregándole un hechizo de línea luminosa para a?adir unos quince centímetros de altura. El resto podría conseguirlo con los zapatos y, de ese modo, no le saldría demasiado caro. El precio habitual estaba alrededor de los quinientos dólares por centímetro, pero allí probablemente costaban mucho más.

 

él se puso el hechizo, pero yo no esperé a ver el resultado porque ya estaba escarbando entre los amuletos y los hechizos terrenales, con los que estaba mucho más familiarizada.

 

—Más largo, más largo… —murmuré—. ?Es que no los colocan en or-den? ?Ah! Aquí está. —Satisfecha, me di la vuelta, y casi me di de bruces con Trent. él dio un paso atrás y yo le tendí el hechizo—. Este a?adirá unos cuantos centímetros a tu pelo. Espera un segundo. —Tras revolver entre el amasijo encontré una aguja para hacer punciones y, cuando me la clavé en el dedo, Trent observó cómo invocaba el amuleto con tres gotas de mi sangre.

 

—Ya está. Pruébatelo —le dije.

 

Apenas sus dedos rodearon el disco de madera de secuoya, sus cabellos grises empezaron a crecer. A diferencia de los hechizos de líneas luminosas, la magia terrenal necesitaba entrar en contacto con la piel de la persona, y no solo con el aura.

 

—De acuerdo. Y ahora veamos… No te hace falta un hechizo que aumente la masa muscular. No queremos que te pongas cachas, sino aumentar tu com-plexión física. —A continuación, tras entregarle el hechizo de líneas luminosas adecuado, dije—: Este te irá bien.

 

Trent lo agarró en silencio y su peso aumentó poco a poco hasta que se hizo proporcional a su nueva altura. El resultado me hizo sonreír. El truco estaba en buscar el equilibrio, algo que había practicado con mi madre durante la mayor parte de las dos décadas anteriores a que me fuera de casa. Y conocer al dedillo tanta variedad lo convertía en un verdadero placer.

 

—La estructura facial de Cormel es algo enjuta —murmuré mientras paseaba los dedos por encima de los hechizos de líneas luminosas—. No nos interesa alterar la proporción entre la altura y el peso, de manera que, si a?adimos algunos a?os con un amuleto de edad, y luego utilizamos un hechizo facial para eliminar las arrugas… —Rápidamente seleccioné el hechizo de líneas luminosas para modificar la edad, y luego vacilé. Yo, en su lugar, habría optado por un amuleto facial de magia terrenal por si alguien me tocaba la cara. Luego me encogí de hombros. ?Como si alguien fuera a tocarle la cara a Trent en una fiesta! Así que a?adí un segundo hechizo de líneas luminosas a la pila.

 

—La barbilla debería ser un poco más larga… —murmuré revolviendo de nuevo los hechizos de líneas luminosas—. Tendrás que deshacerte del bron-ceado. La frente y las cejas deberían ser más anchas, y las pesta?as más cortas. En cuanto a las orejas… —dudé intentando recordar el rostro del vampiro no muerto—, las suyas son redondas y apenas tienen lóbulo. —Luego miré a Trent y a?adí—: En cambio, las tuyas son ligeramente puntiagudas en la parte superior.

 

él se aclaró la garganta a modo de advertencia.

 

—Aquí tienes —concluí invocando los hechizos que había seleccionado y colocándolos uno a uno en su mano—. Y ahora veamos qué aspecto tienes.

 

Trent se los metió en el bolsillo y se giró hacia el espejo. Yo sonreí. él no dijo nada, pero Quen soltó un taco y se acercó silenciosamente por la moqueta.

 

Yo abrí un cajón donde se podía leer ?Gafas? y, tras revolver un poco, saqué un moderno modelo con montura metálica. Luego se lo entregué a Trent y, cuando se las puso, Quen lanzó un largo silbido.

 

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