ángeles en la nieve





20


Voy por el vecindario mostrando las fotos de Seppo y Peter. Nadie los reconoce. Visito a Eero y Martta. Eero me invita a pasar y yo acepto. De la cocina sale un aroma a cardamomo, mantequilla fundida y azúcar. El árbol de Navidad está encendido y el fuego arde en la chimenea.

Martta sale de la cocina y me saluda, luego trae café y unas pastitas, pulla, recién hechas. Le pregunto a Eero si el coche que vio salir de la finca de Aslak era de color grafito o negro.

—Estaba demasiado oscuro —dice—. Además, yo estaba hablando por teléfono, así que no presté atención.

Le pongo las fotos de las ruedas de radio simple y radio doble sobre la mesita del café.

—?Te acuerdas por casualidad de qué tipo de ruedas llevaba el coche?

Se?ala las de radio simple.

—éstas.

—No debían de verse muy bien —insisto—. ?No estaba el coche en movimiento?

—Se detuvo en la salida de la finca —recuerda—, antes de tomar la carretera. Pese a la oscuridad, brillaban mucho.

Los pulla de Martta son deliciosos. Me sirvo otro. Sulo, su jack russell terrier, se me sube al regazo de un salto. Lo acaricio mientras chismorreamos sobre los vecinos.

De vuelta a casa, paso por el videoclub y alquilo las películas de Sufia. Luego voy a la tienda y compro unas patatas y unos bistecs. Mientras cocino, pongo al día a Kate, que está sentada a la mesa de la cocina con la pierna apoyada sobre una silla.

—Parece que ese tal Eero es todo un personaje —comenta—, pero si es esquizofrénico y habla con gente imaginaria, probablemente no esté medicándose. ?No es un peligro para sí mismo?

—Martta lo tiene controlado y, además, esto es una comunidad peque?a. Todo el mundo está acostumbrado a él. La gente lo tiene más por un excéntrico que por un enfermo.

Ella suelta una risita.

—En Estados Unidos, emiten anuncios en la tele de Viagra, cirugía plástica, antidepresivos... Te preguntan: ??Te sientes cansado por las ma?anas o tenso en el trabajo o tienes dificultades para dormir por la noche...??. Para cuando acaban con la lista de síntomas, todo el mundo tiene uno u otro. La gente cree que está deprimida y va corriendo al médico a pedirle medicación. Aquí, tenéis a un tipo que habla con amigos imaginarios desde una cabina y no sólo no se le da tratamiento, sino que se desconecta la línea pero se le deja la cabina para tenerlo contento. Esto sí es una comunidad: me encanta.

—El norte de Finlandia tiene sus cosas buenas.

—En cuanto al caso —a?ade—, ?qué opinas de ese Peter Eklund?

—Creo que lo odio —confieso—. Su familia es rica desde hace siglos, desde que Finlandia era una provincia sueca, y eso le da una sensación de poder que no ha hecho nada para ganarse. Es ese modo de pensar lo que hizo que yo tuviera que estudiar sueco en el colegio, aunque sólo el cinco por ciento de los finlandeses pertenecen a la minoría que habla ese idioma. Yo no tengo nada en contra de los finlandeses que hablan sueco, pero, en particular, muchos de los ricos de Helsinki creen que los demás estamos ahí para responder a sus antojos. Tal como dicen en sueco, Peter se cree que él es b?ttre folk, y que puede hacer lo que le da la gana sin importarle nadie más.

—Tienes razón acerca de Heli —opina Kate—. Tenía un motivo, pero ?la crees capaz realmente de cometer un asesinato tan brutal?

—No puedo imaginarme a nadie haciéndolo, pero tal como le dije a Valtteri, alguien lo hizo. Veamos qué encontramos. Además del móvil, hace falta la ocasión. A ella no le habría resultado fácil sin la ayuda de un cómplice.

—Valtteri tiene razón —observa ella—. Si investigar a Seppo te ha traído tantos problemas, investigar a Heli podría hacer que te despidieran.

—Lo sé.

—No tienes por qué hacerlo. Podrías pasarle las pruebas a otro inspector. Tal como dijo el jefe, puedes alegar conflicto de intereses.

La carne está crepitando; le doy la vuelta a los bistecs.