El coleccionista

Mi abogado sabe que lo hice. Se lo conté mientras me apuntaba con la pistola con la intención de hacer lo mismo. Le conté cómo se iba a sentir después.

—Ha desaparecido —me cuenta—. Emma.

—?Qué?

—Nadie sabe nada de ella desde hace dos días. El lunes por la noche terminó de trabajar, se marchó a casa y no ha vuelto a aparecer.

—?Ha ido a la policía?

—?Qué? —dice con una especie de mueca en el rostro, como si mi pregunta fuera la más estúpida que hubiera oído en su vida—. Dios, por supuesto que he ido. Pero la policía… la policía solo empieza a preocuparse cuando la persona lleva veinticuatro horas desaparecida, por lo que no tomaron cartas en el asunto hasta ayer por la noche, ni siquiera han salido a buscarla, e incluso cuando se pongan a ello, sé que usted puede hacer más que ellos.

—Tiene que confiar en la policía. Saben lo que hacen.

Empieza a tamborilear sobre la mesa con los dedos, se detiene un momento y se mira las u?as como si el sonido lo hubiera decepcionado. Me mira de nuevo y percibo un dolor sincero en sus ojos. Sé cómo se siente y sé que acabaré ayudando a ese hombre.

—Cuando las chicas como Emma desaparecen —comienza a decir lentamente, tratando de elegir bien las palabras, y sé que le duele decirlo porque sé adónde quiere ir a parar—, siempre acaban encontrándolas del mismo modo.

No le respondo. Levanta la mirada hacia el sol y sé que está reprimiendo las lágrimas.

—?Cuándo fue la última vez que alguien de su edad desapareció y la cosa tuvo un final feliz? —pregunta.

Sigo sin responderle. No puedo contarle la verdad, pero tampoco quiero mentirle. Cuando una chica como Emma desaparece, suelen encontrarla unos días después flotando desnuda en el río.

—Ya sé que es muy probable que haya muerto —dice, y las palabras salen de sus labios con peque?as interrupciones, como si realmente tuviera que empujarlas hacia fuera. Me mira de nuevo—. Conozco las estadísticas —a?ade—. Y mi esposa también. Ahora mismo la tienen sedada porque está al borde de la histeria. La policía me ha dicho que en casos como este nunca sabes realmente si la chica se ha escapado de casa o si está escondida en el dormitorio de un novio nuevo. Gilipolleces. Sé que es una gilipollez que nos estén contando esa posibilidad a mi esposa y a mí. Si hay alguna posibilidad de que siga viva, seguro que no lo estará cuando la encuentren, y si está viva mientras la buscan y no consiguen encontrarla y yo no hago todo cuanto está en mis manos… entonces… No lo sé. Creo que me comprende, ?verdad? —me dice—. Creo que puede hacerse a la idea de cómo se sentiría en mi lugar. Por eso intento hacer cuanto está en mis manos y eso incluye venir a buscar su ayuda. Significa que usted hará todo lo posible porque me lo debe y se lo debe a ella. Porque si está… ya sabe… muerta, la policía atrapará al culpable y entonces, ?qué? ?Lo meterán en la cárcel durante quince a?os y lo soltarán en libertad condicional al cabo de diez?

—Sé que es terrible, créame. Pero así es como son las cosas —le digo.

—Ya lo sé. Dios, ?cree que no lo sé? Pero no deberían ser así, y no deben serlo. Recuerdo lo que me dijo en el bosque. Sé que usted mató al tipo que había matado a su hija. ?Qué le da derecho a tomarse la justicia por su mano y evitar que otros hagan lo mismo?

—No es necesario que me recuerde lo de mi hija.

—?Debo recordarle que estuvo a punto de arrebatarme a la mía? —Niega lentamente con la cabeza—. Con el accidente le cambió la vida, la mandó por un camino completamente distinto. Se inmiscuyó en su vida y en lugar de ir hacia el punto A —dice mientras golpea la mesa con el índice de la mano izquierda para enfatizar sus palabras—, tomó el camino hacia el punto B. Eso metió a gente distinta en su vida. Médicos y rehabilitadores, nuevas amistades. Perdió tres meses de estudio y necesitó clases particulares. Estuvo a punto de no aprobar la escuela secundaria el a?o pasado. Estuvo a punto de no entrar en la universidad este a?o. Sus circunstancias cambiaron. Si no la hubiera atropellado, estaría en otro lugar, en su vida habría personas distintas. Si una de esas personas distintas es la responsable de…

—Ya veo adónde quiere ir a parar —le digo con la mano levantada. Si se la ha llevado una de esas personas que entraron recientemente en su vida, será culpa mía. Es como si dijera: la mandé por el camino B y en el camino B había un malo esperándola oculto entre la oscuridad.