Fuera de la ley

—?Rachel? —me instó, y mi corazón empezó a latir con fuerza. Casi espe-raba que Trent no fuera capaz de cerrar el trato de pagar por mi viaje y poder retirarme de aquello sin quedar como una cobarde. Pero entonces tendría que luchar por mi vida cada vez que alguien invocara a Al.

 

Ivy me puso la mano en el hombro y, sin importarme lo que pudieran pensar los demás, dejé caer la mochila y la abracé con fuerza. El olor a incienso vampírico me inundó los sentidos y, mientras cerraba los ojos para evitar que se me escapara una lágrima, inspiré profundamente y no sentí ni la más mínima punzada en mis cicatrices. La amargura se apoderó de mí y la posibilidad de que aquel fuera nuestro último adiós me partió el corazón.

 

—Nos vemos al amanecer —dije. Ella asintió y se apartó.

 

Con un nudo en la garganta y sin poder mirar a nadie, agarré la bolsa y me introduje en la losa de cemento. Entonces miré a Trent, cuyo rostro mostraba una expresión deliberadamente vacía. ?Por qué demonios me interesaba lo que pudiera pensar?

 

Ceri se introdujo en el primer círculo y yo alcé las cejas.

 

—Yo puedo ocuparme del círculo de Minias —dije. A continuación, tragué saliva, y a?adí—: A menos que creas que Newt se vaya a presentar.

 

Ella se rodeó la cintura con los brazos. Era evidente que deseaba refu-giarse en terreno consagrado, pero resultaba igual de evidente que planeaba quedarse donde estaba.

 

—Si no lo encerramos en un círculo y lo retenemos hasta el amanecer, Mi-nias te perseguirá. —Luego, tras cerrar las mandíbulas con fuerza, concluyó—: Camina todo lo rápido que puedas.

 

En ese momento eché un rápido vistazo a mi madre al recordar la tortura mental a la que le había sometido Al cuando había hecho lo mismo.

 

—Ceri…

 

—Puedo hacerlo —dijo ella. Sus ojos mostraban miedo y le toqué el brazo. No había nada a este lado de las líneas que pudiera evitar que Minias nos acusara si descubría lo que pensábamos hacer.

 

—Gracias —le dije.

 

Ella me dedicó una sonrisa temerosa.

 

—Si pasar toda una noche hablando con un demonio es todo lo que tengo que soportar para mantenerte con vida y contribuir a reparar el da?o que los demonios hicieron a mi especie, las trece horas estarán bien empleadas.

 

—Gracias de todos modos —dije preocupada.

 

—Yo cerraré el círculo exterior —dijo empezando a balbucear por los ner-vios—. De ese modo, nadie podrá interferir. Y dado que será Trent el que se ocupe de la invocación y de la negociación, hará el interior para contener a Minias. Yo me ocupare del intermedio para retenerlo y evitar que salga tras vosotros una vez que os marchéis.

 

—?Trent! —exclamé lanzándole una mirada a su encantador mono y pro-vocando que se sonrojara—. Yo puedo hacer un círculo mucho más fuerte con una mano atada a la espalda.

 

Ceri sacudió la cabeza.

 

—Trenton será el que negocie para conseguir los saltos, así que será el que sostenga el círculo —dijo ella frunciendo sus suaves rasgos al descubrir que po-nía pegas a su plan—. Y será mejor que tengas la boca cerrada mientras habla, o Minias lo utilizará en tu contra.

 

Cabreada, apreté los labios con fuerza.

 

—?Y ahora, cállate de una vez! —dijo Ceri en un arrebato de rabia. A continuación indicó a Trent que se acercara. Suspirando, este agarró con más fuerza su mochila y superó la línea de tiza exterior para unirse a nosotras. Ceri lo exhortó para que se pusiera a mi lado y, con expresión nerviosa, el elfo se aproximó aún más. Yo me pregunté hasta qué punto el mal humor de Ceri se debía a la preocupación. Le tenía terror a Newt, y Minias se encontraba solo a un peque?o paso de la chiflada diablesa.

 

En un abrir y cerrar de ojos, una brillante cortina negra de siempre jamás se elevó a nuestro alrededor a partir del círculo exterior grabado de forma permanente en el cemento rojizo. Cuando Ceri había contactado la línea cercana, había sentido un tirón en mi mente, y me concentré en evitar que el enorme huso de siempre jamás, que yo había almacenado anteriormente, se desplegara. Trent no parecía muy contento de que Ceri lo encerrara con la misma bruja que lo había entregado a las autoridades para que lo juzgaran por asesinato, y que seguramente no tendría inconveniente en entregarlo a un demonio con tal de librarse de sus propias marcas demoníacas. Confianza, pensé. él confiaba en mí, al menos, hasta un cierto punto.

 

Inspiré profundamente para calmar mis nervios, mientras miraba los otros dos círculos que tenía a mis pies. Su función era la de actuar como una especie de cámara estanca. Trent fijaría el círculo interior para contener a Minias pero, cuando nos fuéramos, caería. A partir de ese momento sería el círculo intermedio, fijado por Ceri, el que contendría al demonio.

 

Ceri miró a Trent y asintió con la cabeza.

 

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