ángeles en la nieve

—Al examinar el cuero cabelludo se observa equimosis en las zonas derecha y frontal, una hemorragia subaracnoidea en el lado derecho y peque?as zonas de hemorragia en el cuerpo calloso.

Lo que equivale a los dos martillazos en la cabeza, que le provocaron grandes lesiones y una hemorragia interna.

—Hay una incisión en la garganta. El esófago, la arteria carótida interna y el nervio laríngeo superior están cortados. Uno de los cortes llegó tan hondo que provocó una herida que alcanza la columna, donde creó una muesca.

Esko quiere decir que casi le cortan la cabeza.

—Para llegar tan hondo y atravesar el cartílago sin serrarlo, el instrumento debe de haber sido afilado y de cierta longitud, por tanto no un escalpelo. El asesino debió de emplear un cuchillo con una hoja curva. Lo primero que viene a la mente es un cuchillo de desollar. Observo una laceración irregular y una pérdida de piel superficial en el pecho derecho. La sección de tejido que falta es más o menos cuadrada y mide unos ocho centímetros de altura por nueve de lado. El modo en que se ha extraído la piel del pecho, con dos cortes unidireccionales en vez de un movimiento de sierra, refuerza mi tesis sobre el instrumento cortante.

No puedo evitar desear que el examen de Esko me cuente la historia de su muerte.

—?Me puedes indicar el orden de las agresiones?

—Espera que acabe; estoy intentando determinarlo.

—En el tronco —prosigue Esko—, entre los pechos y el ombligo, han escrito las palabras ?zorra negra?, una debajo de la otra, con una serie de cortes. Cada letra tiene aproximadamente siete centímetros y medio de ancho y cinco de alto. El trazo es preciso y las heridas poco profundas. Si se hubiera usado una hoja curva, habría resultado difícil emplear la punta para realizar los cortes en el cuerpo sosteniendo el arma por la empu?adura. Creo que el asesino sostuvo el cuchillo por la punta, como un bolígrafo. Las palabras están atravesadas por un corte ligero, interrumpido al nivel de los otros, que va desde la garganta hasta la zona pélvica. —Da la vuelta el cadáver—. El cuerpo presenta muescas en otros puntos, en los muslos y las nalgas, y una en el centro de la espalda, todas ellas efectuadas con una hoja de características similares.

—?Cuánto tiempo crees que tardó en escribirle ?zorra negra? en el vientre? —le pregunto.

Se encoge de hombros.

—Coge un escalpelo y un bloc de notas y prueba tú mismo.

Tomo un escalpelo de la bandeja de instrumental y papel de un estante, sostengo la hoja como un bolígrafo y cronometro cuánto tardo en trazar las letras.

—Cuarenta y nueve segundos.

Esko sigue adelante.

—El tronco está atravesado por una incisión que discurre de forma casi rectilínea a través del abdomen, y que corta el intestino por el duodeno y lacera los tejidos blandos del abdomen. La incisión es profunda y casi alcanza el disco intervertebral entre la segunda y la tercera vértebras lumbares.

—Parece casi como si la hubiera querido cortar por la mitad —apunto.

él parece considerar la posibilidad.

—Quizá.

A continuación examina la zona púbica e intenta retirar la botella rota de Lapin Kulta de la vagina de Sufia. No parece querer salir. Usa ambas manos, hace un quiebro y por fin sale. Le examina la vagina y la herida infligida con la botella.

—Mit? vittua?—??Qué cojones??—. Ven aquí a ver esto.

Me acerco al otro lado de la camilla. Lo único que veo es una vagina mutilada.

—?Qué?

—La vagina está mutilada —explica Esko—, pero no sólo del modo en que crees. Vuelve a mirar.

Me inclino para mirar de cerca y me siento algo incómodo, pero ahora lo veo. Le faltan el clítoris y parte de los labios menores.

—?Crees que el asesino es un cirujano?