ángeles en la nieve

Ella apura su café. Su silencio ya es una respuesta.

—Heli, si sabes algo, deberías decírmelo. Podrías acabar convirtiéndote en cómplice, lo que implica que irías a la cárcel. No te estoy amenazando, intento ayudarte.

Se levanta, se echa la bufanda al cuello y se pone el abrigo.

—Sé que te preocupas por mí, pero estás apuntando en dirección errónea. Eres un buen tipo, siempre lo has sido. Lo había olvidado.

Salimos juntos a la oscuridad. La puerta de la cafetería

tiene una campanilla que suelta un alegre tintineo. El frío me deja sin respiración por un segundo.

—Gracias por el café —me despido, y me dirijo hacia mi coche. Ella me frena: —Kari.

Me doy media vuelta. Ella abre la puerta del BMW y me mira.

—Siento haberte hecho da?o cuando te dejé. Hubo un tiempo en que te quise.

No sé muy bien por qué, pero le agradezco que me lo haya dicho. Asiento con la cabeza, pero no sé qué quiero decir con ello. Quizá sea ?gracias?; quizá sea simplemente que he recibido el mensaje.

Heli arranca el BMW. Tengo que comprobar algo. Me acerco hasta el lateral, ella baja la ventanilla del acompa?ante y meto la cabeza para hablar.

—Hace un par de días se me ocurrió la tontería de que te habrías enterado del lío de Seppo y habías decidido librarte de Sufia. Seppo y tú aún no estabais casados. Si Seppo te dejaba por Sufia, te quedabas sin nada, por ley. Sedujiste a Heikki y jugaste con sus creencias religiosas, le convenciste de que Sufia era una ?zorra negra?, una pecadora que merecía morir, y luego los dos perpetrasteis el asesinato en connivencia.

Hago una pausa. El rostro de Heli no muestra ninguna expresión. Yo sigo.

—Heikki y tú usasteis el coche de Seppo y lo involucrasteis, luego convenciste a Seppo para que se casara contigo, le llenaste la cabeza con la historia de que tu solidaridad sería la mejor muestra de su inocencia. El matrimonio te aseguraría el bienestar económico. Llevaste a Heikki al suicidio contándole la verdad, que lo habías utilizado y que pensabas librarte de él. Por supuesto, ahora veo que todo eso no pudo ser verdad. Está claro que ha sido una estupidez.

La expresión de su rostro no cambia.

—Tienes mucha imaginación.

—Sí, es cierto. La aventura homosexual entre Seppo y Heikki es una solución mucho más sencilla. Ahí está todo. El móvil, la oportunidad. Aun así, verás que todas las piezas encajan también en la otra hipótesis, sólo que es más complicado.

Esboza una sonrisa y empieza a cerrar la ventanilla.

—Oye, un segundo —a?ado en el último momento. Se me ha ocurrido algo—. ?Cómo se escribe lasi, ?cristal?, en inglés?

—?Por qué?

—Tengo que enviarle un mensaje de texto a mi mujer y no me acuerdo.

—G-R-A-S-S.

Cierra la ventanilla y se pone en marcha. Enciendo un cigarrillo. Con el frío, las lágrimas me empa?an los ojos. Veo las luces de freno encenderse y apagarse. Heli siempre ha hablado un inglés horrendo. ?Es posible que a Sufia le metieran una botella rota por la vagina porque Heli leyó mal una página web y confundió grass, ?hierba?, con glass, ?cristal?? Me quedo un momento bajo la luz del farol, fumando y pensando.





27


Me sacudo la nieve de los zapatos y los dejo en el vestíbulo. Entro en el salón. Kate está sentada en la cama, leyendo. Sólo lleva puestos un par de pantis negros. En Finlandia las casas modernas están tan bien aisladas que, por mucho frío que haga fuera, siempre se puede ir por casa en ropa interior. Tiene en las manos su libro, Finlandés para extranjeros.

—Mit?kuuluu? —pregunta.

Me arrodillo en el suelo, a su lado. Tiene la piel blanca, pálida como la nieve. Las venas bajo la piel crean sombras azuladas en la superficie. Le toco un pecho, sigo las líneas azules con mi dedo índice.

—Rakastele kanssani —respondo yo.

—Intentaba preguntarte cómo estás.

—Y yo te he dicho que hicieras el amor conmigo.

—?Y cómo lo hacemos, con el yeso de por medio? —responde, divertida.