ángeles en la nieve

Casi todos los finlandeses saben de alguien que se ha suicidado. Lo normal es sentir dolor, especular sobre las causas y hablar de nuestro amor por la persona desaparecida. Luego enterramos a los muertos y raramente volvemos a mencionarlos. No sé si es debido a nuestro dolor por la pérdida, o por el sentimiento de culpa, pues quizá pensamos que no les hemos prestado la ayuda que necesitaban para seguir con vida. A los suicidas sólo se les pone una peque?a esquela en el periódico, como para minimizar la pérdida, para negárnosla. El minúsculo tama?o de las esquelas es una muestra de la vergüenza que supone.

—Hay mucho de cierto en lo que dices. No puedo pasar por alto los problemas de la vida en el norte, y son muchos, pero ésta es mi casa y aquí está mi corazón. Si te quedas el tiempo suficiente y aprendes el idioma, para que puedas entender la cultura, tal vez llegues a querer a Finlandia por alguno de los motivos que te hacen odiarla ahora, el silencio, la soledad, incluso la melancolía, como yo.

—?El idioma! —Empieza a ponerse furiosa—. No hablo finlandés, pero sé lo suficiente como para ver que es un reflejo de vuestra cultura. ?En el habla coloquial, habláis de otras personas con artículo neutro, como si fueran cosas! Eso ya dice mucho, ?no crees?

—Kate, soy un poli de mediana edad con una pierna mala. No sé si podría obtener un trabajo en Estados Unidos o no, pero estoy bastante seguro de que, aunque lo obtuviera, no se me daría bien. Hablo inglés, pero no entiendo tu cultura. No puede dárseme bien. Esos pocos meses que pasé en Estados Unidos trabajando en mi tesis para el máster me sentí como un pez fuera del agua, igual que tú ahora.

—Con lo que yo gano no importa si trabajas o no.

—Me importa a mí. Además, cuando nazcan los gemelos, estarás de baja por maternidad. Podíamos hablar de ello entonces.

—?Qué tiene que ver mi baja de maternidad?

—Son ciento cinco días lectivos, es mucho tiempo.

—?De qué estás hablando? No voy a estar de baja por maternidad varios meses.

—?Por qué no? Todo el mundo lo hace.

—?Significa eso que estoy obligada?

Por mucho que quiera a Kate, a veces las diferencias culturales entre nosotros me desconciertan.

—Supongo que no. Es que nunca he oído que nadie la desaprovechara. ?Qué es lo que hacen las madres en Estados Unidos?

—Nos tomamos unas semanas, buscamos ayuda para cuidar del ni?o y volvemos al trabajo, y eso es lo que pienso hacer. ?Me estás diciendo que no a lo de irnos de aquí? ?Ni siquiera te lo plantearás?

Mi reacción automática cuando alguien intenta obligarme a hacer algo es obrar en sentido contrario. Procuro mostrarme razonable.

—Eso suena a ultimátum.

—Kari, no es un ultimátum. Yo nunca te dejaría. Sólo quiero saber si te lo plantearás o no.

No quiero decirlo, pero, para mí, la felicidad de Kate es más importante que la mía propia.

—Me lo plantearé.

Dejamos el asunto y nos preparamos para irnos a la cama. Siempre que vamos a dormir, Kate apoya la cabeza en mi hombro y nos abrazamos. Esta vez también lo hacemos, pero aún siento la tensión entre nosotros, como imanes que se repelen en lugar de atraerse. Nunca he sentido eso antes con Kate, y me preocupa.





23


El teléfono suena a las nueve de la ma?ana.

—?Dónde os habéis metido Valtteri y tú? —Es Jussi.

Le cuento el asunto del suicidio de Heikki, de la nota, y mis sospechas.

—Joder —responde.

—Valtteri y Maria están destrozados.

—?Crees de verdad que la nota del suicidio era una confesión?

—Quizá. Probablemente.

—?Por qué iba a hacerlo?

—No vale la pena especular. Esperemos a ver si el ADN lo sitúa en la escena del crimen. ?Qué habéis encontrado Antti y tú?

—Antti ha registrado el coche de Eklund y ha encontrado restos de sangre y de semen. Los ha enviado a Helsinki para que los analicen. La coartada de Eklund encaja, pero no estoy convencido. Si se hubiera escapado del Hullu Poro un rato, hubiera matado a Sufia y luego hubiera vuelto, no tengo claro que nadie se hubiera dado cuenta.

El caso está entrando en su quinto día y no he tenido una noche de sue?o decente desde el primero.

—Mira, sólo he dormido dos horas. Todos estamos cansados. Vamos a tomarnos la ma?ana de descanso y retomamos el caso esta tarde, cuando lleguen los resultados del ADN.

—?Quieres que pase a ver a Valtteri y Maria? No sé qué decirles.