Fuera de la ley

—?Y de qué hubiera servido?

 

Yo me relajé y me senté con las piernas cruzadas escuchando cómo se remo-vía. No podía verlo, pero supuse que estaba apoyado contra la esquina opuesta. Debía de ser el mejor lugar de la celda, puesto que era el que más lejos estaba de Al. O al menos, eso me parecía.

 

Un escalofrío recorrió mi cuerpo e intenté reprimirlo. Al estaba allí. Yo estaba allí. ?Ojalá pudiera ver lo que estaba pasando!

 

—?Qué van a hacer con nosotros? —pregunté a Trent—. ?Cuánto tiempo llevas despierto?

 

?Una leve exhalación me dio a entender que había soltado un suspiro.

 

—Demasiado. ?Y tú qué crees que van a hacer con nosotros?

 

En aquel momento oí el chapoteo de una botella de agua, y la sed que sentía se multiplicó por diez.

 

—Nos cogieron —dijo Trent en un tono gris que evidenciaba que había perdido toda esperanza—. Lo siguiente que recuerdo, es que me desperté aquí.

 

Al se aclaró la garganta secamente.

 

—En este preciso instante están debatiendo si mis pretensiones sobre ti son legítimas —explicó. Yo me pregunté por qué se molestaba y la única razón que se me ocurrió es que se estuviera aburriendo y que no le gustara que lo igno-ráramos—. Tenías que demostrarles que sabías hacer rotar energía luminosa. Ni siquiera les ha importado que neutralizara la amenaza. Han decidido que tenían que meterme aquí para que recapacitara sobre lo que había hecho. Pero eso sí, en cuanto me invoquen, volveré, y una vez que te haya estrangulado, arrojaré tu cuerpo sin vida a los pies de Dali y declararé que estaba ocupándome de todo y exigiré que me indemnicen por haber interferido.

 

Seguía sin saber que me había apoderado de su nombre de invocación y que nadie lo sacaría de allí a través de las líneas, pero mi alivio momentáneo se desvaneció en cuestión de segundos. ?Qué importancia tenía? Lo averiguaría con tiempo suficiente. Entonces pensé en Jenks, y sentí como si el corazón se me cayera en las tripas. ?Habíamos estado tan cerca de conseguirlo! Dios. Esperaba que estuviera bien.

 

Al oír el ruido del agua al chocar contra el plástico, extendí la mano y, a tientas, encontré el envase que Trent me tendía. Sin molestarme en limpiar el borde con la mano, bebí un trago e hice una mueca ante el inesperado sabor a ámbar quemado.

 

—Gracias —dije devolviéndosela—. Esta es tu agua. La de tu mochila. ?Es que tenemos nuestras cosas? —Mis ojos se abrieron en la oscuridad—. ?Tienes tu linterna?

 

—Está rota. Y la tuya también. Estoy seguro de que ha sido por el efecto psicológico. Al fin y al cabo, es lo único que nos han hecho, aparte de ponernos las cintas de plata hechizada y de rociarnos con agua salada.

 

—Sí —dije sintiéndome mojada y pegajosa—. Esa parte ya me la he imaginado.

 

Sin molestarme en buscar mi bolsa, repasé mentalmente lo que había metido en ella. Nada, en realidad. Además, con la cinta de plata hechizada en mi mu?eca, ni siquiera podría encender una vela. Entonces alcé las cejas, y moviéndome con cautela, me toqué la parte inferior de mi espalda. Mis labios se separaron cuando sentí el frío plástico. ?Me habían dejado la pistola de bolas? Con el pulso acelerado, las saqué y apunté hacia donde había oído la voz de Al.

 

—Tal vez —dije retirando el seguro con el dedo pulgar— no nos consideran una amenaza.

 

—Tal vez —dijo Al— no les importa si nos matamos los unos a los otros. Si me disparas con eso, no te mataré cuando salga de aquí, sino que me dedicaré a jugar contigo. Hasta que mueras dando alaridos.

 

—Que tú no veas nada no significa que yo tampoco —dijo Al—. De todos modos, no conseguirías llegar hasta aquí, pero, si quieres, puedes desperdiciar la munición. Así me resultará más sencillo someterte cuando consiga entrar ahí.

 

No conseguiría escapar, pero aun así, coloqué de nuevo el seguro y me volví a meter la pistola en el pantalón. No era tan tonta como para creer que los demonios me habían encerrado allí sin saber que disponía de hechizos realizables. Me habían despojado de todo lo que me pudiera servir para escapar, pero me habían dado la posibilidad de defenderme. ?Nos estaban poniendo a prueba, o se trataba solo de una versión distorsionada de un reality televisivo? Me dejé caer y me golpeé la cabeza contra la pared. Lo más probable es que quisieran que arregláramos las cosas entre nosotros y, si conseguía vencerlo, Newt dispondría de nueva munición jurídica para esgrimirla en mi contra.

 

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