Sin una palabra

Tenía la mano derecha agarrada con fuerza a la manilla de la puerta, pero no me pidió ni una sola vez que redujera la velocidad o me lo tomara con calma. él también había entendido que quizá llegábamos ya demasiado tarde.

 

No sé cuánto tardamos en llegar a la carretera que se dirigía hacia el este desde Otis. Media hora, una tal vez. A mí me pareció una eternidad. Sólo podía pensar en Cynthia y en Grace. Y no podía evitar imaginármelas en un coche, cayendo por el borde del acantilado hasta el fondo del lago.

 

—La guantera —le indiqué a Clayton—. ábrela.

 

Se inclinó hacia delante con algún esfuerzo, abrió el compartimiento y dejó al descubierto la pistola que yo había cogido de la ranchera de Vince. La sacó y la inspeccionó brevemente.

 

—Sujétala hasta que lleguemos ahí —le ordené.

 

Clayton asintió en silencio, pero entonces tuvo un ataque de tos. Era una tos profunda, seca y ronca que parecía provenir directamente de los dedos de sus pies.

 

—Espero conseguirlo —dijo.

 

—Yo espero que los dos lo consigamos —a?adí.

 

—Si ella está ahí —dijo—, y si llegamos a tiempo, ?qué crees que me dirá Cynthia? —Hizo una pausa—. Debo decirle que lo siento.

 

Le lancé una mirada, y el modo en que él me miró revelaba una profunda tristeza por no ser capaz de ofrecer más que una disculpa. Pero algo en su expresión me dijo que no importaba lo tarde que llegara, lo inadecuada que fuera: su disculpa sería genuina.

 

Era un hombre que necesitaba ser perdonado por su vida entera.

 

—Tal vez —le dije— tengas una oportunidad.

 

Pese a lo mal que se encontraba, Clayton vio el camino que llevaba a la cantera antes que yo. No estaba se?alizado y era tan estrecho que habría sido fácil pasar de largo. Tuve que pisar los frenos a fondo, y los cinturones se bloquearon cuando nos vimos lanzados hacia delante.

 

—Dame la pistola —le pedí, sujetando el volante con la mano izquierda mientras entrábamos en el sendero.

 

El camino empezó a subir y los árboles comenzaron a abrirse mientras a través del parabrisas se veía un cielo azul y despejado. Luego la carretera se niveló al llegar al claro, y allí, un poco más adelante, vimos la parte trasera del Impala marrón a la derecha, y el viejo Corolla plateado de Cynthia a la izquierda.

 

De pie entre los dos coches, de cara a nosotros, estaba Jeremy Sloan. Sujetaba algo en la mano derecha.

 

Cuando la alzó pude ver que se trataba de una pistola, y cuando el parabrisas de nuestro Honda saltó hecho a?icos, supe que estaba cargada.

 

 

 

 

 

Capítulo 48

 

 

Pisé el freno y puse el cambio de marchas en posición de aparcar con un movimiento rápido. Me desabroché el cinturón, abrí la puerta y salté fuera del coche. Sabía que estaba abandonando a Clayton a su suerte, pero a aquellas alturas sólo pensaba en Cynthia y Grace. En los pocos segundos que había tenido para evaluar la situación, no había visto a ninguna de las dos, pero el hecho de que el coche de Cynthia estuviera aún ahí arriba, y no en el lago, parecía esperanzador.

 

Caí al suelo y di unas vueltas por la hierba, y luego disparé hacia el cielo. Quería que Jeremy fuera consciente de que yo también tenía un arma, incluso aunque no tuviera ni idea de cómo usarla. Al final me detuve y maniobré sobre la hierba hasta ver de nuevo el lugar en el que había estado Jeremy, pero él ya no se encontraba ahí. Miré hacia todos los lados, frenético, y entonces vi su cabeza asomar tímidamente por encima de la parte delantera del Impala marrón.

 

—?Jeremy! —grité.

 

—?Terry! —Era Cynthia. Chillando. La voz salía de su coche.

 

—?Papá! —Grace.

 

—?Estoy aquí! —chillé.

 

Desde dentro del Impala se oyó otra voz.

 

—?Mátalo, Jeremy! ?Dispárale!

 

Era Enid, sentada en el asiento del pasajero.

 

—Jeremy —llamé—. Escúchame. ?Te ha contado tu madre lo que pasó antes en la casa? ?Te ha explicado por qué os tuvisteis que marchar tan pronto?

 

—No le escuches —ordenó Enid—. Sólo dispara.

 

—?De qué estás hablando? —me gritó él.

 

—Disparó a un hombre en vuestra casa. Un hombre llamado Vince Fleming. A estas alturas debe de estar en el hospital, contándoselo todo a la policía. él y yo fuimos a Youngstown anoche. Lo descubrí todo. Ya he llamado a la policía. No sé qué es exactamente lo que habías planeado en un principio; creo que queríais que pareciera que Cynthia se había vuelto loca, incluso que tenía algo que ver con la muerte de su madre y su hermano y que había acabado suicidándose. ?Era así, más o menos? —Esperé una respuesta, pero al ver que no llegaba, continué—: Pero el ratón se ha escapado de la trampa, Jeremy. La historia ya no va a funcionar.

 

—No sabe de lo que habla —intervino Enid—. Te he dicho que le dispares. Haz lo que te dice tu madre.

 

—Mamá —contestó Jeremy—. No lo sé… No he matado nunca a nadie.

 

—Pues ya es hora de que empieces a hacerlo. Estás a punto de matar a esas dos.

 

Pude entrever la parte de atrás de la cabeza de Enid, se?alando en dirección al coche de Cynthia.