Fuera de la ley

—Todavía puedes hacer la maldición —dijo provocando que girara la cabeza—. Todo lo que necesitas es una muestra, y yo sé dónde las guardan.

 

—?Qué? —le espetó Ivy.

 

Ceri apartó la vista de mi rostro y se la quedó mirando. Seguidamente asintió con la cabeza.

 

—Hay una muestra del ADN de Al en los archivos. Existe una de cada uno de los demonios y de sus familiares. El problema es cómo conseguirla.

 

Los zapatos de Trent volvieron a rechinar sobre la sal del suelo. Seguía allí de pie, con el rostro inexpresivo, mientras todos los demás lo ignorábamos, tratándolo casi como si fuera un estorbo.

 

—Se incluye una muestra en el registro cada vez que alguien se convierte en familiar —continuó Ceri haciendo caso omiso de su repentino silencio—. Empezaron a hacerlo cuando Newt se volvió loca y empezó a matar demonios. Era el único modo de saber a quién se había cargado.

 

Yo miré a Ivy, en el silencio que proporcionaba la ausencia de pixies, y sentí que mi cuerpo se inundaba de esperanza.

 

—?Dónde? —pregunté. Faltaba muy poco para que se pusiera el sol—. ?Donde las guardan?

 

—En un peque?o trozo de tierra consagrada en siempre jamás para evitar entrar en contacto con ellas —dijo—. Puedo dibujarte un mapa…

 

?Hay un trozo de tierra consagrada en siempre jamás? Con el corazón a mil, miré hacia el lugar en el que solía guardar mis libros de hechizos y me alegré de que estuvieran en el campanario, donde Trent no podía verlos. Entonces levanté la vista y me quedé mirando el círculo de invocación que estaba en la mesa. Tenía que hablar con Minias.

 

—Ceri, ?me ayudarías a negociar con Minias? —dije alzando tanto la voz que tuve la sensación de que proviniera de algún lugar fuera de mí. Trent me miraba estupefacto. No me importaba que creyera que trataba con demonios. Aparentemente, era lo que estaba haciendo—. Seguro que tengo algo que le interese —expliqué cuando la vi dudar, confundida—. Si se niega a conseguirme la muestra, tal vez acceda a ayudarme a viajar por las líneas para que pueda cogerla yo misma.

 

—No, Rachel —protestó Ceri, y su pelo suelto se agitó cuando me cogió las manos—. No es eso lo que quería decir. No puedes hacer eso. Ya tienes dos marcas demoníacas, y con una tercera, alguien podría reclamarlas y se apoderarían de ti. ?Me prometiste que no irías a siempre jamás! ?No es seguro!

 

Técnicamente, no lo había hecho, pero estaba asustada y la obligué a soltar-me, sorprendida.

 

—Lo siento, Ceri. Tienes razón. No es seguro, pero quedarme sin hacer nada tampoco lo es. Y dado que la vida de todas las personas que amo está en juego, tengo que tomar cartas en el asunto —concluí desplazándome de forma inestable hacia delante, pues la tensión me impedía estar quieta.

 

—?Espera! —dijo Ceri interponiéndose en mi camino. Luego miró a Ivy en busca de apoyo, pero la vampiresa siguió apoyada en la encimera con los tobillos cruzados y una sonrisa de impotencia.

 

—?Tengo que hacer algo! —exclamé. De pronto, se me ocurrió una alter-nativa—. ?Trent! —le grité haciéndole dar un respingo—. ?Tienes el teléfono de Lee? —él se me quedó mirando con sus grandes ojos verdes. Parecía desco-locado—. Quiero que me ense?e a saltar líneas luminosas —a?adí—. él sabe cómo hacerlo. Y yo puedo aprender.

 

Luego eché mano del amuleto que rodeaba mi cuello, nerviosa. Antes del crepúsculo. Tenía que aprender antes de que se pusiera el sol. ?Maldita sea! Estaba temblando. ?Qué tipo de cazarrecompensas era?

 

—él no sabe —dijo Trent con voz distante—. Se lo pregunté cuando lo pusiste en libertad y me reconoció que había estado comprándole viajes a Al.

 

—?Mierda! —exclamé. A continuación inspiré profundamente. ?Cómo iba a entrar y salir de siempre jamás sin acumular el suficiente desequilibrio para obtener algunas ganancias? Y todo eso antes del crepúsculo, porque si no hacía algo aquella noche, Al la emprendería con mi familia.

 

—Yo te llevaré —dijo Trent. Ceri se giró llevándose su peque?a y blanca mano a la boca. Trent se la agarró y, sin soltarla, me miró a mí.

 

Tal vez pueda averiguar por mi misma cómo viajar por las líneas, pensé al recordar que Newt había dicho que yo no disponía de tiempo suficiente para descubrirlo, lo que significaba que podía hacerlo. Tiempo. ?Tiempo! ?No tenía tiempo!

 

De repente, asimilé lo que Trent acababa de decir y me detuve en seco. Después me giré y advertí una expresión severa y decidida que casi conseguía ocultar por completo el miedo de sus ojos. Ceri se había soltado y parecía muy enfadada.

 

—Yo te llevaré y te traeré de vuelta, pero tienes que dejar que te acompa?e —dijo.

 

Ceri le chistó y le hizo un gesto para que cerrara la boca.

 

Yo miré a Ivy en el momento en que Jenks aterrizaba en su hombro haciendo que su pelo ondeara con la brisa que levantó el batir de sus alas.

 

—?Por qué? —pregunté sin poder dar crédito a lo que estaba pasando.

 

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