Fuera de la ley

—?Sí o no, querida? —le preguntó obligándome a esconderme tras él.

 

—Sí —farfulló ella. Entonces solté un grito y empecé a sacudir el pie al sentir una punzada.

 

Al me sujetó, pero sentí que inspiraba agitadamente por el éxito.

 

—?Te la pusiste en el pie? —me preguntó.

 

—No tuve elección —dije con las piernas temblorosas. Lo había consegui-do. Había conseguido apoderarse de la marca de Newt en un abrir y cerrar de ojos. A partir de ese momento, solo tenía que canjeársela por su nombre y me habría librado por completo de ella. Está funcionando, pensé mirando fijamente a Trent, que lo observaba todo con una expresión entre traumati-zada y aturdida.

 

—Cuéntame qué es lo que olvidé —dijo Newt, escrutándome con recelo.

 

Al sonrió, se colocó un dedo junto a la nariz y se inclinó hacia ella.

 

—Es capaz de invocar magia demoníaca —le indicó alzando un dedo para anticiparse a un posible arranque de rabia de Newt—. Convirtió a un humano en su familiar, aunque yo rompí el vínculo.

 

—Tiene que haber algo más —entonó apartándose de Al y dirigiendo la mirada hacia las falsas aguas como si estuviera empezando a cabrearse.

 

—Me robó el nombre y se apoderó de él.

 

Newt se giró y se quedó mirándolo con indiferencia.

 

—Y, gracias a ello, alguien la invocó.

 

De pronto, sus negros ojos se abrieron de par en par y a Al se le cortó la respiración.

 

—?Maté a mis hermanas! —exclamó, y la breve sensación de euforia que había sentido cuando le había traspasado la marca a Al se transformó en mie-do—. ?No puede estar emparentada con nosotros!

 

—Pues lo está —dijo Al con una sonrisita tirando de mí y apretándome con más fuerza cuando notó que intentaba soltarme—. Su parentesco no nació de nosotros, sino de los elfos. Los estúpidos elfos, que olvidaron reparar lo que ellos mismos habían roto. Tú lo descubriste, y Minias te arrebató ese conocimiento durante el tiempo suficiente para que yo también me diera cuenta y me hiciera con ella antes que ningún otro.

 

—?Debería ser mía! ?Dámela!

 

Dali, que seguía detrás de la mesa, se puso tenso, pero Al se limitó a negar con la cabeza con una sonrisa mientras aspiraba el olor de mi pelo. Yo estaba demasiado aturdida y desconcertada como para impedírselo. ?Parentesco? ?Real-mente las brujas estaban emparentadas con los demonios? Aquello iba en contra de todo lo que me habían ense?ado pero ?maldita sea!, tenía bastante sentido.

 

De improviso, un leve desplazamiento de aire acompa?ado de una peque?a explosión me hizo dar un respingo. Acto seguido, sobre los gastados tablones de madera, apareció Minias. Llevaba su habitual túnica violeta y los pies cu-biertos por unas sandalias. Entonces me llevé la mano al cinturón y empecé a pensar que era el color con el que los demonios vestían a sus familiares cuando estaban satisfechos con ellos.

 

—?Newt! —exclamó Minias. Entonces se dio cuenta de quién más estaba allí y retrocedió, sin apenas dignarse a mirar a Trent—. ?Qué estás haciendo aquí? —preguntó. Acto seguido, su rostro empalideció al ver la mirada cargada de odio de la diablesa.

 

—Hiciste que me olvidara de lo que es —dijo ella en un susurro—. Ven aquí, Minias.

 

Minias abrió de par en par sus encarnados ojos de carnero y desapareció.

 

—?Espera! —grité. Luego me giré hacia Al—. Lo necesito. ?Me prometiste a Trent!

 

Al reaccionó a mi arrebato con una expresión de profundo desprecio, y cuando Newt se giró hacia mí, deseé haber tenido la boca cerrada.

 

—?Quieres convertir a ese elfo en tu familiar? —preguntó.

 

Yo me pasé la lengua por los labios.

 

—?Me encerró en una jaula! —exclamé intentando encontrar la manera de justificarme, sin que se notara que quería liberarlo. Trent se puso en pie y el bote empezó a mecerse hasta que consiguió aferrarse al muelle. Dali aprovechó la ocasión para darle una patada y tirarlo de nuevo al fondo de la embarcación.

 

—Es el familiar perfecto para mi discípula —intervino Al con voz pausada, mientras me apretaba el brazo con fuerza para que me callara de una vez—. Se lastima con facilidad, es testarudo, y tiene tendencia a morder, pero, básica-mente, resulta inofensivo. Antes de montar a un purasangre, conviene practicar con un poni. Le debe un favor a Minias. Lleva su mácula voluntariamente, de manera que podía hacer presión para conseguirlo. No obstante, para serte sincero, resulta mucho más sencillo comprar una marca. —Al sonrió con una exquisita ironía—. Tal vez le ofrezca hablarle de mi nueva discípula. Eso tiene que tener algún valor.

 

Newt entrecerró los ojos y yo me puse tensa.

 

—?Volverás a contármelo, si me olvido? —Al asintió con la cabeza, y el rostro de Newt adoptó una expresión aún más desagradable—. El elfo no tiene ninguna obligación con Minias. Puedes quedarte con su marca.

 

Trent cayó hacia atrás con un alarido, y su mueca de odio me produjo un escalofrío.

 

Dali alzó las cejas.

 

—No sabía que pudieras hacer algo así.

 

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