La chica está desnuda, pero anoche, cuando la ató a la cama la cubrió con una sábana. Adrian se da cuenta de que lo ha tomado por el tipo que la secuestró. ?No llegó a ver a Cooper?
—Por favor, yo no soy quien te secuestró —dice—. Yo intento ayudarte. —Adrian se acerca a la cama y a ella no le queda espacio para retroceder. Adrian tiende el vaso hacia ella—. Quiero que bebas esto —dice—. Quiero que te pongas mejor. —Y antes de que ella pueda responder, le acerca la bebida a la boca y ella traga el líquido ávidamente.
—?No te acuerdas de mí? —pregunta mientras ella bebe—. Te he ayudado. Te he metido en la ba?era para refrescarte, te he dado agua y te he quitado la cinta americana que te tapaba los ojos.
Adrian aparta el vaso y la chica asiente lentamente. Tiene los labios mojados por el zumo y algunas gotas en la barbilla. También tiene que acordarse del pegamento luego, cuando salga a comprar.
—Me acuerdo. Me metiste en el maletero de un coche con algo que olía a muerto —dice—, pero si tú no me secuestraste, ?por qué me tienes atada?
—Es complicado —responde Adrian, y es que siempre lo es—. Yo intento ayudarte —dice, lo que no es exactamente una mentira. Quiere ayudarla para que se recupere y así poder ofrecérsela a Cooper.
—Pero me has secuestrado —replica ella.
—No, te he encontrado —dice Adrian.
—Entonces, ?por qué me tienes atada?
—Es complicado —repite. Le ha gustado esa respuesta, la utilizará también con Cooper cuando empiece a preguntarle cosas de las que no le apetezca hablar.
—Si no me has secuestrado —dice—, ?podrías desatarme? Y también necesito comer algo… no he comido nada desde hace varios días.
—Te desataré —dice él— y te daré comida, pero primero tú debes entender que no conseguirás comprender lo que sucede. Si tú me ayudas, yo podré ayudarte y entonces podrás comer y podré llevarte a casa —dice Adrian. La primera parte es verdad pero la segunda no y Adrian se da cuenta de que se ha ruborizado. Odia mentirle a una persona tan… tan hermosa.
—?Ayudarte? —pregunta ella—. ?Qué quieres que haga exactamente?
—Estoy herido —dice él mientras se mira la pierna. Aún con la pistola en la mano, intenta arremangarse la pernera de los pantalones pero la Taser que lleva en el bolsillo se lo impide. La saca y la deja sobre la cómoda que tiene detrás, lejos del alcance de Emma Green. Luego se levanta la pernera de los pantalones cortos que lleva puestos y muestra la gasa—. Anoche me dispararon y se ha infectado, necesito que me limpies la herida y que me la vendes.
—No soy enfermera —replica ella.
—Pero eres una mujer —dice Adrian, a quien, por experiencia, le parece que las mujeres siempre saben lo que hay que hacer—. Por favor, ayúdame con la herida y dejaré que te marches.
—?Cómo sé que no estás mintiendo?
—Yo no miento —dice, pero no solo miente sino que además se siente mal por ello.
—Entonces, ?qué quieres que haga exactamente?
—Que me limpies la herida y me la vendes. Quiero que me cures.
—Y si lo hago me soltarás.
—Por supuesto.
—?Me lo prometes?
—Por la vida de mi madre.
—Entonces tendrás que desatarme.
—Tengo una pistola —dice Adrian agitándola levemente a pesar de que está seguro de que ella ya la ha visto—. Si intentas escapar te dispararé. Por favor, no me obligues a hacerlo, te aseguro que es lo último que quisiera tener que hacer —dice Adrian. Y esta vez la frase entera es cierta.
—?Dónde está el botiquín de primeros auxilios?
—Hay unas cuantas cosas en el ba?o, pero muchas cosas no sé qué son y la mayoría llevan mucho tiempo ahí.
—Entonces desátame y tráeme todo lo que tengas.
—No. Te lo traigo todo primero y luego te desato.
Adrian vuelve al ba?o una vez más. Se mira fijamente en el espejo. Sigue teniendo el sarpullido, igual de intenso, pero ya no está ruborizado, en todo caso se ve pálido, muy pálido. Como un fantasma. Lo mete todo en una bolsa de plástico y se lo lleva a la habitación. Vuelve al ba?o y llena un cubo con agua caliente y encuentra también un poco de algodón y un par de trapos limpios.
—Será más fácil si te quitas los pantalones —dice la chica.
—Ah… No sé. Creo que está bien así —responde Adrian después de recordar la vez que vomitó encima de aquella prostituta.
—Es que estorbarán todo el rato.
—Es que… —No sabe cómo terminar. Jamás se ha quitado los pantalones con una mujer cerca a excepción de la noche anterior, mientras la madre de Cooper lo ayudaba. Pero ella era más como una madre, no tanto una mujer, y la diferencia es muy grande—. No me quitaré los pantalones.
—De acuerdo. Lo has decidido tú. Ahora tienes que desatarme.
—Lo sé.
—Y me gustaría beber algo más.
—Cuando hayamos acabado.
—?Me prometes que me soltarás?
—Parece que no me creas.
—Te creo —dice ella—. Al fin y al cabo me has salvado de quien me secuestró, y te lo agradezco.
Adrian sonríe. Le gusta.
El coleccionista
Paul Cleave's books
- The Whitechapel Conspiracy
- Angels Demons
- Tell Me Your Dreams
- Ruthless: A Pretty Little Liars Novel
- True Lies: A Lying Game Novella
- The Dead Will Tell: A Kate Burkholder Novel
- Cut to the Bone: A Body Farm Novel
- The Bone Thief: A Body Farm Novel-5
- The Breaking Point: A Body Farm Novel
- El accidente
- Alert: (Michael Bennett 8)
- Guardian Angel
- The Paris Architect: A Novel
- ángeles en la nieve
- Helsinki White
- Love You More: A Novel