Sin una palabra

—Si el tal Sloan está en la ciudad, ellos lo encontrarán —me aseguró.

 

Abrí la nevera y le se?alé a Vince una lata de cerveza.

 

—Claro —aceptó.

 

Se la alargué, cogí una para mí y me senté ante la mesa de la cocina. Vince se sentó enfrente de mí.

 

—?Tienes idea de qué co?o está pasando? —preguntó.

 

Di un trago a la cerveza.

 

—Creo que quizás ha comenzado todo —respondí—. La mujer que contestó el teléfono… ?y si es la madre de Jeremy Sloan? ?Y si Jeremy Sloan es en realidad el hermano de mi mujer?

 

—?Sí?

 

—?Y si acabo de hablar con la madre de mi esposa?

 

Si el hermano y la madre de Cynthia estaban vivos, entonces ?cómo podían explicarse los resultados de las pruebas de ADN que habían realizado a los dos cadáveres que encontraron en el coche descubierto en la cantera? A menos, claro, que lo único que Wedmore hubiera podido confirmar hasta el momento fuera que los cuerpos del coche estaban relacionados entre sí, no que de hecho fueran Todd y Patricia Bigge. Aún estábamos esperando los resultados de las pruebas que debían determinar si había una relación genética entre su ADN y el de Cynthia.

 

Estaba intentando abrirme paso entre aquel revoltijo de información cada vez más confuso cuando me di cuenta de que Vince estaba hablando.

 

—Sólo espero que mis chicos no lo encuentren y lo maten —comentó tomando otro trago—. Sería muy propio de ellos.

 

 

 

 

 

Capítulo 37

 

 

—Ha llamado alguien preguntando por ti —dijo ella.

 

—?Quién?

 

—No dijo quién era.

 

—?Qué voz tenía? —preguntó él—. ?Era uno de mis amigos?

 

—No sé qué voz tenía. ?Cómo iba a saberlo? Pero preguntó por ti, y cuando le dije que estabas fuera, dijo que recordaba que le habías dicho algo acerca de irte a Connecticut.

 

—?Qué?

 

—No deberías haberle dicho a nadie adónde ibas.

 

—?No lo hice!

 

—Entonces ?cómo lo sabía? Debiste de contárselo a alguien. No me puedo creer que fueras tan estúpido.

 

Parecía estar muy enfadada con él.

 

—?Te estoy diciendo que no lo hice!

 

Cuando ella le hablaba así, se sentía como si fuera un ni?o de seis a?os.

 

—Bien, si no lo hiciste ?cómo lo sabía?

 

—No tengo ni idea. ?Salía en el teléfono de dónde venía la llamada? ?Había un número de teléfono?

 

—No. Dijo que te conocía del golf.

 

—?Golf? Yo no juego a golf.

 

—Eso fue lo que le dije —replicó ella—. Le dije que no jugabas a golf.

 

—?Sabes qué, mamá? Lo más probable es que se equivocara de número o algo así.

 

—Preguntó por ti. Dijo Jeremy. Claro como el agua. Quizá le comentaste a alguien de pasada que te ibas.

 

—Mira, mamá, incluso aunque lo hubiera hecho, cosa que no hice, no hace falta que te pongas así por eso.

 

—Simplemente me ha molestado.

 

—No te enfades. Además, voy a volver a casa.

 

—?Sí?

 

El tono de su voz cambió.

 

—Sí. Creo que hoy. Aquí ya he hecho todo lo que he podido; lo único que falta es… ya sabes.

 

—No quiero perderme eso. No sabes cuánto tiempo he esperado para esto.

 

—Sí, me iré pronto de aquí —continuó él—; supongo que llegaré a casa esta noche, tarde. Ya es la hora de comer y a veces me canso un poco, así que quizá me pare un rato en Utica o algo así; sin embargo, haré el viaje en un día.

 

—Eso me dará tiempo para cocinarte un pastel de zanahoria —dijo ella emocionada—. Lo haré esta tarde.

 

—Muy bien.

 

—Conduce con cuidado. No quiero que te quedes dormido al volante. Nunca has tenido la misma resistencia para conducir que tu padre.

 

—?Cómo está él?

 

—Creo que si acabamos esta semana, al menos durará hasta entonces. Me alegraré cuando esto haya terminado. ?Sabes lo que cuesta un taxi para ir a verle?

 

—Dentro de poco ya no importará, mamá.

 

—No se trata sólo del dinero, ya lo sabes —respondió ella—. He estado pensando en cómo lo haremos. Va a hacer falta algo de cuerda, o cinta adhesiva de ésa. Y supongo que lo más lógico sería encargarse primero de la madre. La ni?a no será ningún problema después de eso. Yo puedo ayudarte con ella; ya sabes que no soy una completa inútil.

 

 

 

 

 

Capítulo 38

 

 

Vince y yo nos terminamos la cerveza, atravesamos de nuevo el patio trasero y nos dirigimos a su ranchera. Iba a llevarme hasta mi coche, aparcado aún cerca de su taller.

 

—Supongo que sabes que Jane ha tenido algunos problemas en la escuela —comentó.

 

—Sí —confirmé.

 

—He pensado que quizá después de haberte ayudado y tal… quizá podrías hablar de ella con el director —sugirió.

 

—Ya lo he hecho, pero no me importaría volver a hacerlo —le aseguré, pues era verdad.

 

—Es una buena chica, aunque a veces tiene demasiado genio —explicó Vince—. No se come la mierda de nadie. Desde luego no la mía. Así que cuando se mete en problemas, básicamente se está defendiendo.

 

—Necesita controlar eso —dije—. No puedes resolver todos tus problemas dedicándote a partirle la cara a la gente.