El coleccionista

—El tipo que…


—Por eso estoy aquí —le digo—. Por eso vino a buscarme su padre. Sabe que voy a hacer lo que sea para encontrarla. Ahora tienes dos opciones. Puedes quedarte aquí y enfadarte conmigo antes de cerrar la puerta o puedes contestar a mis preguntas y ayudarme a encontrar a Emma antes de que sea demasiado tarde. ?Qué decides?

Me hace pasar a un salón. Los encargados de decorarlo al parecer no consiguieron ponerse de acuerdo. Me siento en una silla en la que quedo hundido. La madre de Rodney trae una bandeja con una tetera y tres tazas. Se sienta en el sofá junto a su hijo, me sirve una taza y se?ala la leche. No soporto el té, por lo que asiento con la esperanza de que la leche me ayudará a diluir el problema. Hay una luz encima de la puerta, supongo que debe de encenderse cuando alguien llama al timbre. La madre le dice algo a Rodney en lenguaje de signos, él le responde de la misma forma y yo me siento como un intruso.

—Mi madre también le ha reconocido —dice.

No lo dice con tono acusatorio y su madre tampoco se muestra agresiva. No me disculpo porque no he venido para eso. Su madre asiente, no nos oye pero sabe de qué hablamos. La miro.

—He venido para intentar encontrarla —digo, y ella asiente y sonríe. Me vuelvo hacia Rodney de nuevo—. ?Cuánto tiempo llevas saliendo con Emma?

—Unos cuatro meses.

—?Cómo os conocisteis?

—En el instituto. Hace a?os que la conozco. El a?o pasado no vino a clase durante un tiempo porque… bueno, usted ya sabe por qué, y cuando volvió simplemente empezamos a hablar. Yo también tuve un accidente cuando era peque?o, mi madre sufrió heridas graves y mi padre no sobrevivió, por lo que estuvimos hablando sobre el accidente que había tenido ella, el que había tenido yo y nos dimos cuenta de que los dos iríamos a la universidad este a?o y de que los dos estudiaríamos psicología. Estamos en la misma clase. Es raro. Quiero decir que siempre la había visto por la escuela, pero nunca… bueno, nunca pensé que fuera mi tipo.

—?Tu tipo?

—Sí. Cualquier chica que me dirija la palabra es mi tipo y eso restringe el ámbito a Emma y punto.

—?Compartes muchas clases con ella?

—Solo las de psicología.

—?Sabes si alguien de la universidad la ha estado molestando? ?Si alguien le hace la vida imposible?

—Que yo sepa no, y creo que me lo habría dicho. Tampoco es que llevemos mucho tiempo… quiero decir que solo llevamos dos semanas de curso. Además, muchas clases han sido canceladas porque algunos alumnos se han desmayado debido al calor.

—?Estás seguro de que no la incomodaba nadie? —pregunto.

—Casi seguro.

—?La viste el día que desapareció?

Niega con la cabeza. Su madre le ha servido una taza de té y la ha dejado en la mesita de centro que tiene delante, pero él mira la taza sin tocarla, como si tuviera miedo de tomársela, no fuera a encontrar la buenaventura de Emma en el fondo y resultaran ser malas noticias.

—El sábado por la noche fui a verla a su piso y estuvimos pasando un rato juntos.

—?Pasando un rato juntos?

—Sí —dice, y finalmente se decide a tomar la taza de té. La sostiene delante de la boca sin llegar a beber, pero de este modo le esconde los labios a su madre y esta no puede ver lo que está diciendo—. Pasando un rato juntos —dice—, en su dormitorio. —Toma un sorbo y vuelve a dejar la taza. Su madre me mira, sonríe y vuelve la mirada hacia el techo. Le devuelvo la sonrisa—. Llegué a casa alrededor de las once —dice—. Al día siguiente fui a clase pero la habían cancelado a causa del calor. Nos estuvimos mandando mensajes durante el día, luego se fue a trabajar y ya está. No teníamos planeado encontrarnos el lunes por la noche. Ayer no respondía a mis llamadas, por lo que hablé con su compa?era de piso y resulta que esta pensaba que Emma estaba conmigo. Luego fue su jefe quien llamó preguntando por ella. Me di cuenta de que había algo raro y me preocupé, pero no lo suficiente como para llamar a la policía, por aquello de que ese tipo de cosas solo les suceden a los demás, ?sabe?

—Ojalá fuera cierto —digo.

—Sí, pero en ese momento no lo sabía. Por eso llamé a sus padres. Entonces ellos llamaron a todo el mundo, luego a la policía y estos ni siquiera piensan que le haya sucedido nada malo.

Me abstengo de contarle que no es el caso.

—?Sabes si a Emma le gustaba su trabajo? —pregunto.

—?Conoce a alguien que esté contento con su trabajo?

—?Y qué pasa con sus ex novios?

—Soy su primer novio —dice.