ángeles en la nieve

—Peter Eklund tenía un lío con Sufia —prosigo—. Por eso ella no quería que fueras a su habitación. Había botellas de Peter por todas partes.

Analizo su reacción. Parece herido, como si la idea de que Sufia le traicionara le doliera y le desconcertara. Me pregunto hasta qué punto es buen actor.

—?En serio? —pregunta.

—En serio. Creo que no es que le gustara ser tu amante, sino que te utilizaba.

—Esa puta ingrata —murmura.

—Algunas personas no saben valorar lo que tienen —apostillo. Luego corto en seco—. Eso es todo por ahora.

Le doy las gracias a Seppo por su cooperación y le pido disculpas por las molestias. Le devuelvo las llaves de su coche y le acompa?o hasta el garaje.

—Si necesitas algo... —se ofrece—, lo que sea. Sólo tienes que pedirlo.

Abro la puerta del garaje y los periodistas empiezan a rodearnos como un enjambre.

—Hasta pronto —me despido, y agito la mano mientras Seppo se aleja.

No he traído el abrigo, y afuera hace un frío de narices. Los periodistas empiezan a hacerme preguntas, pero mi declaración es muy breve: —Esa persona que acabáis de ver marcharse ahora mismo es Seppo Niemi. Ha presentado una coartada y lo he soltado. Ahora estamos siguiendo otras vías de investigación.

Ellos siguen gritando. Les cierro la puerta del garaje en las narices y vuelvo a la comisaría.

Ya dentro, relato mi charla con Seppo y trazo los planes para el futuro: —Hemos avanzado mucho. Sabemos dónde estaba Sufia cuando la secuestraron. Dado que, tal como ha admitido él mismo, el vehículo de Seppo estaba en el aparcamiento, pudo ser usado para cometer el crimen. Las lágrimas son la clave. Dan a entender que Seppo tuvo un cómplice. Quien las haya derramado tiene alguna relación con Seppo. Es posible incluso que éste no estuviera presente cuando se cometió el crimen. El lío de Sufia con Peter le da un móvil. Seppo pudo encargar que la mataran.

Finjo tener una seguridad que no siento. Ayer parecía que habíamos resuelto el caso en cuarenta y ocho horas. Ahora estamos estancados.

—Tenemos que seguir la pista de Peter Eklund con el mismo rigor que en la investigación de Seppo. El coche de Peter también estaba en el aparcamiento. Antti, regístralo tú.

Parece decaído. Ya no hace falta que le diga que no puede tomarse vacaciones.

—Jussi, tú ve al Hullu Poro. Comprueba si Peter estaba allí en el momento del asesinato. Pregúntales al personal y a cualquiera que haya estado por el bar los últimos días. Si encontramos pistas en su coche o no podemos confirmar su coartada, consideraremos su casa como otro posible escenario del crimen. Valtteri, tú sigue buscando sospechosos en la zona: racistas reconocidos, violadores, hombres dados a la violencia. Yo me llevaré fotos de Seppo y de Peter y peinaré otra vez Marjakyl?. Y Valtteri, tú ven a mi despacho, quiero hablar contigo.

—En cuanto a Marjakyl? —me dice Valtteri en cuanto estamos solos—, tu padre no estaba trabajando en el bar cuando Sufia fue asesinada. Me pediste que lo comprobara.

—Entonces se lo preguntaré yo mismo. Quiero hablarte de Heli.

—?Qué le pasa?

—Cuando se fue de Kittil?, dijo adiós muy buenas y nunca volvió. Por lo que yo sé, no ha estado aquí desde que nos divorciamos. Odiaba a su familia. Cuando estábamos casados, sólo venía por aquí cuando yo quería ver a los míos. Seppo siempre venía solo. Ahora me dice, palabras textuales, que ?está redescubriendo sus raíces?. ?La has visto en la iglesia?

—Sí, así es —confirma Valtteri—. Asiste regularmente.

—?Por qué no me lo mencionaste?

—No me gusta sacar a colación a tu ex mujer, no es cosa mía. —Hace una pausa—. Tú no creerás que Heli pueda haber tenido nada que ver.