—?Sí? ?Por qué motivo? ?Encontrarás al tipo y lo dejarás vivir?
—Fue un accidente —le digo. Se refiere al Asesino Enterrador, lo atrapé el a?o pasado. Nos peleamos en el cementerio donde lo encontré. Estaba desenterrando féretros, sacaba a sus ocupantes, los echaba a un peque?o lago cercano y metía dentro del ataúd vacío a sus propias víctimas. Durante la refriega, los dos acabamos en una tumba vacía y el cuchillo con el que estábamos luchando acabo dentro de su cuerpo. De necesitar una etiqueta, podría decirse que fue un ?accidente deliberado?— . Vamos, sabes que lo haré de todos modos. Dame una copia del expediente. Míralo de este modo: cuanto más sepa desde el principio, a menos gente molestaré durante el proceso. Eso beneficiará a todo el mundo, ?vale? Incluido a ti.
—Maldita sea, Tate —dice—. Tu mundo funciona con una lógica muy extra?a.
—Que sin embargo funciona.
—Mira, tengo que dejarte —dice.
—?Y el expediente?
—Me lo pensaré —concluye justo antes de colgar.
La primera persona con la que quiero hablar es el novio de Emma Green. No vivían juntos, todavía no, pero según el padre de Emma era solo cuestión de tiempo. A Donovan Green no le cae especialmente bien el chico, pero por ningún motivo en especial, seguramente por el mismo motivo por el que no me habría caído bien el primer novio de mi hija si hubiera llegado a la edad en la que empiezan a salir con chicos. El novio de Emma se llama Rodney, tiene la misma edad que ella y aún vive con sus padres. Donovan Green me ha dado la dirección del chico, he llegado con el coche y sé que está en casa, que se ha tomado el día libre debido a la desaparición de Emma. Vive en una casa de una sola planta, de esas que tienen el tejado en forma de A, tan populares en los a?os setenta, con las vertientes del tejado tan inclinadas que si resbalas mientras estás encima, al caer rompes la barrera del sonido antes de partirte el cuello. El césped del jardín es de color tostado, hay muchas zonas peladas y un pino enorme en el centro, cuyas raíces sobresalen del suelo y le quitan hasta la última gota de humedad a las plantas cercanas. El timbre de la entrada suena muy fuerte y poco después oigo cómo alguien arrastra los pies al otro lado de la puerta de madera, justo antes de que la abra una mujer con el pelo prácticamente blanco. Lleva unos pantalones cortos y una blusa de color crema y parece tan ajada como el gran pino del jardín. Se ajusta las gafas, me sonríe, yo la saludo y cuando me responde me doy cuenta de que la mujer es sorda. Estoy seguro de que no pasará mucho tiempo antes de que ?sordo? se considere un insulto y empecemos a decir algo como ?persona con problemas de audición?. Ella también me saluda y habla exactamente igual que la gente que no puede oírse a sí misma. Le hablo despacio y le pregunto si puedo hablar con Rodney; ella levanta un dedo y le da unos golpecitos con la punta del dedo a su reloj de pulsera, me dice que tanto puede ser que tarde un minuto como una hora, y desaparece. Rodney está en la puerta treinta segundos más tarde. Es un chico delgado, con los ojos de color cerveza, el pelo negro y las mejillas sonrosadas por el calor. Lleva vaqueros y una camiseta de color rosa salmón, da la impresión de que come bien, de que es un chico arreglado, nada de drogas ni maquillajes oscuros, por lo que no tengo motivos para empezar a odiarlo inmediatamente. Excepto por la camiseta, que hace que me duelan los ojos.
—Soy Rodney —dice—. ?Ha venido por lo de Emma?
—Así es.
—?Quién es usted? ?Periodista? Estoy harto de los periodistas. Le juro por Dios que si es periodista le voy a echar a patadas.
De repente, me cae aún mejor.
—Me ha contratado el padre de Emma. Soy investigador privado.
—?Le ha contratado para que hable conmigo? ?Por qué? ?Cree que tengo algo que ver con su desaparición? —pregunta, con el tono de voz algo más elevado. Con la mano derecha se agarra a la puerta como si tuviera que contenerse para no lanzarse sobre mí.
—?O sea que estás seguro de que se trata de eso, de que ha desaparecido? ?No puede ser que se haya largado unos días?
—Emma no haría eso. A usted lo conozco de algo —dice—, pero no consigo recordar de qué.
—Tengo una de esas caras que le suenan a todo el mundo —respondo—. Y no es que su padre piense que le has hecho algo malo. He venido para ayudarlo, para intentar encontrarla.
El chico relaja un poco la mano con la que se agarraba al marco de la puerta.
—?Está muerta? —pregunta, y su interés me parece tan sincero que realmente creo que no tiene ni idea de la respuesta, aunque no sería la primera vez que me dejo enga?ar por un novio apenado.
—?Puedo entrar?
—No ha respondido a mi pregunta.
—No lo sé.
—Pero cree que sí.
Recurro a la respuesta que me ha dado Schroder hace un rato.
—Espero que no —digo.
—?Cómo se llama? —me pregunta.
—Theo.
—?Theodore Tate?
—Sí —respondo, y no puedo evitar bajar la mirada un segundo.
El coleccionista
Paul Cleave's books
- The Whitechapel Conspiracy
- Angels Demons
- Tell Me Your Dreams
- Ruthless: A Pretty Little Liars Novel
- True Lies: A Lying Game Novella
- The Dead Will Tell: A Kate Burkholder Novel
- Cut to the Bone: A Body Farm Novel
- The Bone Thief: A Body Farm Novel-5
- The Breaking Point: A Body Farm Novel
- El accidente
- Alert: (Michael Bennett 8)
- Guardian Angel
- The Paris Architect: A Novel
- ángeles en la nieve
- Helsinki White
- Love You More: A Novel