ángeles en la nieve

—Sabes que yo nunca te haría algo así. —Me acaricia el pelo de nuevo.

Supongo que el miedo fue lo que hizo que tardara tanto en volver a plantearme una relación seria otra vez, pero ya no tengo miedo.

—Lo sé...

Es difícil hablar de esto. Hago una pausa e intento encontrar las palabras.

—Cuando miro hacia atrás, me parece raro. Al principio mi plan era matar a Seppo y entregarme. La Policía finlandesa es competente. No pensé que pudiera escapar.

De hecho, a mí se me han entregado tres asesinos. Me dijeron que lo sentían y me pidieron que los arrestara. Es algo común en este país.

—Decidí estudiar para Policía y aprender cómo cometer un asesinato. No es fácil evitar a la Policía. Las investigaciones de asesinato en Finlandia tienen un índice de éxito del 95%. Por supuesto, el motivo real por el que no le maté era que, en el fondo, nunca quise hacerlo, pero eso es lo que yo me decía. El dolor me tenía trastornado.

—?Cuánto tiempo fuiste a terapia?

—Un a?o, más o menos, pero abandoné la idea de matar a Seppo mucho antes. Descubrí que me gustaba estudiar. No podía trabajar como poli de calle con una pierna mala, pero podía ser oficial. Decidí sacarme el título y dedicarme a ello. Trabajé y estudié a la vez.

Junto a la Medicina, la carrera policial es la más admirada en Finlandia. Sus fuerzas del orden son de las mejores del mundo y la corrupción prácticamente es inexistente. Como inspector, soy uno de los miembros más respetados de la comunidad. Puede que sea vanidad, pero me gusta esta posición.

Kate suelta una risita.

—Así que si no hubieras deseado convertirte en asesino, no habrías llegado a inspector.

—Ya había matado a alguien, y el sentimiento de culpa contribuyó en gran medida a mi depresión, pero sí, es una paradoja.

—No eras más que un ser humano que sufría un gran dolor —me dice, abrazándome fuerte—. Eres un buen hombre, Kari, y te quiero por eso.

Qué curioso que tuviera tanto miedo de contarle la verdad. No había motivo.

—Gracias, Kate. Yo también te quiero.

—Parece que Heli tiene algún tipo de trastorno narcisista —observa.

—Eso es lo que pensaba mi terapeuta.

—No tienes que preocuparte por que toda esta vieja historia pueda llegar a un tribunal. Tú eras el bueno. En cualquier caso ella quedará como una bruja indeseable.

—?Tú crees?

—Estoy segura.

Se levanta de la cama y, apoyándose en las muletas, va hasta la cocina. Me trae una botella de cerveza. Sonrío al ver todo el esfuerzo que ha hecho para traerme una cerveza.

—Voy a pedir una pizza —anuncia.

Miro la botella. Es una Karjala. Gracias a Dios, porque nunca más voy a poder beber una Lapin Kulta.





15


Por la ma?ana, llamo al comisario superior de Policía para ponerle al día, tal como me pidió. Debe de tenerme memorizado en su teléfono móvil, pues sabe que soy yo. No sería tan maleducado si se tratara de alguien más importante. Me suelta un ladrido: —?Qué hay?

Le pongo al día de las novedades, le hablo de los tres tipos de ADN hallados en el cadáver de Sufia.

—Así que se la chupó a ese tal Eklund antes de que la mataran.

—Y también tiene un BMW.

—Una situación difícil —reflexiona—. Su padre puede complicarnos la vida.

—Sí.

—Interrógale, requisa el vehículo y procésalo, pero ve despacio, no le arrestes hasta que tengas pruebas contundentes.

Cuelga el teléfono sin darme ocasión de responder, una costumbre odiosa que me toca las narices.