ángeles en la nieve

—Jumalan terve Heli —dice, lo que significa: ?Dios te guarde, Heli?.

Hay un par de zapatos de hombre en el vestíbulo. Los recojo. Del 43. Miro alrededor: muebles caros, todo caro. Sobre una mesilla accesoria hay un paquete de Marlboro Light. Antti, Jussi y yo sacamos las armas y buscamos a Seppo por la planta baja, luego subimos juntos. Abro la puerta de un dormitorio. Está durmiendo, desnudo, en posición fetal, con la boca abierta, destapado y con las manos agarrándose el paquete. Antti y Jussi entran y lo rodeamos. Le pongo las esposas en las mu?ecas y se despierta.

—Seppo Niemi, estás detenido.

Su rostro irradia miedo y confusión. Entonces me reconoce y el pánico se apodera de él.

—No, tú no.

—Sí, yo sí —respondo, sonriente.

—?De qué se me acusa?

—?Te crees que esto es una serie de polis norteamericana? Luego querrás que te lea los derechos. Se te informará según indica la ley, en los plazos que marca la ley.

Nos miramos mutuamente por un instante. Creo que a los dos nos está costando hacernos a la idea de lo que está sucediendo.

—?Puedo vestirme?

—Ahora mismo no puedo dejarte tocar nada porque tengo una orden de registro para la casa y no quiero que alteres las pruebas. Te daremos una manta del coche.

—?Vas a sacarme de la cama en pelotas y a meterme en el calabozo y no me vas a decir por qué?

—Eso es un buen resumen de lo que va a pasar.

Cambio de opinión y decido no ser cruel. Miro en su armario, le saco un traje y una camisa blanca. Aún están envueltos en plástico y las etiquetas de la tintorería indican una fecha anterior al asesinato.

—Dejad que se ponga esto.

Dejo a Seppo con los otros y voy a la planta de abajo. Heli está poniéndoselo difícil a Valtteri con lo de la orden de registro. No quiere que toquemos sus cosas.

él la conoce desde que eran ni?os, de la iglesia.

—Lo siento, Heli, tiene que ser así. Trataremos tus cosas con respeto e iremos lo más rápido que podamos. Trata de tener paciencia.

Ella se da la vuelta hacia mí.

—Maldito perdedor. Después de todo este tiempo, ?esto es lo mejor que se te ocurre para tomarte la revancha? No te va a funcionar. Pagarás por esto, Kari. Voy a denunciarte y se te va a caer el pelo. Me voy a dar el gustazo de que te echen.

Heli y Seppo nunca se casaron. Después de divorciarse de mí, recuperó su nombre de soltera.

—Se?ora Kivinen, no queremos provocarle ninguna molestia innecesaria, pero de momento esta casa se considera la escena de un delito. Despejaremos el lugar en cuanto sea posible. Por favor, coopere con nosotros.

Está morada de la rabia. Me da una bofetada y me escupe en la cara.

—Pobre capullo. No fuiste más que un polvo por compasión. Me alegro de haberte dejado y haberme ahorrado verte arrastrar ese culo de perdedor por este pueblucho jugando al sheriff y haciendo el paleto. Que te jodan, Kari.

Yo mismo estoy sorprendido de lo poco que me afecta volver a verla.

—Espósala.

Valtteri se echa la mano a la espalda y saca las esposas. Ella no se resiste. Me quito el escupitajo de la cara con la mano y me la limpio con su chaqueta de deporte.

—Entiendo que esta intromisión es molesta, y por ese motivo voy a pasar esto por alto, pero si mantiene su conducta, la acusaré de agresión a un agente de Policía.

—Que te den.

—Cuando se calme, le dejaré que coja algunas cosas. Espero poder dejar la casa de nuevo en sus manos antes de que acabe el día. Hasta entonces, quiero que cierre la puta boca.

Lo hace.

Antti conduce escaleras abajo a Seppo, elegantísimo con su traje de dos mil euros. Valtteri le quita las esposas a Heli, y Jussi la acompa?a mientras ella va metiendo algunas cosas en una bolsa. Cuando ha terminado, dejo que Antti y Jussi empiecen a registrar la casa; el resto de nosotros salimos y, de nuevo, nos sumimos en la oscuridad. La nieve cae en copos casi del tama?o de un pu?o. Heli mira a Seppo.