A pesar de todo, me muestra una instantánea que coincide con el Cooper que he visto en un par de fotografías dentro de la casa, el Cooper que posa con unos amigos, con familiares, el Cooper que ha viajado durante unas vacaciones, el Cooper que no ha sido quemado vivo ni atacado frente a su casa. La foto parece sacada de una tarjeta de identificación de la universidad. Cooper lleva la barba corta de color gris, es calvo por la parte de arriba y solo tiene algo de pelo alrededor.
Niego con la cabeza.
—Ese no es el tipo que he visto. Era diez o quince a?os más joven que este.
—Entonces, ?quién era?
—Como ya te he dicho antes, no he podido verlo bien, solo desde arriba, pero no hay duda de que no era este —digo mientras se?alo la foto con la barbilla.
—De acuerdo. Inténtalo con un retratista. A ver si podéis conseguir algo.
—Haré lo que pueda —le digo. Miro hacia los restos candentes de la casa—. Incluso si Emma no estaba allí, creo que tendrás que desincrustar un nuevo cadáver calcinado del suelo en menos de dos días.
—Sí, yo también lo creo.
—?Vive solo?
—Sí. Se divorció hace tres a?os. Actualmente no tiene pareja, según las personas a las que hemos preguntado.
—?Crees que están relacionados? —pregunto—. Dos incendios en dos días.
—Podría ser. Los dos han sido claramente provocados —dice—. Pero vete a saber cuál podría ser la conexión entre Pamela Deans y Cooper Riley.
—Era enfermera, ?verdad?
—Maldita sea, Tate, ?no tienes un interruptor para que pueda apagarte? —pregunta mientras me da golpecitos en la frente—. Déjalo. Ya sé que antes te he dicho que me parecía bien que buscaras a Emma Green, pero esto ya ha llegado demasiado lejos. ?Ves eso? ?Ves cómo puedes llegar a jorobarnos las cosas si te entrometes?
—Me apartaré —digo, aunque no estoy muy seguro de que vaya a cumplirlo.
—Parece convincente —dice Schroder.
—Lo es —insisto, pero sigo dudando.
—No, no lo es.
Me encojo de hombros.
—Lo siento —digo, pero no es cierto y no sé qué más a?adir.
—No, no lo sientes. Llevas veinticuatro horas fuera de la cárcel y vas por ahí como un maldito cowboy. Debería haber imaginado que pasaría todo esto. Si hubieses utilizado ese puto teléfono para llamarme en cuanto viste el coche de Emma Green, las cosas habrían sido distintas. Habrías visto salir al pirómano. Podrías haberlo seguido. Lo habríamos detenido, Tate; solo tenías que haber esperado.
—Vamos, Carl, no tenía otra opción; olí la gasolina y tuve que entrar. Desde el mismo instante en que he puesto los pies en esa casa he sabido que podía incendiarse en cualquier momento y atraparme dentro, pero no podía obviar la posibilidad de que Emma estuviera viva ahí dentro, esperando a que la asaran viva. ?Cómo se lo habrían tomado si hubiera esperado fuera mientras ella moría? Tú habrías hecho lo mismo, o sea que no tiene sentido que te enfades de ese modo conmigo.
Parece furioso, pero al final suspira y niega lentamente con la cabeza.
—De acuerdo, Tate, me ha quedado claro —dice—. ?Estás seguro de que no has reconocido al pirómano? No me gustaría enterarme de que sí lo reconociste y no me has dicho nada porque quieres encontrarlo personalmente.
—Vete a la mierda, Carl.
—Eh, solo lo pregunto —dice, con las manos en alto—. No pretendía ofenderte. Es justo el tipo de estupideces que sueles hacer.
—Esta vez no.
—?Estás seguro?
—Afirmativo.
Los dos nos volvemos hacia el fuego. Ya han apagado el del coche, y de la casa solo quedan un montón de escombros que siguen ardiendo lentamente.
—Si tenemos suerte —dice Schroder—, alguno de esos papeles de identificación de Taser habrá sobrevivido a las llamas.
Los dos miramos hacia el coche y el camino de acceso y no parece que vayamos a tener tanta suerte.
—No es el vehículo que salió a toda prisa de detrás de la cafetería —dice Schroder.
—Ya lo sé. ?Tienes alguna pista al respecto?
—Todavía no. La cafetería no tiene ningún sistema de vigilancia, el propietario dice que son demasiado caros. Seguimos esperando los resultados de los análisis que puedan relacionar las muestras de pintura con la de algún modelo de vehículo concreto, pero eso aún tardará unos cuantos días más.
—Emma no dispone de unos cuantos días más. Y Cooper tampoco —digo—. Si no estaba allí dentro —continúo, mirando fijamente la casa— es que se lo han llevado a alguna parte. ?Por qué reducirlo con una Taser si tenían planeado matarlo a continuación?
—Tal vez era la única arma de que disponían.
—Entonces le habrían disparado una descarga eléctrica con la Taser, lo habrían apu?alado y lo habrían dejado en el vestíbulo. No creo que estuviera ahí dentro. ?Qué motivo podrían tener para arrastrarlo hasta el interior de la casa si tenían planeado matarlo?
—Siempre hay un motivo —dice Schroder.
Tiene razón. Sin embargo, estoy casi seguro de que Cooper no está allí. Y espero que eso signifique que Emma tampoco.
El coleccionista
Paul Cleave's books
- The Whitechapel Conspiracy
- Angels Demons
- Tell Me Your Dreams
- Ruthless: A Pretty Little Liars Novel
- True Lies: A Lying Game Novella
- The Dead Will Tell: A Kate Burkholder Novel
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- The Bone Thief: A Body Farm Novel-5
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