ángeles en la nieve

—Hace un par de días que no los veo. No he tenido tiempo —miento. La verdad es que últimamente los evito.

—Eres la noticia del día, nacional e internacional. No paran de mostrar fotografías de Sufia Elmi, hablando del lío en que se ha convertido el caso de la Dalia Negra finlandesa. Dan a entender que un poli tonto de pueblo, un paleto pastor de renos, ha abusado de su autoridad y ha usado el asesinato de una pobrecilla refugiada somalí, inocente pero de gran talento, y que trabajaba duro en pos de la fama y la fortuna pese a las dificultades, para conseguir vengarse de su ex mujer y del tipo que se la follaba mientras estaban casados. Si hubieras escrito el comunicado de prensa tal como te dije, dando la cara con respecto a tu relación con el acusado y dejando luego que se cubriera de mierda, ahora parecerías el bueno de la película. Y sin embargo, podrías acabar perdiendo el trabajo por esto. O algo peor.

Ahora veo por qué Jyri es comisario superior de Policía. Entiende la política. Yo sabía que los medios me presentarían como el malo, quizás incluso como un incompetente, pero no esperaba que me crucificaran.

—?Qué debo hacer?

—Acaba con el caso y resuélvelo.

—El hijo de un amigo mío y mi ex esposa están muertos.

Hay demasiadas implicaciones emocionales y me da la impresión de que he perdido la capacidad de juicio y la perspectiva. He hecho lo que he podido, pero no puedo más. Tenía razón al principio: no tenía que haber aceptado el caso.

—Pero lo hiciste. Hay que estar a las duras y a las maduras.

—Deje que se ocupe alguien mejor preparado.

—Si dejas el caso después de haber sido condenado por la prensa por manipulación, puedes acabar siendo acusado por el asesinato de tu ex mujer. Que yo te deje seguir en el caso demostrará la confianza que tiene el cuerpo en ti. Si resuelves el caso, salvas la cara.

—Yo no lo hice, así que no pueden demostrarlo. Pueden escribir lo que les dé la gana.

—No puedes ser tan simplón.

—Supongo que lo soy.

Pega tal grito al teléfono que me duele el oído: —?Maldito capullo! ?Tienes la más mínima idea de la de mierda que estoy tragando con este jodido asesinato? Estoy intentando ayudarte y no me dejas. Cuando aceptaste este caso en contra de mi opinión, te advertí de que te hicieras cargo de las consecuencias. Ahora quiero que te rehagas y que cumplas con tu puto trabajo.

No sé qué hacer, intento pensar.

—Faltan tres días para Navidad —a?ade, bajando el tono—. Me resultaría casi imposible encontrar un equipo de homicidios y enviarlo ahí, y, aunque pudiera, tardaría un par de días en ponerse al día. Ya conoces las estadísticas. Cada minuto que pasa se reducen nuestras posibilidades de resolver el asesinato. La investigación perderá impulso, puede incluso que se nos escape de entre las manos y acabe sin resolverse. ?Quieres que pase eso?

Está tocándome la fibra, intentando manipularme, pero lo que ha dicho es cierto y yo no quiero que pase.

—No.

—Sé que es duro para ti, pero cuando me dijiste que querías el caso, mencionaste tu carrera. Tú resuelve los asesinatos de Sufia Elmi y de tu ex mujer, y yo te mostraré mi gratitud. Podrás escoger el trabajo que desees.

Pienso en lo infeliz que es Kate en Kittil?.

—Dime cómo crees que debería proceder.

—Es evidente. Todos los demás están muertos. Seppo Niemi está detenido. Arresta también a ese Eklund. Acúsalos a ambos de asesinato organizado. Ninguno de los dos es lo suficientemente duro como para enfrentarse a una acusación de doble homicidio. Uno de los dos hablará.

—?Qué hay del padre de Eklund?

—Yo juego al golf con él. Ya me ocuparé, y pediré la orden de arresto en tu lugar, para suavizar las cosas.

Tiene razón en todo lo que dice.

—Jyri, quiero agradecerle su confianza y su apoyo.

—Agradécemelo resolviendo el caso.

Cuelga.

Kate ha escuchado toda la conversación. Sacude la cabeza como si yo fuera un ni?o con el que no se puede razonar.

—Es casi Navidad —dice—. Quédate conmigo en casa; aquí se está seguro y calentito.