Fuera de la ley

—No eres más que un maldito gusano insignificante —le grité mirándolo desde arriba con su peque?o mono negro mientras mi gabardina prestada le rozaba las piernas—. ?Cómo te atreves a pagarme el viaje con información sobre mí misma? Eso podía haberlo hecho yo. La única razón por la que accedí a protegerte era porque ibas a cargar con todo.

 

—Rachel —dijo Ceri intentando calmarme y fracasando en el intento. Es-tiré los brazos para agarrarlo por las solapas, pero él se agachó a una velocidad asombrosa y tuve que hacer todo lo posible por ocultar mi sorpresa.

 

—Estoy dispuesto a aceptar el trato —dijo Minias, y yo estuve a punto de soltar un alarido.

 

—Hecho —gritó Trent haciendo que Minias esbozara una sonrisa—. Será mejor que te apartes, Morgan, de lo contrario, me llevaré a Ceri y te quedarás sin nada.

 

Presa de la ira, miré a Ceri. No se atrevería. No podía pedirle algo así. Percibí su miedo odiando a Trent aún más por amenazarla de aquel modo. Si yo no iba, lo haría ella. Aunque solo fuera por intentar ayudar a los de su especie.

 

—Eres un ser despreciable —dije apartándome de él—. Pero esto no acaba aquí. Cuando hayamos terminado con esto, tendremos que hablar.

 

—No me amenaces —dijo él. Sintiendo que la sangre me hervía de indignación, miré a mi madre, y me quedé de piedra al ver que Keasley la estaba sujetando. Tenía el rostro encendido y se la veía muy cabreada. Si no conseguía regresar, ella se aseguraría de que Trent se arrepintiera de haberme puesto en peligro, y de haber incluido a Takata. Si Trent hablaba, los demonios irían también a por él.

 

—?Qué interesante! —dijo Minias, y yo me giré hacia él—. Rachel Ma-riana Morgan protegiendo a Trenton Aloysius Kalamack y Trenton Aloysius Kalamack pagándole el viaje a Rachel Mariana Morgan. Esto no es una misión suicida para intentar matar a Al. ?Por los dos mundos! ?Qué pretendéis hacer?

 

Yo me retiré hacia el borde del círculo hasta que se oyó un agudo zumbido de advertencia. Mierda. No me había dado cuenta de que había dado demasiadas pistas sobre cuáles eran nuestras verdaderas intenciones. Con la mandíbula apretada, miré a Trent.

 

—Mueve tu jodido culo y deja que te haga la marca para que podamos lar-garnos de aquí —le exigí. Al oír mis palabras Trent palideció. En mi rabia asomó un atisbo de satisfacción, y le hice una mueca de desagrado—. Así es —dije amargamente—, vas a tener que llevar una marca y tendrás que confiar en que no cambie de opinión y te arrastre con él una vez que estés allí.

 

—No seas grosera, Rachel —me recriminó Ceri—. La ley le obliga a dejarlo en paz mientras dure la visita.

 

—Sí, claro. Y también se supone que Al debería abstenerse de molestarme a mí y a mi familia —farfullé mientras me alejaba de Minias. La adrenalina hacía que me temblaran las piernas y le hice un gesto a Trent para que se situara en el círculo central, el que todavía no había sido invocado, y siguiera adelante. El elfo se levantó, se sacudió la ropa y, con sus delgados labios fuertemente apretados, superó la línea de tiza con la barbilla levantada.

 

Ceri se arrodilló para tocar la línea y un círculo negro se interpuso entre nosotros y Minias. Por un instante hubo tres círculos, Ceri sujetaba los dos de fuera y Trent el del interior. Entonces Trent tocó el suyo y cayó haciendo que él y Minias respiraran el mismo aire.

 

El demonio sonrió y Trent se puso lívido. El corazón empezó a latirme con fuerza cuando recordé a Al haciéndome lo mismo. Mierda. ?Estaba arrastrando a los que envidiaba hasta el agujero en el que me encontraba?

 

—?Dónde la quieres? —propuso Minias, y yo me pregunté por qué lo había hecho, a menos que resultara aún más degradante verlo todos los días pensando que lo pediste tú mismo que el hecho de que te lo impusieran en contra de tu voluntad. Sentí el círculo levantado en el interior de mi mu?eca pensando que tenía que librarme de una de aquellas cuanto antes.

 

Sin dejar de apartar sus ojos de los de Minias, Trent se subió la manga de-jando al descubierto un brazo tonificado, bronceado y algo musculoso. Minias lo agarró de la mu?eca y Trent se estremeció al ver el cuchillo que apareció de improviso en su otra mano y tan solo tiró ligeramente una vez mientras le trazaba un círculo bisecado con una única línea en su interior. Me pareció percibir el olor ácido de la sangre y el rico aroma a canela. Entonces miré a Ivy y vi que sus pupilas se estaban dilatando mientras Quen la observaba con cara de asco.

 

—Háblame del padre de Rachel —dijo Minias sin soltar la mu?eca de Trent. La marca había dejado de sangrar y el elfo la miraba sorprendido al descubrir que presentaba el aspecto de una vieja herida que hubiera cicatrizado hacía tiempo.

 

—Primero tendrás que mostrarme la forma de cruzar las líneas —dijo él alzando la vista hacia Minias.

 

El párpado del demonio empezó a temblar.

 

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