ángeles en la nieve

él se gira y me pone los brazos sobre los hombros. Se echa a llorar. Llora y llora, y yo lo abrazo hasta que saca todo lo que lleva dentro.

Entramos los tres. María está sentada en el sofá, conteniendo el llanto. Tiene el pelo gris enmara?ado, sobre el rostro, humedecido por las lágrimas. Kate se acerca renqueando, se coloca a su lado y la abraza. María llora apoyada en su hombro. Es la primera vez que se ven.

—?Dónde está Heikki? —pregunto.

—En la bodega —responde Valtteri, limpiándose el rostro—. María lo encontró cuando fue a poner la secadora.

—?Dónde están tus otros hijos?

—Los mandé con los vecinos.

—Tú quédate aquí. Yo voy abajo y me ocupo de Heikki. ?Te parece bien?

—No —responde—. No, no, no. No puedes bajarlo tú solo. Tengo que ayudarte. Es mi chico. —Se echa a llorar de nuevo, histérico, y empieza a hiperventilar. María no está mucho mejor.

—De acuerdo.

Lo rodeo con un brazo y bajamos juntos a la bodega. Es una combinación de lavandería y trastero, húmeda e iluminada con una única bombilla desnuda. Heikki ha usado un trozo de cuerda de tender y cuelga de una viga en el centro del sótano. Los pies le cuelgan sobre un taburete tumbado. Tiene la cara negra y la lengua fuera. La bodega huele a heces. Heikki ha debido de hacérselo encima en el momento de morir.

Valtteri se lo queda mirando, se sienta en el suelo, se agita adelante y atrás; no para de llorar.

Heikki es grande, pero no necesito ayuda. Pongo el taburete en pie y me subo. Lo levanto lo suficiente para eliminar la tensión de la cuerda y la corto con una navaja. Lo tiendo en el suelo, le cruzo los brazos y le cierro los párpados. Luego lo cubro con una sábana blanca del cesto de la lavandería. Al hacerlo, observo media hoja de papel en el suelo, y la recojo: Han sai minut tekem??n sen. El finlandés no tiene indicadores de género, así que la nota de suicidio de Heikki se puede interpretar como ?La culpa es de él? o como ?La culpa es de ella?.

Por otra parte, podría suponer que alguien le llevó hasta el suicidio, o que ha cometido un acto tan terrible que sentía que sólo la muerte podía darle paz. Su religión garantiza una eternidad en el Infierno a los que cometen el pecado del suicidio. ?Qué atrocidad puede haberle causado tal sentimiento de culpa? En mi interior salta la alarma, un mal presentimiento. Me pregunto si ha tenido algo que ver en el asesinato de Sufia.

Me hago una imagen mental de Heikki llorando sobre el cadáver de Sufia. Ha estado en mi casa, a solas con Kate. Reprimo un arranque irracional de rabia hacia Valtteri por mandármelo.

Me siento en el suelo, a su lado.

—?Has visto esto?

Asiente.

—?Sabes qué puede significar?

Niega con la cabeza.

—Valtteri, lo siento, pero esto podría ser una confesión de asesinato.

él asiente, también había pensado en ello, y eso refuerza mis sospechas.

Cuando Valtteri me ha llamado, me ha dicho que lo sentía. Una posible lectura de esta nota es que su padre o su madre le llevaran hasta el suicidio tras descubrir que era un asesino. Valtteri y Maria quieren a sus hijos más que a su vida, pero, aun así, no puedo eliminar esa posibilidad.

—Voy a tener que investigar —le anuncio.

Levanta la vista y le tiembla el labio superior.

—?Significa eso que Maria y yo tenemos que irnos?

—No. Con toda la familia entrando y saliendo constantemente, no hay motivo para considerar la casa como un potencial escenario del crimen. Pero voy a tener que mirar en su habitación y llevarme algunas cosas.

—Ya.

Acompa?o a Valtteri arriba y llamo a una ambulancia. Los médicos se llevan a Heikki al depósito, pero antes de irse les dan tranquilizantes a Valtteri y a Maria. Kate se sienta con ellos. No hay nada que pueda decir para tranquilizarlos, pero su presencia les obliga a ser fuertes.