—?Llegó a ver la matrícula?
—Vio las dos primeras letras. Ha dicho que, de haberla visto entera, lo habría denunciado por conducción temeraria. Y que se olvidó de ello, hasta que el caso de Emma ha aparecido en las noticias esta noche y se le ha ocurrido que podría ser relevante. Lo ha descrito como un sedán de cuatro puertas de color rojo que debía de tener unos cinco a?os. No ha podido concretar nada más. ?Has visto el contenedor?
—Sí. La pintura roja. Pero si se largó de allí a toda pastilla, ?dónde está el coche de Emma?
—Esa es la pregunta clave. ?Has vuelto a revisar el expediente de Melissa?
—Todavía no. Ma?ana iré a hablar con los compa?eros de clase de Emma —le digo.
—Sí, ya sabía que lo harías. Todavía crees que puedes hacerlo mejor que nosotros.
—No es eso…
—Ya lo sé, ya lo sé —me interrumpe—. No lo decía en ese sentido. Joder, quizá puedas hacerlo mejor. Tal vez haya algo de lo que has dicho antes.
—?Ah, sí?
—Sí. O eso, o es que ya estoy demasiado frustrado y demasiado cansado, vete a saber. Lo que cuenta es que eres un tío perspicaz y eso puede llegar a salvar vidas —dice antes de colgar.
Espero que esté bien, espero que podamos equilibrar las cosas un poco en esta ciudad y encontrar a Emma Green con vida.
14
Cooper debe ir con cuidado con las preguntas de Adrian: ??Qué despertó tu interés por los asesinos en serie? ?Qué te hizo desear ser uno de ellos??. Su instinto le dice que no se trata de un asesino en serie, pero de todos modos tiene que seguirle el juego. él no ha fijado las reglas, pero puede seguirlas. Ya se ha equivocado con algunas suposiciones. Ha pensado que Adrian era el tipo que le había vendido el pulgar, pero ha quedado claro que no fue así. El pulgar es una mera coincidencia en un día lleno de despropósitos absurdos. En el sótano empieza a hacer frío. Está demasiado oscuro para ver si hay humedad o moho, pero puede notarlo, nota cómo atraviesa las paredes de hormigón y absorbe el calor de su cuerpo. Y aun así, antes preferiría morir de frío que envolverse en la sábana que hay sobre el colchón. Respira hondo y se sumerge en el delirio mientras responde a la pregunta con una de las suyas.
—?Sabes a cuántas mujeres he matado?
Adrian, que sonríe al ver que empieza a entrar en la conversación, que sonríe porque por fin tiene lo que quería, levanta dos dedos.
—Dos —dice—, además del tipo del pulgar. En total son tres, que yo sepa. ?Hay más?
?Ten cuidado. Tiene que sonar creíble. ?Cuál sería un buen número para empezar??
Dios, es como pujar en una subasta. Diez es demasiado, pero le gusta la idea de que sean más de tres porque eso le dará a Adrian la sensación de que está compartiendo un secreto con él. Se queda con cinco.
—Seis —dice, tras cambiar de opinión en el último momento—. Cuatro mujeres y dos hombres.
?Y ahora reza para que no te pida sus nombres.?
No, inventarse los nombres no sería un problema, en realidad, el problema sería recordarlos luego. Ya le resulta suficientemente difícil recordar el nombre de alguien cuando se lo acaban de presentar. Lo que hará será recurrir a algunos de sus alumnos. Seguro que Adrian no reconocerá los nombres. Decide continuar, con la esperanza de pasar el mal trago.
—Lo que me gusta es matar mujeres —dice—, pero lo de los hombres fue necesario.
—?Por qué?
—Uno de ellos era el novio de una de las chicas, tuve que librarme de él —dice Cooper antes de hacer una pausa. No le parece que sus propias palabras tengan credibilidad y está seguro de que Adrian piensa lo mismo, por lo que se prepara para oír cómo lo llama mentiroso. Al ver que no es así, continúa—: El otro me debía dinero.
—?Y el pulgar era de uno de esos dos?
—Sí. Del que me debía dinero —responde, y se arrepiente de no haber dicho solo cuatro. O los dos que Adrian había dicho al principio. No, espera… Tres, por el pulgar del tarro. Esto va a ser más difícil de lo que creía. Es consciente de que las apuestas que antes eran de dos a uno aumentan en la dirección contraria.
—?Con qué le cortaste el pulgar? —pregunta Adrian, ya un poco más cerca de la ventanilla—. ?Quién era? ?Por qué te debía dinero?
Mierda. Cooper se da cuenta enseguida de que se le está yendo de las manos.
—Era un amigo mío. Le dejé dinero hace unos a?os y no quería devolvérmelo —dice, y en realidad es cierto que le haya prestado dinero a algún amigo, pero todos han acabado por devolverle hasta el último céntimo sin que él se viera obligado a cortar ni un solo pulgar—. Lo estrangulé, le corté el pulgar con un cuchillo y enterré el cadáver.
—?Dónde lo enterraste?
—En el bosque.
—?Qué bosque?
El coleccionista
Paul Cleave's books
- The Whitechapel Conspiracy
- Angels Demons
- Tell Me Your Dreams
- Ruthless: A Pretty Little Liars Novel
- True Lies: A Lying Game Novella
- The Dead Will Tell: A Kate Burkholder Novel
- Cut to the Bone: A Body Farm Novel
- The Bone Thief: A Body Farm Novel-5
- The Breaking Point: A Body Farm Novel
- El accidente
- Alert: (Michael Bennett 8)
- Guardian Angel
- The Paris Architect: A Novel
- ángeles en la nieve
- Helsinki White
- Love You More: A Novel