ángeles en la nieve

—No es necesario que diga nada más —concluye Abdi.

Yo no puedo destrozar la imagen que Hudow tiene de su hija, y me pregunto si Abdi la comparte, o si la escena que estamos interpretando ha sido, en alguna medida, una charada dise?ada para protegerla.

—Procederé en consecuencia.

—Ese hombre..., ?están seguros de su culpabilidad? —pregunta.

Decido ser cauteloso; no quiero prometer nada en vano, crear falsas expectativas.

—No puedo decirlo con certeza, pero las pruebas que hemos encontrado hasta ahora son bastante convincentes.

—Le ruego que, teniendo en cuenta su experiencia profesional en estos asuntos, exprese su opinión en un porcentaje —insiste. Es difícil no sincerarse con él.

—Más del noventa.

—?Cómo se le castigará?

—Si es condenado y no hay circunstancias atenuantes en su sentencia, lo más probable es que le condenen a cadena perpetua.

—?Circunstancias atenuantes?

—Alguna incapacidad, como una enfermedad mental.

—En ese caso, ?cuánto tiempo duraría su sentencia?

—Por mi experiencia, de cinco a siete a?os, quizás en prisión o quizás en un psiquiátrico, en el que debería curarse su enfermedad como requisito previo a su liberación.

Hudow levanta las manos y mira hacia arriba. Tiene encima un techo con una batería de fluorescentes, pero ella implora al Cielo. Su voz es un llanto.

—Mira mi ángel. Esto no es justicia.

—Calma, calma —la consuela Abdi, que le pasa un brazo por la espalda—. Tus llantos sólo le traerán dolor.

él vuelve a dirigirse a mí.

—Y si no hubiera circunstancias atenuantes, ?cuántos a?os pasaría este hombre en prisión?

—Cadena perpetua quiere decir toda la vida —le explico—, pero, por lo general, los asesinos cumplen de diez a doce a?os, tras lo cual reciben la absolución presidencial y son liberados.

—Mire a Sufia —me dice—. ?Cree que eso es suficiente castigo?

No necesito mirar.

—No.

—Inspector Vaara, encárguese de que ese hombre reciba su castigo, por peque?o que éste sea. En el Corán, sura 5.45, se nos dice: ?Vida por vida, ojo por ojo, nariz por nariz, oreja por oreja, diente por diente, y la ley del talión por las heridas?. En el islam, se permite que el pariente vivo más cercano haga justicia de este modo, pero en este país eso no está permitido. Yo acato las leyes de este país; así pues, usted tiene que actuar en mi nombre. Le hago responsable. Ahora déjenos a solas con nuestra hija, todos ustedes.

Salgo de la sala, sintiéndome como si fueran a castigarme si Seppo se libra, como si de algún modo ya me estuvieran castigando, pero no sé qué es lo que he hecho para merecerlo.





11


Respeto el dolor de Abdi, pero el melodrama no resolverá el asesinato de su hija. La rutina policial sí. El coche de Seppo está en el garaje de la comisaría. Aparco al lado, saco las cámaras de mis cajas de pescador y empiezo a tomar fotos.