El coleccionista

—?Le parece que esto es un banco? ?Váyase de una puta vez!

Intento establecer contacto visual con el resto del personal con la esperanza de que alguien quiera hablar conmigo, pero todos evitan mirarme. Salgo de nuevo en dirección al aparcamiento. Quedan restos de la cinta utilizada para precintar el lugar del crimen durante la investigación, la brisa la hace revolotear, aunque ha quedado atrapada en uno de los lados del contenedor. No hay nadie por aquí, ni tampoco coches aparcados. Es probable que fuera aquí donde secuestraron a Emma, por la noche debe de ser un lugar bastante oscuro, solitario y sombrío. Su agresor podría haberla atacado mientras se dirigía a buscar su coche, e incluso es posible que después de meterla dentro del maletero el tipo se largara con él. Me acerco al contenedor y lo abro, sé que la policía ya ha rastreado la zona pero de repente tengo el presentimiento de que Emma Green está dentro de ese contenedor. Pero no es así. Solo hay bolsas de basura, eso es todo. En una de las esquinas del contenedor hay restos de pintura roja, de un coche. Alguien lo ha golpeado al salir.

Me pongo de cuatro patas mientras busco algo fuera de lugar, algo que pudiera haber caído al suelo durante la refriega. Lo único que consigo ver son manchas de aceite, malas hierbas que asoman entre las grietas del asfalto y unas cuantas cacas de perro. El sol me da con ganas en la espalda, que me duele un poco cuando vuelvo a ponerme de pie. Si hubiese habido algo aquí, la policía ya lo habría encontrado.

Vuelvo a mi coche pensando que no estoy buscando en la dirección correcta. Hasta que consiga el expediente policial, no puedo hacer gran cosa aparte de hablar con más amigos de Emma, la mayoría de los cuales supongo que no querrán dirigirme la palabra. Puede que Donovan Green haya elegido a la peor persona del mundo para encargarse de este trabajo. Como ha dicho Zane Reeves, un hombre toma decisiones equivocadas mientras llora la muerte de un ser querido.

El día sigue avanzando y la temperatura ha bajado un par de grados. Aún tengo que hablar con su compa?era de piso, pero eso tendrá que esperar hasta esta noche. Me dirijo a casa otra vez después de comprar algo de comida china para llevar. Deben de ser alrededor de las seis cuando aparece Schroder. He pasado seis horas trabajando en el caso y Emma Green o bien lleva seis horas muerta o bien le faltan seis horas menos para estarlo. La mesa del comedor está llena de envases de plástico y huele a buena comida.

—Esto no es una buena idea —dice Schroder con el expediente de Emma Green en la mano—. ?Tienes una cerveza?

—?Bromeas?

—Ha sido un día muy largo. ?Alguna vez has visto un cuerpo tan quemado que hayan tenido que arrancarlo del suelo con una espátula? —Tan pronto como ha terminado de formular la pregunta se da cuenta de que sí. Los dos lo hemos visto. Y en más de una ocasión.

—?Quieres hablar sobre ello?

—No.

—?Te has mirado el expediente? —pregunto después de se?alarlo con la barbilla.

—Sí —dice—, pero no me encargo de este caso —a?ade—. Lo que tengo que averiguar es quién provocó el incendio de hoy. ?Y tú? ?Te has mirado el expediente que te di?

—He estado ocupado. ?Hay algo que puedas contarme que no esté aquí dentro?

—Seguro que sí, pero no me escuchas. Sigo pensando que deberías dejarlo, más aún porque se trata de un asunto personal. Vamos, Tate, sabes que si mezclas este trabajo con lo personal el caso acaba siendo un desastre seguro.

—Gracias por el consejo.

—Oye, sé que ya te lo he preguntado esta ma?ana, pero… ?cómo te ha ido? En la cárcel, quiero decir…

—?Sabes cuando te vas de vacaciones y no estás seguro de cómo será el hotel, los restaurantes, los clubes o la playa y siempre es algo distinto de como esperabas que fuera? Bueno, pues eso no pasa en la cárcel. La cárcel es exactamente como crees que será.

—Lo siento —dice, pero no es culpa suya y tampoco me sirven de nada sus disculpas. Deja caer el expediente sobre la mesa de la cocina, pero sin sacar la mano de encima—. Me debes una —dice—. Cuando tengas esto resuelto, quiero que me ayudes con el expediente que te he dado esta ma?ana. Esto lo haces a tu manera, pero luego te quiero al cien por cien para ayudarme a descubrir quién es esta mujer llamada Melissa. ?Qué me dices?

—Depende de si piensas contármelo todo o si vas a ir dándome la información que necesito sobre la marcha —digo—. Si has venido a verme a mí es por algún motivo, Carl. Has venido a buscarme porque quieres que haga cosas que tú no puedes hacer, ?verdad?

—No es cierto.

—Y una mierda. Tú eres uno de los buenos, Carl, y eso te limita. No sé qué justificación has buscado para convencerte a ti mismo, pero cuando me has dado ese expediente esta ma?ana no solo me estabas pidiendo mi opinión, me estabas pidiendo que me ensuciara las manos.

—Estás viendo cosas donde no las hay —me dice.

—Y tú estás haciendo lo mismo ahora.