El coleccionista

Tomo un sorbo de té por cortesía. Tiene exactamente el mismo sabor que esperaba. La madre me sonríe y nadie dice nada ni con palabras ni con signos durante unos diez segundos, un tiempo que aprovecho para fijarme en Rodney e intentar juzgar su aspecto, a sabiendas de que casi siempre que lo he hecho me he equivocado. ?Podría este chico haber matado a Emma y haberse deshecho del cadáver?

—Todavía puede ser que esté bien, ?verdad? —pregunta—. Quiero decir que si le ha ocurrido algo malo, si la han herido o algo, puede que aún esté bien, ?no? Podría seguir viva.

—Sin duda —miento, incapaz de contarle lo que tanto Schroder como yo sospechamos: que Emma está muerta y que lo mal que ya se siente Rodney solo empeorará.





10


La celda ha quedado sumida en una oscuridad total. El zapato que tiene en la mano se ha calentado un poco tras varios minutos golpeando la puerta con él. Adrian no vuelve. Gritarle ha sido un error, se ha dado cuenta mientras lo hacía, pero no ha sido capaz de contenerse, la sangre se le ha acumulado en la cabeza, una especie de instinto animal lo ha impulsado a emprenderla a golpes e ignorar la voz interior que le decía que era mejor callarse, calmarse y actuar con inteligencia. Aunque también es posible que no haya oído la voz por culpa del dolor de cabeza que lo atormentaba. Si quiere mantener alguna posibilidad de salir de allí con vida, tendrá que controlar sus emociones. Debe escuchar esa voz.

A oscuras, la celda parece más fría y su respiración se convierte en un sonoro jadeo irregular, la cabeza le da vueltas solo de oírse. Se apoya contra la puerta y vuelve a ponerse el zapato antes de regresar a la cama pegado al muro y notar el tacto húmedo del hormigón mientras arrastra los pies por el suelo. Se sienta y espera a que sus ojos se acostumbren a la oscuridad, pero no lo hacen. La única luz que llega ahí abajo es la que se filtra por el marco de la puerta que lleva al piso de arriba, pero no alcanza demasiado, lo justo para poder ver parte del escalón superior, nada más. La cama cruje y Cooper se pone la almohada entre la espalda y la pared, se apoya en ella, cruza las piernas, apoya las mu?ecas sobre las rodillas y se pone a pensar en Adrian.

?Vamos, cada vez que asesinan a alguien en esta ciudad creas un perfil del asesino y lo comparas con lo que dicen los periódicos cuando finalmente lo atrapan. Es como un juego y Christchurch te ha permitido practicar mucho. Esto es lo mismo: si quieres salir de aquí tienes que empezar por construir un perfil.?

Tiene que jugar.

A lo largo de los a?os, los perfiles que ha elaborado han contribuido a la identificación de sospechosos, han restringido el tipo de personas que podrían haber llevado a cabo una matanza. En este caso se trata de identificar qué es lo que quiere el sospechoso, cómo puede hacerle creer que va a conseguirlo y de descubrir la manera de salir de esa maldita celda. Si tuviera aquí su bloc de notas, escribiría ?lunático perdido? en la cabecera de la página y rodearía las palabras tantas veces con el bolígrafo que acabaría rasgando el papel. De hecho, ahora que lo piensa, Adrian es tan perdidamente lunático que, en caso de tener su bloc de notas, Cooper también escribiría y subrayaría las palabras ??enfermo mental / ex enfermo mental??.