Fuera de la ley

Al recordar sus ojos azules, contuve la sonrisa, aunque se volvió decidida-mente melancólica cuando consideró la posibilidad de comprarme la blusa. No la necesitaba. No tenía previsto asistir a ningún acontecimiento elegante en Un futuro cercano.

 

La cabeza de Ivy asomó por encima del perchero de al lado. Estaba muy con-centrada y sus movimientos eran tan frenéticos que estaba a punto de rozar la velocidad vampírica mientras revolvía las piezas de ropa siguiendo un criterio de clasificación que se me escapaba. Siempre nos había gustado ir juntas de compras, pero cuando le propuse salir aquella tarde me sorprendió que accediera a rega?adientes. Probablemente sospechaba que intentaba ponerla de buen humor antes de sacar a relucir lo que había sucedido el día anterior. Todavía no había dado muestras de estar preparada para hablar de ello pero, cuanto más lo retrasáramos, más patético resultaría mi razonamiento.

 

Ir de compras juntas no iba a conseguir que se pusiera de tan buen humor como para aceptar de buen grado mi promesa de no permitir que volviera a morderme, pero por algún sitio había que empezar. Por mucho que lo detestara, tenía que madurar de una vez. No podía volver a poner en peligro mi vida por algo tan efímero como el éxtasis, aunque sirviera para que mi relación con Ivy se fortaleciera. Haber recuperado la normalidad antes de que Jenks metiera las narices había amortiguado el impacto, teniendo en cuenta que había tenido que hacerle da?o para que recuperara el control de sus ansias de sangre. Jenks no se equivocaba cuando dijo que no estaba preparada, y yo no iba a correr el riesgo de verme obligada a lastimarla una vez más.

 

Había mejorado muchísimo, pero los instintos de Ivy seguían siendo mucho más fuertes que su fuerza de voluntad. Solo ese hecho no hubiera bastado para hacer que mi decisión se tambaleara, porque lo que me había hecho tomar aquella determinación habían sido aquellos aterradores segundos en los que creí que estaba ligada a un vampiro.

 

Tenía que empezar a tomar decisiones drásticas y sensatas. En un mundo perfecto tal vez hubiéramos podido hacer lo que nos viniera en gana sin con-secuencias, pero el nuestro no era un mundo perfecto. De la misma manera, en un mundo perfecto hubiera sido capaz de salir aquella noche, pero la realidad era que no podía correr el riesgo. No me fiaba de la sensatez de Tom.

 

Además, ser sensato es un co?azo, pensé con tristeza mientras miraba la blusa negra con destellos plateados. Me lo pasaba mucho mejor cuando era una irresponsable.

 

En ese momento me quedé mirando a Ivy, que tenía el ce?o fruncido. Tal vez después de tomar un café con galletas… con un bote de medio litro de helado de chocolate y plátano, por si las moscas.

 

—Esta es bonita —dijo Ivy levantando la misma blusa de encaje negro que yo acababa de descartar—. No me la pondría para el disfraz, pero me gusta.

 

—Pruébatela —le sugerí, y ella se giró hacia el probador más cercano con la pieza en la mano. Mi sonrisa se desvaneció una vez que cerró la puerta, aunque podíamos seguir hablando porque le asomaba la cabeza. Cansada, me desplomé sobre una de las butacas para novios aburridos que había enfrente y me quedé mirando el techo. Tener el cuello en tensión hizo que me tiraran las cicatrices de los mordiscos, y moví un poco el amuleto para cambiar la piel para asegurarme de que seguía en su lugar.

 

Ivy se sacó la camisa por encima de la cabeza y se puso la blusa sin mediar palabra. La música de la tienda de al lado retumbaba rítmicamente como si fueran los latidos de un corazón, y yo paseé la mirada por la tienda, una de las más populares del centro comercial, comprobando que había bastan-te gente. Después de que Ivy hubiera lanzado una mirada desafiante a la primera dependienta que se atrevió a saludar, nadie se había acercado para ofrecernos su ayuda, y yo se lo agradecía de todo corazón. ?Cómo diantre iba a explicarle que había desperdiciado un a?o entero de su vida porque no pensaba permitirle que me hincara el diente nunca más? ?A pesar de que nuestras auras se hubieran fundido? Como mínimo, se pondría furiosa. Y después se marcharía. Y entonces Jenks me mataría. Tal vez si ignoraba todo lo sucedido, se solucionaría por sí solo. Parecía una buena idea…, lo que significaba que no lo era.

 

La puerta del probador chirrió e Ivy salió de detrás de ella. Mientras posaba para mí me di cuenta de que parecía ilusionada, y aquel sutil destello de tierna emoción en sus ojos la volvía absolutamente preciosa.

 

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