ángeles en la nieve

—No estás siendo justa. Quieres dejarme como un tonto.

—Y aun así, estás a punto de resolver el caso y estarás aquí conmigo para la cena de Nochebuena.

Me tiene arrinconado, me hace sentir incómodo.

—Sé que estás enfadada, pero no hacía falta que me insultaras.

—?Quién es tu próximo sospechoso? ?Tu madre? ?Dónde estaba ella en el momento del asesinato? A lo mejor trazó este plan diabólico, esperó durante a?os la ocasión para poner en marcha su venganza contra la gente que le hizo da?o a su hijo. Podría haber sido yo. Celosa de tu ex mujer, seduje a Heikki y los dos juntos matamos a Sufia como tapadera para nuestro objetivo real. Yo le induje al suicidio para borrar cualquier rastro de mi crimen y luego acabé con Heli prendiéndole fuego. O quizá fue Pirkko Virtanen, y matar a su marido con un cuchillo fue el acto final de su escalada de asesinatos.

No sólo me siento insultado, sino también furioso, pero no quiero demostrarlo porque sé que es culpa mía. He dejado que este caso interfiera en nuestra relación. Tiene motivos para estar enfadada y no consigo articular una respuesta apropiada.

—No tienes ningún derecho a hablarme así —digo, por fin.

—Veamos qué es lo que tienes: una teoría sobre un asesinato inspirado en otro. ?Por qué? Porque tu ex mujer no habla bien inglés y porque dos mujeres asesinadas con sesenta a?os de diferencia tenían ambas deformaciones genitales. He leído algo sobre el asesinato de Elizabeth Short en Internet. Sí, hay algunas coincidencias entre ambos casos, pero las diferencias son mucho mayores. Tienes a Abdi Barre, un padre dolido y de mal carácter que ha dicho unas cuantas cosas fuera de lugar. Nada sugiere que sea un asesino que lleva ocultándose en este país casi veinte a?os. El que tu hermana y tu ex mujer murieran en el mismo lugar muy probablemente fue una coincidencia. Cosas más extra?as se han visto.

Hago un esfuerzo por no gritarle. Nunca lo he hecho y no quiero empezar ahora.

—Muy bien, genio. Ya que de pronto te has vuelto policía, explícame tú los asesinatos.

—Antes has hablado de encontrar la solución más elegante. Déjame que te diga lo que yo creo que pasó. Sufia tenía semen de dos hombres en la boca. No ha habido ninguna conjura sexual. Tenía dos amantes. Era un putón y se la chupó a los dos con pocas horas de diferencia. La nota de Heikki dice que alguien le hizo suicidarse. Hablaba de Seppo. Mataron juntos a Sufia, por amor, por dinero o por cualquier causa y, luego, por algún motivo que desconocemos, Seppo liquidó a Heli. A lo mejor está como una cabra. No parece que hayas pensado en ello.

—Eso deja demasiados cabos sueltos —replico—. Yo busco la verdad.

—Entonces te daré la verdad: emocionalmente estás hecho un asco. Tienes un aspecto lamentable. Anoche, vi al hombre más fuerte que he conocido deshacerse en pedazos porque nunca había llegado a aceptar la muerte de su hermana, y porque probablemente nunca ha querido afrontar el hecho de que su ex mujer le dejó. En vez de llorar su pérdida, la estás demonizando para no tener que admitir que la querías y que te hirió. Te estás haciendo da?o.

Me coge la mano y la apoya en su vientre.

—La verdad está aquí. Tienes dos hijos que crecen en mi interior y vas a ser un buen padre. —Me coge la otra mano y la apoya en su mejilla—. Y aquí tienes una esposa que te quiere. Necesitas curarte, pasar la resolución de estos asesinatos a otro, y quedarte conmigo para que pueda cuidar de ti.