ángeles en la nieve

La ley dice que las personas que entran en el país para prostituirse deben ser deportadas. Pero hoy no. Primero les procuraré a las chicas atención médica y psiquiátrica y les tomaré declaración, pero nunca volverán para el juicio. Papá le pagará a Peter un buen abogado y, al final, puede que el tipo se libre de los cargos de violación y abuso sexual.

Llamo a los servicios de Urgencias. Mientras espero, empiezo a buscar. Encuentro cocaína y Rohipnol, la droga de los violadores, y píldoras que supongo que serán GHB o éxtasis. Echo un vistazo al ordenador de papá. Parte de los archivos de vídeo están encriptados; otros, no. Supongo que papá tendrá el sentido común de encriptar sus vídeos, pero Peter encontró la llave de su guarida secreta, usó el equipo y no ha tenido la precaución de cubrirse el culo.

Hay imágenes suyas practicando sexo con diferentes personas, varones, mujeres, adultos y ni?os. En una carpeta etiquetada como ?áNGELES ROTOS? encuentro porno infantil descargado de Internet, vídeos japoneses de sexo violento, abusos y lesiones a ni?os. Peter ya ha sido procesado por abuso sexual, y la posesión de pornografía infantil es un delito grave. En resumen: que Peter está jodido, y papá no puede ayudarle sin incriminarse personalmente.

Llegan dos ambulancias. Las hermanas y Peter viajan en vehículos separados. Bajo la nevada, Valtteri y yo seguimos a las ambulancias en el coche patrulla sin cruzar palabra. En el hospital encuentro a una enfermera que habla ruso fluidamente. Me traduce y tomo declaración a las ni?as. Nos sentamos en la sala de espera y me quedo dormido durante un rato, hasta que un médico nos dice que Peter tiene que quedarse porque tiene un testículo herniado. Tanto el testículo como la nariz tienen que ser operados. No podrá caminar hasta dentro de una semana. Sugiero que le hagan las pruebas del sida, porque ha practicado sexo anal sin protección con prostitutas procedentes de Rusia, donde la enfermedad está muy extendida.

No me preocupa dejar a Peter sin vigilancia. Está temporalmente imposibilitado y, en cualquier caso, tengo su pasaporte. No puede huir a ningún sitio. Volvemos a la comisaría.

—Se resistió —comento—, y era tu deber detenerlo, pero te pasaste y estabas dispuesto a dejarle caer por la barandilla. Casi lo matas. Y no había necesidad de golpearle así.

él mantiene la mirada hacia delante y repite lo que yo le dije hace unos días:

—Si crees que tienes que dar parte de lo que he hecho, no te lo tendré en cuenta.

No estoy seguro de si está mofándose de mí.

—Supongo que ahora estamos empatados —concluyo—, pero ?estás seguro de que estás en condiciones de trabajar?

—No le habría dejado caer.

Decido dejarlo así.





32


De vuelta en la comisaría, bajo a los calabozos y abro la portezuela de la celda de Seppo. Está sentado al borde de su catre, llorando, como si no hubiera parado desde que lo dejé, hace tres horas.

—Tienes dos opciones. Puedes celebrar el funeral de Heli ma?ana o esperar a después de Navidad.

Levanta la vista y me mira con unos ojos hinchados, casi cerrados.

—?Qué crees que debería hacer?

Se me ha acabado la paciencia.

—?Por todos los diablos, era tu esposa! ?No soy yo quien tiene que decidir qué haces con ella!

—No puedo pensar —solloza—; haz lo que creas mejor.

Quizá deberíamos quitarnos esto de encima y celebrar el funeral cuanto antes. Por lo menos así no tendré que discutir más con él.

—Hagámoslo ma?ana.

Empieza a sollozar de nuevo, jadeando y gritando entre lágrimas.

—Mi esposa ha muerto y ni siquiera puedo ir a su funeral porque estoy en la cárcel.

Yo ya había pensado en eso.

—Podrás ir. Yo te llevaré.

Hace una pausa, se limpia los ojos.