ángeles en la nieve

—Baja la voz, mamá, vas a despertar al bebé —le advierte.

Raila sigue con lo de las cortinas. Tiina insiste en que se calle, cruza la calle, entra en el cobertizo de Big Mikko, vuelve con una bomba de plástico para la bicicleta y le da un porrazo a Raila en la cabeza.

La sangre surca el rostro de Raila, que empieza a llorar. Tiene el cabello fino y gris. Tiina se le echa encima, le arranca un mechón y tira al suelo una mara?a sangrienta de pelo y cuero cabelludo que cae sobre la dura nieve.

Agarro a Tiina; los de Urgencias dejan a Urpo en la camilla y se ocupan de Raila. Cuando veo que Tiina se ha tranquilizado, la mando a casa. Se va, empujando su carricoche. Lo que más me impresiona es que lo que acabo de ver no me ha sorprendido lo más mínimo. La psicosis se ha convertido en moneda de cambio. Será que el frío y la oscuridad nos han vuelto locos a todos.

Papá y Big Mikko se me acercan. Nos ponemos a fumar.

—Un día raro —comenta papá.

—No tienes ni idea —respondo, levantando la vista hacia Big Mikko—. ?Tú sabías que Pirkko y Urpo vivían así?

—Hacía treinta a?os que Urpo estaba borracho y que Pirkko vivía como una desgraciada en esa casa —reconoce—. ?Qué iba a hacer yo?

Un montón de gente bebe alcohol de uso médico porque es barato, pero tiene una pureza casi del cien por cien; la gente se vuelve loca y miserable, especialmente durante el kaamos. De todos modos, Urpo no necesitaba el alcohol para comportarse como un capullo: también era un tipo rabioso y miserable cuando estaba sobrio. Sacudo la cabeza. Una mujer ha tenido que matar a su marido para conseguir que la ayuden.

Se acerca un coche y del interior sale Jaakko.

—Lo he oído por la radio —explica—. ?Qué ha pasado?

No quiero ocuparme de Jaakko ahora mismo, pero es periodista y estamos en la escena de un crimen, así que no tengo elección.

—Ha muerto Urpo Virtanen. Lo ha matado su mujer.

—?Cómo ha sido?

—Emitiré un informe policial por la ma?ana.

—Dame algo, una declaración oficial.

—Sinceramente, Jaakko, ahora mismo no me siento con fuerzas.

—?Te importa si tomo unas fotos?

—Haz lo que quieras fuera, pero no entres en la casa.

Parece mosqueado.

—Creo que ayer el hijo de tu sargento se suicidó.

—Sí. Los últimos días han sido tristes para el pueblo.

—Por fin —exclama—, una declaración. ?Tienes idea de por qué?

—?Es que alguna vez llegamos a saber por qué se mata la gente?

—Está bien. ?Quieres hacer algún comentario sobre la boda de tu ex mujer?

Me coge por sorpresa. Seguro que era su intención.

—?Qué boda?

—Se ha casado con Seppo Niemi hoy mismo, en el juzgado. Lo arrestas por asesinato, lo sueltas y se casa con Heli al día siguiente. Me parece curioso.

A mí también. Necesito tiempo para digerir aquella noticia y considerar por qué se han casado.

—Me ha llamado esta tarde para hacer una declaración —prosigue Jaakko—. Dice que Seppo lleva muchos a?os pidiéndole que se case con él, y que por fin hoy lo ha hecho, en se?al de apoyo tras su arresto injustificado.

—Muy noble por su parte.

—También dice que, cuando lo arrestaste, paraste el coche en el arcén y le apuntaste con una pistola en la cabeza. ?Es eso cierto?

Seppo no podía mantener la bocaza cerrada.

—Deberías preguntárselo a Seppo.

—Ya lo he hecho.

—?Y qué ha dicho?

Hace una pausa, se toma un momento, buscando el modo de pillarme, pero no lo consigue.

—Dice que eso nunca ocurrió.

—Entonces, ?por qué me lo preguntas?

Me recuerda a un perro intentando sacar a un conejo de su madriguera.

—Porque creo que es cierto. Creo que aquí hay mucho en juego. Creo que la investigación del asesinato de Sufia Elmi se está viendo afectada por sentimientos personales y antiguos odios.

—Eres libre de pensar lo que quieras, pero ten cuidado con lo que publicas. Dentro de uno o dos días se aclararán muchas cosas.