ángeles en la nieve

—En la autopsia se le ha encontrado semen tuyo en la boca.


Espero que eso le sorprenda y le asuste. Se encoge de hombros.

—Me hizo una mamada esa ma?ana.

—Te lo tomas muy tranquilamente.

—No es gran cosa. Conocí a Sufia hace una semana, en Hullu Poro. Me la tiré aquella misma noche.

—?Dónde?

Se ríe.

—En todas partes. En el ba?o de mujeres del bar, en mi coche, en su habitación.

—No pareces muy afectado por su muerte.

—Bueno, no es que la conociera. Me gusta beber y follar. Sufia no bebe, pero le gusta..., le gustaba follar. Tras el segundo polvo me pidió si le podía prestar algo de pasta. Entonces entendí de qué iba. A partir de entonces, cada vez le daba cien o doscientos. Siempre lo llamábamos préstamo. Supongo que quedé con ella para follar unas cinco veces, me quedé a dormir en su habitación dos o tres veces. No me acuerdo muy bien.

—Me estás diciendo que le pagaste por el sexo.

—Inspector —responde, aparentemente satisfecho de sí mismo—, valía hasta el último céntimo. Tenía ese co?o tan curioso... y, joder, le encantaba usar la boca.

—Supongo que te refieres a que le faltaban los labios menores.

—?Los qué?

—Los labios de la vagina. Se los habían extirpado.

—?De verdad? —Vuelve a reírse—. Pues eso.

Peter debe de ser la basura más inmunda con la que me he encontrado nunca.

—?Dónde estabas tú a las dos de la tarde el día de su asesinato?

Se?ala hacia el salón principal.

—Mis colegas vinieron de Helsinki y su avión llegó sobre las doce. Les recogí en el aeropuerto y hemos estado por ahí desde entonces. Pasamos toda la tarde en el Hullu Poro.

—?Cómo llegaste al bar?

—En mi coche.

—?Conoces a Seppo Niemi?

—Un poco. Me lo he encontrado en discotecas en Helsinki y he hablado con él en el Hullu Poro un par de veces. Sufia estaba con Seppo cuando la conocí. él se emborrachó demasiado y se fue. Sufia me dijo que había salido con él. Aquello no me molestó lo más mínimo. Es un capullo.

—En su habitación había un montón de botellas vacías. ?Eran todas tuyas?

Esboza una mueca como de ni?o travieso.

—La mayoría.

—Tengo que llevarme tu coche.

El alcohol le da alas. Se pone de pie y levanta la voz.

—?Venga, hombre, te he dicho lo que querías saber!

—Cállate y siéntate.

Obedece.

—Como practicaste sexo con Sufia en el coche, es un escenario potencial del crimen. Te lo devolveré dentro de un día o dos.

—Es una putada —protesta, al tiempo que me da las llaves.

—Puede que te esté salvando la vida al no dejarte conducir, jodido borracho. Vuélvete a la cama. Ya he acabado contigo.

En el salón de delante, zarandeo a sus amigos para despertarlos. No se mueven, así que les suelto un grito. Se enderezan y me miran como si estuviera loco. Se?alo a uno de ellos.

—?A qué hora llegó vuestro avión el martes?

—?Y tú quién co?o eres?

—Soy un poli cabreado que va a arrestaros a todos por la coca de la mesa de la cocina si no respondéis a mi pregunta.

En el rostro del chaval se dibuja una especie de mueca. En los ojos de Peter veo miedo. Los metería a todos entre rejas, pero el jefe ha dicho que nada de detenciones sin pruebas sólidas de asesinato. Supongo que debo fiarme de su buen juicio.

—Sí, cara de culo —insisto—. La he visto. Tienes suerte de que ahora mismo tenga otras cosas que hacer.

—Llegamos a las once cincuenta y ocho.

—?Cómo vinisteis desde el aeropuerto hasta aquí?

—Peter nos recogió.

—?Estuvisteis con él toda la tarde?

—Sí.

—?Dónde?

—En el Hullu Poro.

Compruebo sus carnés y tomo nota de su información de contacto.

Sus botas están en el recibidor.

—?Cuáles son las tuyas? —le pregunto a Peter.

él las se?ala.

Las recojo. Son del 43, coinciden con las huellas de la escena del crimen y son de la misma talla que las de Seppo. Además, tanto él como Seppo fuman Marlboro Lights.