Sin dejar de mirarlo, sentí que mi vida empezaba a desmoronarse. ?Dios, no! Aquello era demasiado.
—Trent —le decía Ceri mientras tanto, arrodillada entre los dos e inten-tando distraerlo—, ella nos salvó. Gracias a ella, tienes una cura esperando en tus laboratorios. ?Podemos recuperar nuestra integridad, Trent! Si la matas, mancillarás nuestro comienzo y lo perderás todo. Deja de luchar contra ella. ?Acabarás con nosotros!
Desde debajo de su densa mata de pelo, Trent hervía de rabia, mirándome como si quisiera abrasarme con la vista.
—Tu padre la salvó por la amistad que tenía con el suyo —se apresuró a continuar Ceri—. No sabía qué efecto tendría. No es culpa tuya. Ni tampoco de ella. Pero nos abrió la puerta a que, hoy día, podamos recobrar nuestra in-tegridad. Justo ahora. —Seguidamente vaciló, y luego a?adió—: Tal vez nos merecíamos lo que sucedió.
Trent apartó la vista de mí y la concentró en Ceri.
—No puedo creer que lo pienses de verdad.
Ceri parpadeó para no ponerse a llorar, pero aun así se le escapó una lágrima que la hizo parecer todavía más hermosa.
—Podemos empezar de nuevo —dijo—. Al igual que ellos. La guerra estuvo a punto de acabar con todos nosotros. No la empieces otra vez. Precisamente ahora que, por fin, se nos presenta la posibilidad de vivir. Trent, escúchame.
Yo cerré los ojos. ?Por qué no se acaba de una vez?
De repente, escuché un ruido precipitado. Eran Ivy y Jenks, que nos miraban conmocionados desde lo alto mientras Ceri sujetaba a Trent para que no me matase.
—Hola —dije con una especie de graznido, sin apartar la mano del cuello.
Ivy se agachó junto a mí.
—?Qué ha pasado? —preguntó. En ese momento sentí una insoportable presión en el pecho. No lo sabía. ?Cómo podía contarle algo así?—. Has vuelto —a?adió inspeccionándome para comprobar si había sufrido algún da?o—. ?Estás bien? Tu madre nos dijo que habías ido a Edén Park con Al. ?Maldita sea, Rachel! ?Deja de intentar enfrentarte a todo tú sola!
Al percibir la preocupación de su voz, abrí los ojos. Tal vez debería ha-berme quedado en siempre jamás. Al menos, allí no seguiría poniendo en peligro la vida de mis amigos. Parientes. Las brujas son parientes de los demonios. De pronto todo cobraba sentido. Los demonios habían lanzado una maldición sobre los elfos para que, poco a poco, acabaran extinguién-dose. ?Se trataría de algún tipo de represalia? ?Era posible que los elfos les hubieran atacado primero?
—Rachel, ?te encuentras bien?
No. No me encontraba bien pero, por lo visto, mi boca era incapaz de verbalizarlo. No era un demonio, pero mis hijos lo serían. ?Maldita sea! ?No era justo!
—?Es ese Trent? —preguntó Ivy, dirigiendo toda su rabia hacia él. Yo sacudí la cabeza—. ?Lárgate de aquí, Kalamack, si no quieres que te machaque!
La delicada figura de Ceri lo ayudó a incorporarse y, tras permitir que se apoyara en ella, echaron a andar, renqueantes, hacia la puerta de la verja. Antes de marcharse, ella se giró, con los ojos negros de la rabia y ba?ados en lágrimas.
—Lo siento, Rachel. Yo…
Yo aparté la vista, incapaz de soportarlo. Ya no podría tener hijos. Con nadie. Nunca. ?Cómo pudieron hacerme algo así?
—Rachel —dijo Ivy, buscándome los ojos—. Cuéntame qué es lo que ha pasado.
Luego me dio una sacudida, y yo la miré fijamente, aturdida, y vi que Jenks estaba en su hombro. Parecía aterrorizado, como si ya lo supiera.
—Trent… —empecé, sintiendo que las lágrimas comenzaban a correrme por las mejillas. Furiosa, me las enjugué y lo intenté de nuevo—. El padre de Trent… me…
Jenks echó a volar y se colocó delante de mi rostro.
—?No eres un demonio, Rachel!
Yo asentí con la cabeza, intentando concentrarme en él.
—No, no lo soy —respondí con voz ahogada—, pero mis hijos lo serán. ?Te acuerdas cuando, el a?o pasado, te dije que tanto las brujas como los demonios se originaron en siempre jamás? Creo que los elfos hechizaron a los demonios para que sus hijos no pudieran crecer, lo que dio origen a los brujos. Cuando el padre de Trent me curó, alteró la modificación genética que impedía que los demonios procrearan. Los brujos somos una especie de demonios atrofiados, y a partir de ahora su especie podrá volver a reproducirse. A través de mí.
Ivy me soltó de golpe, y me di cuenta de que tenía el rostro desencajado.
—Lo siento —susurré—. No quería joderte la vida.
Ella se sentó, aturdida, y la luz del sol me cegó. Extenuada, alcé la vista y vi a Ceri ayudando a Trent a salir del jardín.
?Para qué demonios ha servido todo esto?
34.