Fuera de la ley

—?Qué maja! —farfullé.

 

Entonces dejé de ignorar el pan tostado por cuestión de principios, lo agarré y lo metí en la sopa. De modo que sabía que me gustaba tomar la sopa con tosta-das. Eso no significaba que no pudiera comérmelas. Con los codos apoyados en la mesa, lo miré mientras lo masticaba. Estaba destrozada, y aquella situación era demasiado extra?a.

 

Takata bajó la vista.

 

—Quería decírtelo —dijo, y mi corazón dio un vuelco—. Hace mucho tiempo. Pero cuando Robbie se enteró, se marchó, y eso casi acaba con tu madre. No podía arriesgarme a que hicieras lo mismo.

 

Pero ?sí que te pudiste arriesgar a tomar un café conmigo hace siglos? ?Ya contratarme para tu servicio de seguridad el a?o pasado?

 

—?Robbie lo sabe? —le pregunté intentando ocultar mis celos injustificados.

 

De pronto me pareció que había envejecido, con sus ojos azules apretados, y me pregunté si, cuando tuviera hijos, tendrían los ojos verdes o azules.

 

—Me reconoció en el funeral de tu padre —explicó con una mueca de dolor sin alzar la vista de la sopa—. Tenemos las mismas manos, y él se dio cuenta.

 

Con la mano temblorosa, tomó otra cucharada de sopa mientras yo mojaba una esquina de la tostada en silencio.

 

Me sentía una imbécil. ?Dios! El a?o anterior Takata me había preguntado mi opinión sobre la letra de Red Ribbons y yo no lo había pillado. Había intentado decírmelo y yo había sido demasiado dura de entendederas para darme cuenta. Pero ?quién se iba a imaginar algo así?

 

—?Quién más lo sabe? —le pregunté con cierto temor.

 

él sonrió con la boca cerrada, casi con timidez.

 

—Se lo conté a Ripley, pero ella ya tiene un pasado del que ocuparse y no se lo dirá a nadie.

 

—?Y Trent? —lo acusé.

 

—Trent lo sabe todo —musitó. Al percibir mi inquietud, a?adió—: Su padre necesitaba una muestra de material genético para preparar tu tratamiento. El se?or Kalamack podía haber usado la de Robbie, pero la reparación habría sido más lenta y no tan perfecta. Cuando tu padre me lo pidió, accedí. No solo por ti, sino para que Robbie no tuviera un verano del que no recordara absoluta-mente nada.

 

En aquel momento fruncí el ce?o, recordando. O mejor dicho, recordando que no recordaba.

 

—De manera que Trent sabe que soy tu padre biológico, pero desconoce la razón. —Takata se recostó en la silla con su gran vaso de leche, y sus largas piernas golpearon la pata de la mesa por mi lado y la retiró rápidamente—. No era asunto suyo —dijo poniéndose a la defensiva.

 

Me sentía incapaz de continuar con mi tostada y la dejé sobre la mesa. Luego me quedé mirando la sopa, inspiré para armarme de valor y luego pregunté:

 

—?Por qué?

 

—Gracias —susurró Takata.

 

Cuando lo miré, me di cuenta de que tenía los ojos ba?ados en lágrimas, pero estaba sonriendo. Entonces dejó el vaso y se quedó mirando por la ventana, observando la luz, cada vez más intensa.

 

—Tu padre y yo conocimos a tu madre en la universidad.

 

Ya había oído aquello antes, pero no tenía ni idea de que el otro tipo fuera Takata.

 

—Me dijo que conoció a mi padre cuando se inscribió en un curso de líneas luminosas al que no tenía derecho a asistir. Según ella, se apuntó para conocer a un brujo que estaba como un tren que se colocaba delante de ella, pero que acabó enamorándose de su mejor amigo.

 

Su sonrisa se hizo más amplia, mostrando los dientes.

 

—Me encantaría saber cuál de los dos era el que estaba como un tren.

 

Confundida, me acerqué el cuenco de sopa.

 

—Pero mi padre, quiero decir, Monty, era un humano.

 

Takata asintió con la cabeza.

 

—Por aquel entonces la gente tenía muchos más prejuicios. Bueno, tal vez los mismos que ahora, solo que nadie tenía miedo de mostrarlos. Para evitar las críticas, le dijo a todo el mundo que era un brujo. Hasta que conocimos a tu madre, Monty me saqueaba el armario para oler adecuadamente.

 

Me quedé pensando unos instantes, y luego volví a comer.

 

—En cuanto a tu padre y yo… —continuó haciendo que su agradable voz llenara por completo la cocina—. No sé cómo pudimos pasar todos aquellos a?os sin matarnos. Los dos amábamos a tu madre y ella nos amaba a los dos. —Tras unos instantes de vacilación, a?adió—: Por diferentes razones. Le pa-recía tremendamente divertido que sus hechizos de olor funcionaran tan bien que ni siquiera los profesores fueran capaces de descubrir que tu padre era un humano. Su habilidad con las líneas luminosas era más que suficiente. Era una locura, los dos compitiendo por ella, y ella entre dos fuegos.

 

Yo alcé la vista y él la bajó.

 

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