ángeles en la nieve

—?De dónde sacaste la información sobre la escena del crimen?

—Eso no puedo decírtelo.

—?Cuánto le pagaste al auxiliar forense?

Hace caso omiso a la pregunta.

—Me gustaría entrevistarte sobre el caso.

—Estoy ocupado. Vete.

—Hoy tu ex mujer ha llamado al Ilta-sanomat.

Debería de habérmelo esperado.

—Dice que te dejó por Seppo Niemi, y que tú le has arrestado por el asesinato de Sufia. Dice que estás intentando incriminarlo. ?Quieres hacer algún comentario?

—No —respondo, tajante. Se me ocurre algo—: ?Cómo es que el caso de Sufia te recordó el de la Dalia Negra?

—Te lo diré si me respondes unas preguntas.

—Ni hablar. Puedo encontrar la información sobre la Dalia Negra por mi cuenta.

—Y yo puedo informarme sobre la investigación sin ti. Y también sobre este asunto entre tú y Seppo Niemi.

—Adelante.

Se da la vuelta y se dispone a marcharse, pero se gira de nuevo.

—Aún te estoy agradecido por la información, así que te diré esto: a la Dalia Negra, Elizabeth Short, la dejaron tirada en un solar en Los ángeles. Sufia fue asesinada en un campo nevado, que viene a ser el equivalente aquí. Short fue cortada por la mitad y Sufia tenía un profundo corte en el abdomen. Y a ambas les cortaron un trozo del pecho. A las dos les habían escrito algo con un cuchillo en la piel. Los crímenes no son exactamente iguales, pero se parecen lo suficiente como para que me lo recordara. Y lo más importante: a Sufia le habían seccionado los genitales, y Short tenía un defecto de nacimiento en los suyos. ?Qué me he ganado?

—Nada de entrevistas. Pero te seguiré enviando informes policiales por fax.

Antti entra en mi despacho. Han llegado los resultados del laboratorio sobre la casa y el coche de Seppo. Se sienta a mi lado y los examinamos juntos. El ADN del cepillo de dientes de Seppo encaja con el del semen de la vagina y de la boca de Sufia. También bebió de un par de botellas y se fumó alguno de los cigarrillos hallados en la habitación de ella.

Los registros de ADN de la base de datos de delitos sexuales confirman la historia de Peter Eklund. El resto de las botellas y de las colillas son suyas. La sangre del asiento trasero del coche de Seppo pertenece a Sufia, y el semen es de Seppo. Las muestras de pelo del coche son de los dos. El origen de las lágrimas halladas sobre el rostro de Sufia sigue siendo un misterio.

Salimos a la sala común. Valtteri y Jussi están almorzando.

—Las botellas de cerveza de la nevera de Seppo y la usada en el ataque contra Sufia son del mismo lote —me informa Jussi—. Se vendieron en un quiosco a menos de un kilómetro de la casa de Seppo.

Les pongo al día, les cuento lo de las lágrimas sobre el rostro de Sufia, lo de mi visita a Peter Eklund y lo de la conversación telefónica de Seppo.

—Analicemos la cronología —propongo—: Aslak informó del asesinato a las dos y veinticinco de la tarde. Vio un vehículo que se iba e hizo la llamada cuando encontró el cuerpo de Sufia. Digamos que tardó tres minutos en hacerlo. Eso pone al vehículo en la carretera a las dos y veintidós. Cuando yo salí del Hullu Poro, conduje al límite de velocidad permitido y llegué a la finca de Aslak al cabo de doce minutos. Si Seppo la mató y volvió enseguida al hotel, eso le sitúa allí a las dos y treinta y cuatro. Llama a su colega a las dos y cuarenta y uno. ?Qué pensáis?

—Es justo —opina Jussi—, pero posible.

—Eso de la zorra negra... —dice Anti—. No creo que sea una coincidencia.

—Yo tampoco —coincido—, pero tampoco es definitivo.

—Mi problema —interviene Valtteri— es que no creo que Seppo sea capaz de cometer una carnicería con una chica y luego volver a su habitación y reírse de ello con su colega para procurarse una coartada. Si fuera un asesino en serie y estuviera acostumbrado a matar, quizá sí, pero ?Seppo?