ángeles en la nieve

—Si la cosa va demasiado lejos, me lo plantearé.

Pongo Lo inesperado, la primera película de la trilogía de Sufia, en el reproductor de DVD. Comemos frente al televisor para verla.

Sufia hace el papel de una joven atractiva pero inocente, perdida en la vida nocturna de Helsinki. Se ve implicada en un lío con un joven triunfador, atractivo pero sin escrúpulos, que la utiliza. Al final, acaba con un joven triunfador y atractivo que sí la valora. Además de encontrar el amor, se encuentra a sí misma y es feliz. La interpretación de Sufia es buena. Es lo único que se salva de la película.

Kate se duerme antes de que acabe. La llevo a la cama y pongo Lo inesperadoII. Es muy parecida a la primera. Plantea una trama de varias historias que muestran la vida de varios jóvenes profesionales en Helsinki. Esa fina capa de barniz esconde una película de porno blando en la que siete personas tienen encuentros sexuales cruzados. Algunas de ellas encuentran la felicidad, otras no.

En Lo inesperadoIII, los deseos románticos y sexuales de Sufia se encuentran con el obstáculo de sus estudios. Quiere convertirse en ministra de la Iglesia luterana. Paso las escenas rápidamente para ver sólo en las que aparece Sufia. En la mayoría, su inmaculada piel oscura contrasta con una lencería blanca transparente. Su gran amor de la segunda película acaba en la cárcel, pero en la escena final Sufia se casa con otro pretendiente y encuentra un amor aún mayor y se siente todavía más realizada. La feliz pareja acaba alejándose en un BMW 330i.

Las películas no son de bajo presupuesto, pero el productor tampoco se ha gastado una fortuna en ellas. Gran parte de los decorados y del atrezzo se han reutilizado. Echo otro vistazo a Lo inesperado y Lo inesperadoII. En las tres películas, la imagen de la felicidad es una pareja en un BMW 330i. Me pregunto si eso ha sido idea del productor o del director.

Ahora los últimos episodios de la vida de Sufia empiezan a tener sentido. Creo que ha intentado hacer realidad gran parte del guión de sus películas, hasta el punto de buscar hombres que tuvieran un BMW. Me pregunto si habrá tenido conciencia de ello. Quizá no se haya dado cuenta, pero parece que ha convertido el coche en símbolo de riqueza, éxito y felicidad. Nadie la conocía; quizá ni siquiera ella se conocía a sí misma. Quienquiera que fuera Sufia, el ángel en la nieve, ha desaparecido para siempre.





21


Me dispongo a meterme en la cama cuando, de pronto, suena el teléfono. Miro el reloj; las doce menos cuarto. Es Valtteri. Respondo y le oigo llorar. Está intentando hablar, pero no logro entender lo que dice. Solloza respirando entrecortadamente.

—Valtteri, no te entiendo. Intenta calmarte.

—Ya no puedo ayudarle —dice—. Se ha ido.

—?Quién?

—Está frío, ya no puedo ayudarle.

Me está asustando.

—Valtteri, ?qué ha sucedido?

—Mi hijo, Heikki. Se ha colgado —responde, gimiendo con tal fuerza que se ahoga.

Valtteri quiere a su familia sobre todas las cosas. Está viviendo una pesadilla.

—Mierda. Voy para allá.

—?Qué hago? —pregunta, sin apenas resuello—. ?Puedo bajarlo?

—No. ?Está contigo Maria?

—Sí. Ella... Lo ha encontrado ella.

—Tú quédate con ella y espérame.

—Gracias... Lo siento.

Cuelgo y despierto a Kate.

—Ha habido una emergencia. El hijo de Valtteri, Heikki, se ha suicidado. Me gustaría que vinieras conmigo, para acompa?ar a su esposa, María, mientras veo qué ha sucedido.

Nos vestimos a toda prisa y salimos a la calle. Cuando llegamos a la casa de Valtteri, está descalzo, sentado en los escalones del porche en camiseta y pantalones de chándal. Estamos a doce bajo cero. Ayudo a Kate a salir del coche y a apoyarse en las muletas. Resbalan sobre el hielo y le cuesta mantenerse en pie. La acompa?o hasta el porche y me siento junto a Valtteri.

—Lo siento muchísimo.