No me molesto a dejar ningún mensaje.
Empiezo a sentir cómo me sube la adrenalina. Ya casi son las dos y media y los coches tuneados ya se han retirado o se han averiado o están en otro tramo de avenidas, porque no encuentro más atascos. Conduzco ágilmente por las calles a unos veinte kilómetros por encima del límite establecido y veo un par de radares que se disparan a mi paso, pero como voy en un coche de policía sé que no me llegarán las multas. Los Hunter vivían en una parte de la ciudad en la que no hay coches desguazados frente a las casas. De hecho, es un barrio bonito en el que las casas no parecen tener más de diez a?os y por el que puedes conducir durante cinco minutos seguidos sin cruzarte con un precinto policial. Encuentro la dirección y veo que no hay ningún vehículo estacionado delante de la casa. Aparco el coche una manzana más allá, cojo una linterna y retrocedo a pie hasta el lugar en cuestión. El corazón me va a toda pastilla. Adrian tiene mi pistola, una Taser y quién sabe qué más. Lo primero que compruebo es la ventana del garaje. Hay un coche dentro, pero no es el de Emma Green y hay espacio para otro vehículo. No hay ninguna luz encendida dentro de la casa. Ilumino con la linterna la puerta trasera y me agacho frente al cerrojo. Utilizo una ganzúa de pistola. Solo tengo que pulsar el gatillo unas cuantas veces, un poco de pericia y treinta segundos son suficientes para poder entrar. Es más rápido derribar la puerta, pero esta parece mucho más robusta que la de la casa de Jesse Cartman y allí no necesitaba entrar silenciosamente. Entro en el vestíbulo. Oigo el ?bip bip? de un contestador automático. Suena desesperado. Suena como si estuviera ansioso por revelar sus secretos. Utilizo la linterna para iluminarme el camino y ando con cuidado. En el salón hay fotos de Murray y Ellis Hunter, sin duda son los dos hombres que vi en la fosa. Hay una gran mancha de sangre en el centro del salón, con pelo y lo que podrían ser fragmentos de cráneo pegados. Hay más sangre frente a la puerta principal y marcas en la moqueta de que alguien fue arrastrado por el suelo.
Voy de habitación en habitación. Nada. Y nada que sugiera que Cooper Riley o Emma Green hayan estado aquí.
—Maldita sea —digo, le doy una patada a una pared y mi pie atraviesa la plancha de yeso. El polvo blanco cae sobre la moqueta desde el agujero. Parece cocaína y me recuerda a un caso en el que trabajé con Schroder hace cinco a?os; entramos de repente en una casa para hacer una redada y a un tipo se le cayeron las drogas sobre la moqueta por accidente. Se dejó caer de rodillas y empezó a esnifarlas para intentar ocultar pruebas. Lo que esnifó en unos pocos segundos a punto estuvo de matarlo.
?Dónde demonios deben de estar Emma y Cooper? No hay más clínicas psiquiátricas abandonadas. Lo único que se me ocurre es que Adrian se esconda en la casa de otra víctima. Cierro la puerta trasera por si Adrian tiene previsto regresar. La esperanza de que vuelva por aquí es lo único que tengo. Después de todo, vuelvo a estar en la casilla de inicio y no tengo ni idea de dónde debe de estar encerrada Emma Green.
Pienso en lo que me ha contado Botones, en lo malos que eran los Gemelos. Sus palabras no habían dejado lugar a dudas de que los Gemelos habrían seguido haciéndole da?o a la gente, probablemente incluso matando a más de uno. Empiezo a mirar a mi alrededor por la casa, sin saber exactamente lo que estoy buscando, pero sin dejarme nada, tampoco. Tal vez haya un álbum de recortes o algo. Enciendo el ordenador y leo los correos electrónicos. Compruebo el acceso al desván para ver si hay algo oculto ahí arriba, miro bajo la moqueta en los rincones de los cuartos y después de una hora buscando miro en los armarios a ver si hay alguna tabla del suelo suelta. Finalmente encuentro algo. Una caja de cartón. La abro. Dejo todo el contenido en el suelo, una cosa al lado de la otra. Un total de nueve carteras, todas con tarjetas de crédito, carnets de conducir y fotos de hijos y esposas, pero nada de dinero de efectivo. Tres de los nombres los reconozco de mis últimos a?os como policía, son nombres de personas que desaparecieron de la faz de la tierra. Hay otra que creo reconocer, pero no estoy completamente seguro.
El coleccionista
Paul Cleave's books
- The Whitechapel Conspiracy
- Angels Demons
- Tell Me Your Dreams
- Ruthless: A Pretty Little Liars Novel
- True Lies: A Lying Game Novella
- The Dead Will Tell: A Kate Burkholder Novel
- Cut to the Bone: A Body Farm Novel
- The Bone Thief: A Body Farm Novel-5
- The Breaking Point: A Body Farm Novel
- El accidente
- Alert: (Michael Bennett 8)
- Guardian Angel
- The Paris Architect: A Novel
- ángeles en la nieve
- Helsinki White
- Love You More: A Novel